Fútbol: Los niños son un negocio redondo

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Jorginho es un garoto (muchachito) humilde. Cuando se dejó llevar por sueño de convertirse en una de las estrellas del fútbol mundial era una de las promesas de las divisiones inferiores del Corinthians, el club más popular de São Paulo. Sin embargo sacrificó su carrera al cruzarse con un cazatalentos que le ofreció la posibilidad de jugar en un equipo ruso. Por cada gol que anotase recibiría «una limusina y dos rubias». Nada de eso llegó a cumplirse.

El caso de Leonardo no es menos dramático Cuando lo sacaron de una escuelita de fútbol del Flamengo de Río de Janeiro tenía 11 años. El gancho para montarlo en un avión con destino a Europa fue sencillo: había posibilidades de jugar en el mítico Feyernoord de Holanda. Era febrero de 1995.

Leonardo llegó con su madre a Rotterdam y poco tiempo después se dieron cuenta de que nada de lo prometido se cumpliría. Deambularon durante tres años por las calles de la ciudad hasta que advirtieron que el empresario que los había llevado a Holanda nunca aparecería. Hans Coret se perdió en una nube de ausencia.

Para completar el trágico escenario, la justicia holandesa le descubrió a Leonardo un pasaporte portugués falso y lo condenó a realizar trabajos comunitarios. También tuvo que pagar dos mil dólares como multa. De no ser por la aparición providencial de un diputado brasileño que viajó a Rotterdam para repatriarlos, el destino de Leonardo y su madre habría, sido desconocido.

Como era de esperarse, la pequeña estrella de la escuelita de fútbol del Flamenco dejó el fútbol para siempre. Leonardo resume los sinsabores de su experiencia con una frase lapidaria. «¡Todos esos chicos ganaban veinte veces más plata que yo!».

La casos de Jorginho y Leonardo no son únicos. En un mercado donde se mueven anualmente alrededor de 250 mil millones de dólares, es lógico que haya depredadores dispuestos a sacar una buena tajada de los futuros talentos.

El tráfico de niños futbolistas en el mundo es una realidad que rueda sobre la cancha de la misma forma como ruedan las ilusiones de los centenares de menores que sueñan con convertirse, algún día, en una estrella que brille en el fútbol europeo. Para hacerlo, padres e hijos están dispuestos a todo.

Tal es el caso de Fabio Faria dos Santos, quien recibió una oferta del empresario Ted Junior para que se fuera a jugar a Bélgica. La noticia, desde luego, cayó como una bendición entre los miembros de su familia. La sola idea de llegar a al fútbol de Europa, de emular los pasos de Ronaldo, de arañar la posibilidad de ganar jugosas sumas de dinero en dólares -para entonces la familia de un joven desconocido de Ghana, Freddy Abu negociaba un contrato con el Inter mediante una transacción de US$ 750.000-, llamaron la atención de Fabio de inmediato.

Su padre movió Cielo y Tierra para juntar los US$ 3.000 que le había pedido el representante para los trámites de rigor, y se embarcó rumbo a Bélgica con la esperanza de exhibir las habilidades con el balón que ya eran evidentes para quienes lo habían visto pateando pelotas descosidas en las favelas de Río de Janeiro. Era su primer viaje en avión.

Una vez en las calles de Bruselas, la pesadilla empezó a tomar forma. La vida de lujos y comod idades que había imaginado en el avión estaba lejos de convertirse en realidad. Durante los primeros días Fabio tuvo que vivir en un apretadísimo primer piso de un bar cuyo dueño era un amigo de Ted. Unas semanas después, tras una lesión durante una práctica, su representante se olvidó de él. Lo echaron del bar donde vivía, se quedó sin club, sin dinero y sin familia.

Para salir del atolladero Fabio recurrió a la embajada de su país en Bruselas, donde lo anotaron en una larga lista de niños que habían quedado a la deriva luego de contrataciones deportivas similares. Al poco tiempo, amparado por la buena fortuna, conoció una familia de compatriotas que le brindó un refugio en Europa.

Los casos se multiplican conforme van llegando las anécdotas, los testimonios, los registros. En 1997, 23 jóvenes cariocas fueron seducidos por la idea de jugar en Europa.Recibirían un salario razonable, tendrían una casa cómoda y, si las circunstancias lo permitían, incluso podrían continuar con sus estudios sin poner un solo peso.

