Fander Falconí, ex canciller ecuatoriano: «El país no merece una confrontación de epítetos»

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Juan Carlos Calderón*

Luce tranquilo. El que fuera un hombre clave en el proceso político que vivimos, ahora llega solo y en su vehículo particular a la entrevista en un café del centro norte de Quito. Él cree que su renuncia fue “una decisión digna y legítima, en la medida del cuestionamiento a la negociación que venía realizando una comisión, que había sido creada por el Presidente de la República, no por el canciller.

-¿Cuáles son las lecciones y lecturas que le dejan su salida de la cancillería?

Hemos señalado que si el mundo continúa extrayendo los recursos naturales al ritmo actual, inexorablemente camina a su destrucción. Y por lo tanto, tal como se debatió en la Cumbre Mundial de Medioambiente en Copenhague, hay que reducir al menos a la mitad las emisiones de carbono. ¿Dónde es necesario limitar esta extracción? En las zonas sensibles. La Iniciativa ITT Yasuní es vanguardista en este sentido, porque se adelantó a las discusiones actuales. Tiende a favorecer la vida y los derechos de los pueblos no contactados. Tiende a proteger ecosistemas frágiles, catalogados como una de las mayores riquezas biológicas del planeta y evitar la contaminación. Hubo una decisión digna y legítima de mi parte al haber renunciado, en la medida del cuestionamiento a la negociación que venía realizando una comisión, que había sido creada por el presidente de la República, no por el canciller.

-¿No fue esa renuncia desproporcionada, apresurada?

El Presidente, en su enlace radial, dice que se había realizado una negociación vergonzosa. La negociación la venía haciendo un grupo que fue creado por decreto presidencial , integrado por Roque Sevilla, Yolanda Kakabadse, el embajador Francisco Carrión, con el apoyo técnico de especialistas como Carlos Larrea. Nuestra labor en la cancillería fue prestar todas las facilidades para que la Iniciativa tenga éxito, igualmente, generar un grupo de trabajo interdisciplinario donde estaban varios ministros de Estado que recibían información constante sobre la Iniciativa y de los términos de referencia que se estaban definiendo con Naciones Unidas.

Dado que esto había estado en el programa de Gobierno de Alianza País, y que es uno de los buques emblemas de la revolución ciudadana, como lineamiento de política internacional nosotros lo recogimos y lo pusimos al primer nivel. Siempre señalé que la iniciativa ITT es más que una política ambiental, es la política estrella en términos de relaciones internacionales.

-¿Tuvo respaldo realmente a nivel internacional? ¿Cómo se puede medir?

Tuvo el respaldo de todos los organismos multilaterales, como resultado de un bue trabajo diplomático. La Iniciativa gozó de apoyo en el seno de Unasur, en el Grupo de Río, en el Movimiento de Países No Alineados, donde hubo frases elogiosas para el Ecuador y se calificó como la más importante del mundo en torno al cambio climático. Generamos las condiciones para que el equipo promotor de la iniciativa tenga recepciones exitosas en los países interesados, como Alemania, Bélgica, España. Evidentemente, las palabras del Presidente tocaban una de las fibras más íntimas de la política internacional, y de la gestión de la cancillería.

-Hubo aplausos pero no dinero… ¿Era un asunto de tiempo?

Dejar el crudo en tierra significa un sacrificio muy grande para el país. En precio futuro y los costos se calcula en 7.000 millones de dólares. Ecuador dijo que esperaba una contribución exterior de al menos la mitad. Es una cifra alta, y no es fácil conseguir los aportes, que podían venir de gobiernos, empresas, ONGs, contribuciones ciudadanas. El equipo promotor había desplegado acciones en la medida en que había expectativas para consolidar recursos en este año en un rango entre los 1.500 y 1.900 millones de dólares. Especialmente por los aportes de gobiernos europeos. Para cubrir esta expectativa era fundamental tener un instrumento financiero internacional que resguarde la soberanía del país, porque es el principal aportante, y tener un instrumento financiero para tener la suficiente confianza internacional para que se pueda recibir los aportes, y se escogió al PNUD.

-Lo que fue cuestionado por el Presidente…

Naciones Unidas es un órgano intergubernamental. Nosotros como parte de la política internacional hemos levantado críticas a la forma cómo está organizada Naciones Unidas. Incluso hemos planteado una reforma a los organismos de toma de decisiones. Pero, sin duda el Ecuador es ahora parte de Naciones Unidas. No es lo mismo que el Fondo Monetario o el Banco Mundial. Así que la Iniciativa dentro de la ONU tendría mayor fuerza internacional y permitiría levantar con mayor eficacia la necesaria campaña de mercadeo de la Iniciativa. Esto fue consultado en su debido momento a la Presidencia de la República. Tuvimos una reunión en mayo del año pasado, el Consejo de Administración con Roque Sevilla. Se le preguntó claramente si estaríamos dispuestos a hacer la figura de un instrumento y fue aceptado.

-¿Al Presidente?

Claro, al Presidente de la República. En ese sentido avanzamos en pulir los términos de referencia con Naciones Unidas.

-O sea, el Presidente estaba enterado, pero ¿qué pasó luego? ¿Qué precipitó la reacción del Presidente?

Hubo un punto con Naciones Unidas que considerábamos inaceptable, y es el porcentaje que quería cobrar el organismo por el manejo de recursos, planteamos que debía haber un costo fijo renovables anualmente, y luego hubo observaciones del asesor Jurídico de la Presidencia (Alexis Mera) a los que respondí que eran perfectamente asumibles, y que son subsanables.

