G-8: Los grandes «arreglan» el mundo

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El Grupo de los 8 (G-8) constituye un club en el que se encuentran las ocho economías principales: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Francia, Japón, Rusia; a la reunión en Sea Island asistirán también -en calidad de observadores- representantes de la Unión Europea. El principal objetivo que presidió la formación del Grupo de los 7, al que se uniría posteriormente Rusia, es hacer el mundo más gobernable, loable intención que no fue consultada al resto de las naciones.

Los 14 meses transcurridos desde que el presidente de EEUU diera oficialmente por terminada la invasión a Irak con los desastres de diverso tipo que se han acumulado desde entonces, parecen demostrar incluso a Bush que la situación generada por su incursión y la del Reino Unido amenaza con escapar absolutamente a su control. Por ello se estima que la Casa Blanca buscará algún tipo de consenso entre los países más industrializados para intentar la estabilización de ese país árabe.

Nubarrones sobre un lugar exclusivo

No fue casual que Bush haya citado a los ministros de RREE de los países que integran el G-8 en Wáshington, antes de la cumbre, con el objeto de acercar posiciones. Según un vocero de la presidencia, la conversación se vinculó al trabajo que se debe hacer en Irak y sobre la importancia asignada a que «todos nosotros trabajemos juntos».

El Secretario de Estado Colin Powell dijo que esas discusiones fueron «constructivas» y apuntaron a como cumplir mejor con la responsabilidad compartida de construir un mundo «más próspero, seguro y libre». Lo que en el críptico lenguaje de la diplomacia estadounidense bien puede significar que no hubo mayores coincidencias.

En Londres el diario Financial Times informó el lunes 7 que «persisten (entre los integrantes del G-8) grandes diferencias en sus posiciones comerciales, económicas y aún políticas». Al parecer no pocas propuestas de EEUU fueron rechazadas por sus socios.

La agencia cubana de información Prensa Latina decía en la tarde del lunes que «según Jeffrey Sach, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, las operaciones militares llevadas a cabo en Irak y Afganistán han desviado la atención del compromiso del G-8 de combatir la pobreza».

«Allí podrían acordar duplicar, por lo menos, el presupuesto de US$ 60 mil millones entre 2005 y 2015 para poder cumplir las metas de manera efectiva, así como ofrecer más préstamos. Aunque estos a la larga son una carga adicional a la ya pesada deuda externa de los países subdesarrollados, apuntó».

Las platas no sobran

Según más de 400 organizaciones no gubernamentales, los presupuestos de los países más poderosos están lejos de cumplir con el compromiso establecidos en el seno de la ONU el 2000 entre los llamados «Objetivos del Milenio»; entonces los países más industrializados acordaron «trabajar» para reducir a la mitad la extrema pobreza en el planeta antes de 2015, meta que no se cumplirán según el PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Además el G-8 debería -según las ONGs- decidir un incremento de la Asociación de Desarrollo Internacional del Banco Mundial de ocho mil millones de dólares a 25 mil millones, para objetivos concretos en las naciones más pobres.

Las ONG sostienen que para ganar la batalla de la exclusión y la pobreza debe aumentarse la ayuda al desarrollo, implementarse políticas comerciales justas y acordar una reducción de la carga que significa la deuda externa para los países del Tercer Mundo. Pocos recuerdan que Fidel Castro proclamó que la deuda externa de lkos países era tan impagable como imposible de cobrar.

La consigna de la reunión

El tema central del nuevo encuentro del G-8 -que impulsa EEUU- es «La promoción de la libertad mediante el fortalecimiento de la cooperación internacional para hacer un mundo más seguro y mejor». La frase pertenece a Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional de Bush. En esta dimensión, y pese a las diferencias de opinión de los europeos y canadienses, para la Casa Blanca los asuntos centrales de la reunión son: la iniciativa de paz para el Oriente Medio, Irak, la amenaza de las armas de destrucción masiva, fomentar el desarrollo en Africa del norte y otros asuntos relacionados vagamente con el crecimiento económico y el desarrollo.

El primer mandatario estadounidense espera que se apruebe su plan para Oriente Medio -inspirado en su peculiar concepción de la lucha anti terrorista-, que no es del agrado ni de Egipto ni de Arabia Saudita. Los demás países musulmanes estiman que la propuesta no considera con seriedad problema palestino-israelí y que tiene un tono despectivo hacia los Estados árabes.

En cuanto a la situación iraquí, Bush necesita desesperadamente que Europa le apoye; la guerra de liberación que ha comenzado allí y las denuncias sobre torturas -y no «malos tratos»- a los prisioneros le pueden costar su deseada segunda presidencia. Pero los analistas coinciden en que los gestos que puedan tener sus aliados serán más simbólicos que sustanciales.

Estados Unidos invitó al encuentro del G-8 a un grupo de mandatarios musulmanes; desde luego, los gobiernos títeres de Irak y Afganistán confirmaron su asistencia. La misma posición adoptaron Argelia, Yemen, Bahrein, Jordania y Turquía, pero Egipto y Arabia Saudita rechazaron la invitación.

La seguridad

Alrededor de 10.000 agentes federales y locales respaldados por patrullas aéreas, marítimas y perros especialmente entrenados tendrán a su cargo la seguridad de la cumbre de tres días del G-8.

Nada parece, en cambio, cautelar la seguridad de las vidas de quienes deben soportar, desde 1975, las políticas económicas impulsadas en todo el mundo por el G-8, que derriban las barreras de protección comercial de las economías pobres en todo el mundo, en un hecho sin precedentes desde que las grandes potencias de entonces derribaran a cañonazos y a punta de opio las aduanas chinas en el siglo XIX.

Tampoco existen organismos de seguridad para proteger a las personas que migran de sur a norte debido a que el nuevo panorama económico mundializado los expulsó de sus actividades sin abrir otros campos donde puedan realizarse.

Estos temas, como es natural, no serán debatidos en la Cumbre de Sea Island.

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