Sin embargo, al llegar a Polonia, el contrato resultó bastante diferente de como se los habían pronosticado: diez años de trabajo, 250 dólares por cada año trabajado. Como el dinero no les alcanzaba para mantenerse los empresarios les cedieron «gentilmente» a los cariocas algunas frazadas y hospedaje debajo de las tribunas del club.

El sueño de alcanzar la fama se fue a pique en cuestión de semanas.

Como es de suponer abundan estas historias en el anonimato. El tráfico de niños futbolistas es una verdad que todos intentan tapar. Las pocas que han sido denunciadas están hoy archivadas en frondosos expedientes judiciales de Brasil y Argentina. En el continente africano los casos se multiplican.

Quién sabe cuántos chicos nigerianos están llegando en este preciso momento a Italia, almacenados en un barco como bestias de carga, a la espera de alguna identidad inventada. O cuántos serán oriundos de Ruanda, Camboya, Indonesia, Turquía, países en los que quedan sin registrar los nacimientos de un número significativo de niños.

En Roma los funcionarios de la embajada argentina consultados aseguran no contar con información sobre el tema,

«De Argentina me quisieron vender

un chico por cinco mil dólares»

Saro Pettinato, administrador de la ciudad de Catania, en Sicilia, y ex presidente del club Atlético de Catania aclara su confesión. «Una persona me ofreció jóvenes futbolistas argentinos durante un partido que jugaba el equipo del que yo era presidente. Pero no me vendía los derechos, sino directamente a las criaturas. No sé quién era la persona que me habló.

Le dije que no me interesaba porque la sociedad no tenía organización para albergar y cuidar a los jóvenes sin familia. En aquel tiempo no sabía nada del tráfico, por eso no pensé en identificar a esa persona o darle una cita para saber más del asunto Más tarde me habría de llamar la atención la desaparición de un joven africano que estaba en Arezzo, junto a chicos argentinos, e hice una denuncia ante el Senado italiano».

Petinatto presentó al Parlamento Europeo un proyecto de ley, para combatir el tráfico de niños futbolistas, pero no prosperó. Realizó denuncias ante la Federazione ltaliana Gioco Calcio y, en un alegato en el Senado, dijo que en Italia una cantidad de gente «compra» niños italianos, aunque no tantos como los comprados oriundos de países pobres.

El razonamiento es simple. Para qué perder el tiempo en individualizar talentos italianos, con toda la dificultad que implica su formación. Es mucho mejor ir a la pesca en países como Uruguay, Argentina, Brasil, la famosa África lejana. ¡Los regalan por un pedazo de pan!

Cruzar el Atlántico

La historia de los chicos suramericanos se repite en cientos de otros jóvenes que, año tras año, arriban a algún país europeo para convertirse en estrellas del fútbol.

«Para ello se les inventa parientes o un intercambio cultural inexistente -asegura la diputada argentina Graciela Ocaña-. Si posteriormente se advierte que el chico no tiene las condiciones esperadas no se le renueva el carné y el jugador queda en libertad. A veces los contratos son rescindidos sin su conocimiento. Si alguien le presta dinero, podrá regresar a su país, de lo contrario se convertirá en otro chico de la calle».

Cada año llegan, sólo a Italia, diez mil muchachitos de todo el mundo En muchos casos se trata de niños de sólo seis años. El 12 por ciento proviene de Brasil y Argentina.

Brasil es pentacampeón mundial del fútbol y la desigualdad. Posee el índice más alto de analfabetisino del continente americano. El 79 por ciento de niños de cuarto grado no sabe leer. Argentina es otro campeón del desempleo y la indigencia. Siete de cada diez niños menores de 14 años viven por debajo de la línea de pobreza. Ante este panorama es lógico pensar que la idea de una vida mejor en Europa, jugando al fútbol, sea seductora. Si Pelé y Maradona lo consiguieron ¿por qué estos chicos no?

«Existen dos tipos de asociaciones ilícitas», dice Carlos González, uno de los asesores de la Asociación del Fútbol Argentino: Está el cazatalentos que se roba a un niño de un club; el intermediario se pone de acuerdo con el padre para estafar al club que durante años le dio un lugar, lo vistió, le dio de comer Y están los hombres que agarran a un chico de algún pueblo o un torneo humilde No hay manera de evitar la firma del padre y la salida del país. En este caso el padre se convierte en cómplice de una defraudación».