-¿Por ejemplo?

La conformación del Directorio del fideicomiso. Se planteaba una constitución de tres miembros del Gobierno, dos de la sociedad civil y uno de los aportantes. Era perfectamente remediable que exista mayoría del Ejecutivo. No había ningún problema. Habíamos ya entablado los primeros diálogos con Naciones Unidas para subsanar las observaciones de la Presidencia, y había la voluntad de acogerlas. Habíamos trazado un camino y estábamos esperando que Naciones Unidas cierre su periodo de vacaciones para reanudar las conversaciones y concretar la fiducia.

-¿Se la puede concluir tal como está?

Se la puede concluir, ese no es el problema. Lo que se precipita el desenlace son las declaraciones del Presidente del sábado.

-¿Por qué las hizo, a su criterio?

No quisiera interpretar las declaraciones del Presidente. Quisiera moverme solo en lo fáctico. El hecho es que las hizo, por cualquier motivo. Desde mi punto de vista hubo una mala información de la forma en que se desarrollaba el proceso. Primero, los aportantes no solicitaron cláusula alguna dentro del fideicomiso, estamos hablando de Estados soberanos que han manifestado una voluntad de aportar a una política que consideran pionera para combatir los efectos del cambio climático y de defensa de culturas. Por otro lado, es falso, de falsedad absoluta que el grupo promotor haya estado influenciado por algún tipo de presión por parte de organismos o personas que tengan intereses distintos a los del Ecuador. No era entendible el gesto del Presidente, no fue entendible, y es obvio que me puso, como canciller, en una posición sumamente frágil para uno de los proyectos más emblemáticos de las relaciones internacionales. No quedó otro camino que la renuncia.

-¿Un ecologismo infantil?

Ese no es el debate, ni político ni académico, ni infantil ni maduro. El medioambiente es una necesidad y una lucha de los pobres, no un lujo de los ricos. Los movimientos sociales de los pobres están vinculados a su lucha por la supervivencia de su ambiente y en su ambiente. Se trata de sacar los recursos naturales de la esfera del mercado, en este sentido se convierte en una economía moral, en una economía ecológica. Ese es el debate que hay que dar, y es en el cual la izquierda ha abierto las puertas para una forma de acción colectiva. Y me pertenezco a esta tendencia y seguiré en ella…

-Pero ya no en Alianza PAIS.

Tengo claras algunas cosas. Luego de los adjetivos usados por el Presidente yo no puedo volver al Buró Político de PAIS. Esto es una realidad. Luego, no tengo por qué dejar de ser un militante del Movimiento. He sido uno de los fundadores, he ejercido puestos de dirección y me pertenezco a este proyecto y seguiré hasta que haya las condiciones de expresión política para una tendencia como la nuestra.

-¿Esas condiciones se están cerrando para la izquierda?

Creo que se abre una oportunidad para procesar de forma democrática las diferencias programáticas y coyunturales, para definir el rumbo estratégico del proceso de cambio. Creo que más bien debe aprovecharse esto como una ventana que oxigene la estructura partidaria.

-¿Este debate es posible? Se dice que existe, pero finalmente el Presidente se impone aunque sea a la mala.

Ese es el reto. Crear una estructura lo suficientemente democrática que permita trabajar en las diferencias de forma colectiva. Creo que uno de los grandes errores de los movimientos de izquierda -que quedaron truncos en la historia- ha sido por el caudillismo. El momento que no hay una ligazón con la capilaridad social, y no se crea una estructura social, el cambio se queda trunco. Los movimientos exitosos son los que tienen una dirección política colectiva, que tienen un rumbo estratégico claro, una política de alianzas clara y coherente.

-¿Cómo evaluaría en este sentido el liderazgo de Correa?

Este proceso no se inicia ni termina con Rafael Correa. Este proceso es un acumulado histórico de muchas personas y movimientos que se han jugado por este país. Los grupos eclesiales de base, pensadores e intelectuales, las luchas campesinas, obreras y de los indígenas. Es un acumulado que lo capitaliza la irrupción de una figura como Rafael Correa, donde él tiene su propio específico y su liderazgo histórico. Eso es incontrastable y creo que hay cambios sustanciales en áreas de la política pública. Ahora, creo que también hay un conjunto de vacíos en entender que una política de izquierda se sostiene en aristas muy importantes. No solo se trata de tener solo posturas antineoliberales. Sino también adaptar distintas corrientes que propone la izquierda moderna, la consecución de las libertades en todo sentido, el respeto a los otros, tener un movimiento libertario, creo que ese es el gran reto.

El Presidente esgrime una serie de epítetos descalificadores a los cuales no me voy a referir. Creo que el país requiere un debate sustantivo. El país no merece entrar en una confrontación de adjetivos, de epítetos. Lo que hice (con la renuncia) fue apegarme a mis principios, a mis ideales.

Habíamos entablado diálogos con Naciones Unidas para subsanar las observaciones de la Presidencia de la República, y había la voluntad de acogerlas. Habíamos trazado un camino y esperábamos que el organismo vuelva de vacaciones para firmar el fideicomiso.

Quién es

Fander Falconí renunció a su cargo de canciller tras discrepar con declaraciones del presidente Rafael Correa por el manejo de la iniciativa Yasuní ITT. Esta consiste en no explotar 850 millones de barriles del campo ITT, asentado en una zona natural protegida, considerada la de mayor biodiversidad del planeta. Es fundador de Alianza PAIS.

*Periodistas del Diario Expreso de Ecuador

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