Con la Constitución en la mano el presidente de la Asociación Brasileña de Magistrados de la Infancia y Juventud de São Paulo, Rodrigo Lobato Junqueira Enout, lee en su despacho el artículo 227: «La Constitución brasileña le exige a la familia, al Estado y a la sociedad, el derecho de la infancia. Vida, integridad física, salud, dignidad. Cualquier niño precisa de una buena familia».

El juez explica lo que dice la ley en relación con la salida de un menor del país. Primero es necesaria la firma de los padres. Después requieren un buen motivo para viajar: estudios o lo que fuere. Si hubiera un contrato de permanencia del menor en el exterior, para la ley brasileña es legal, mientras los padres autoricen. El menor también puede salir adoptado por un extranjero En todos los casos es necesaria la firma de un juez. Hacerlo, al margen de la ley, es tráfico. Y si los menores terminan en el exterior abandonados sufren la violación de sus derechos. Los padres, entonces, pueden ser responsabilizados.

Jô, de 16 años, es el jugador más joven en hacer un gol en la historia del Corinthians. Sobre el tema que nos ocupa dice con sinceridad: «No sé nada del estatuto de los niños y jóvenes ni de leyes. Mi padre cuida por mí. Tengo la certeza de que está todo en orden».

En un país donde la participación de atletas menores de veinte años creció un 140 por ciento, la inocencia de Jô sorprende. Su vida, su futuro, depende de la voluntad del padre. Y aunque su padre lo ha hecho hasta el momento bien, los ejemplos de Jorginho y Fabio son un punto de referencia para que la ley sea más clara.

En esta investigación los consultados no aceptan ser fotografiados. En Argentina predomina el silencio En Brasil la situación parece aún más compleja En las librerías más importantes de la ciudad de Sâo Paulo resulta imposible encontrar CBF da Nike, un libro escrito por Aldo Rebelo y en el cual se denuncia abiertamente el tráfico de menores y su relación con los más altos dirigentes, funcionarios y diplomáticos brasileños.

«El lanzamiento de este libro es un nuevo gol, una victoria de la torcida, de la ciudadanía», afirmó el prestigioso periodista Juca Kfouri, dejando al desnudo los negocios oscuros del fútbol. Entre las muchas denuncias de corrupción -como la que dice que la Confederación Brasileña de Fútbol transfirió exactamente tres millones trescientos catorce mil setecientos setenta y ocho dólares con sesenta y cuatro centavos (US$ 3.314.778,64) a la FIFA- y contribuyó con las campañas electorales de políticos amigos por un
total de 612.000 reales. El «supuesto» esquema de tráfico comienza a develarse en la página 233 de lCBF da Nike.

Según la OEA Brasil posee 241 rutas terrestres marítimas y aéreas para uso de las personas. La ruta preferida para el tráfico de niños futbolistas sería el vuelo directo entre São Paulo y Brusela. Bélgica se caracteriza por tener la frontera más liberal de la Unión Europea, un hecho que facilita las transacciones hacia el resto del continente. En dicho país no existen, por otra parte, las fuertes restricciones a los futbolistas extra comunitarios. Se realizan transacciones financieras al margen de los controles. Es el puente ideal para Italia, Holanda, España, Francia y Portugal; este último sospechoso de ser el centro operaciones para falsificar documentos -también en casos de
jugadores mayores-.

Diplomáticos del consulado de Brasil en Lisboa reconocen que algunos niños viven en depósitos de basura.

«Para la ley el tráfico es ilícito -afirma el magistrado de São Paulo Junqueira Enout. Los países que reciben a estos chicos deben realizar una investigación. Está fallando la policía, algunos organismos. La sociedad se preocupa poco por ellos. No hay restricciones, no hay acompañamiento del gobierno brasileño.

«La educación es vital para erradicar este problema En São Paulo, por ejemplo, existen 130.000 cupos para que los niños que viven en las favelas puedan acceder a su educación, pero se precisan unos 800.000. Sucede que con los niños está fallando la humanidad».

Para la titular de la UNICEF en Brasil, la señora Reiko Niimi, «el Ministerio de Justicia es responsable por el acompañamiento de casos de niños y adolescentes que salen del país en forma irregular.

El tráfico de gambetas comete sus pecados en la religión con más adeptos. Dios creó la Tierra y la hizo redonda, afirma Pelé, y desde que el dinero creó al fútbol los chicos terminaron por redondearse.

Brasil contribuye con US$ 16.000 de los 250 mil millones anuales que mueve el filtbol en todo mundo estima la Fundación Getulio Vargas. En la República Argentina, entre 1994 y 2001 hubo ingresos totales a los clubes por transferencias al exterior por casi US$ 715 millones, según datos brindados por Futbolistas Argentinos Agremiados.

Considerando el período entre 1990 y el año 2001, entre los dos países suman más de 10.000 atletas vendidos al exterior, con edades que vienen disminuyendo cada año un poco más.

La presa infantil se profesionaliza y deambula en la cornisa del espectáculo deportivo más productivo del planeta. Las marcas ocupan posiciones de privilegio. Obligan a cambiar los colores de una camiseta, se inmiscuyen en cuestiones tácticas, contribuyen a las compras de los niños más vulnerables.

A los apenas 11 años, Freddy Abu, oriundo de Ghana, recibió una oferta del Inter, de Italia, por US$ 750.000. Pero su madre la rechazó por otro negocio más jugoso. Hoy, con catorce años, Freddy es una de las superestrellas de la selección sub 17 de Estados Unidos. Su representante no sólo lo nacionalizó estadounidense, sino que firmó un acuerdo con la empresa Nike por casi un millón y medio de dólares. Su historia marca un precedente en el país donde el fútbol no es un deporte de masas. El muchachito está al tope de los salarios de la Major League Soccer – donde las contrataciones importantes rondan los 250.000 dólares-.

En los países donde el fútbol es una pasión desbordante, se concentra la mayor cantidad de promesas futboleras. En Brasil se divierten como practicantes más de 30 millones, entre unos 11.000 federados entre 13.000 equipos y 800 clubes. Hay 308 estadios disponibles, 5 millones de potreros, escuelas de fútbol en 1.200 municipios, y canchas oprimidas por la falta de espacio en casi 2.000 mil favelas.

En Argentina existen 50 Ligas de Fútbol Infantil, con 3.000 clubes inscritos en AFA, y 600.000 chicos de entre cinco y 15 años juegan campeonatos de FEFI, FAFI, FEDEBA, torneos en Villas de emergencia, Ligas Provinciales y Metropolitanas. En definitiva, el cazatalentos tiene para elegir a su gusto.

Los futbolistas más conocidos -y adinerados- del planeta le piden al mundo que actúe en favor de la infancia. Las superestrellas brindan su mensaje de apoyo a la niñez en un vídeo educacional. Los consagrados del Manchester United -el segundo club más poderoso del mundo según la revista World Soccer– ofrecen su ayuda a través de charlas contra de la explotación infantil.

También crece y se afianza el vínculo entre FIFA y, UNICEF con miras a Alemania 2006. Ambas organizaciones formaron una alianza para promover los derechos de los niños con la recaudación de recursos por la venta de productos que llevan su nombre: camisetas, cuadernos, mochilas, explica la señora Reiko Niimi, representante de UNICEF en Brasil.

«La FIFA cede algunos de sus más importantes eventos como vehículo de mensajes a favor de los derechos de los niños, y así se hizo por primera vez en la Copa Mundial 2002 y en la reciente Copa Mundial Femenina 2003, ésta en favor de las niñas y su derecho a la educación».

Todo se juega en el mismo césped donde rueda una pelota. Nadie la para. Es la misma escalera en la que se sube y se baja. La puerta de entrada y de salida. Los mismos dueños que se van turnando. En el siglo XXI 27 millones de personas son compradas y vendidas, mantenidas en cautiverio, agredidas, explotadas. Y alrededeor de 1.2 millones de chicos son vendidos todos los años.

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* Periodista independiente argentino. Trabajó en Editorial Perfil de Buenos Aires, condujo un programa deportivo en la TV argentina y escribe en la actualidad para diversos medios. Reside en São Paulo, Brasil.
Este artículo se publicó en la versión gráfica de la revista colombiana Gatopardo. (www.gatopardo.com).

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