Grandes desafíos esperan a Antonio Guterres al frente de la ONU/ Malcorra sin apoyo latinoamericano

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Asuntos complejos y de difícil solución esperan al portugués Antonio Guterres al frente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el preferido por el Consejo de Seguridad, de 15 miembros, para ser el noveno secretario general del foro mundial. “Tenemos un claro favorito y su nombre es Antonio Guterres”, anunció Vitaly Churkin, el representante permanente de Rusia en la ONU y presidente del Consejo de Seguridad en octubre, en conferencia de prensa rodeado de sus 14 compañeros del máximo órgano de seguridad del foro mundial, en una escena que terminará siendo histórica.

Es tradición en la ONU que la decisión del Consejo de Seguridad reciba el visto bueno de la Asamblea General, de 193 miembros, lo que ocurrirá este jueves 6. La unanimidad de los miembros del Consejo de Seguridad se da en un contexto en que las relaciones diplomáticas por la guerra en Siria empeoran. De hecho, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, John Kerry, anunció a principios de esta semana que Moscú y Washington suspendían las conversaciones por ese tema.

La guerra en Siria es solo uno de los tantos desafíos a los que deberá hacer frente Guterres, de 67 años, al frente de la ONU.

Muchos diplomáticos parecen coincidir en que el ex primer ministro de Portugal (1995-2002) es la persona más preparada para asumir la tarea, como lo prueba su actuación en uno de los procesos de elección de un secretario general más abiertos y transparentes que haya tenido el foro mundial. Guterres también estuvo al frente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) entre 2005 y 2015, cuando el número de personas desplazados se disparó a un máximo desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Pero la elección de Guterres desilusionó a quienes esperaban que por primera vez una mujer estuviera al frente de la Secretaría General o que el cargo lo ocupara una persona de un país de Europa oriental. No elegir a alguien de esa región rompe con la tradición de rotación geográfica, aunque no optar por ninguna de las siete muy calificadas candidatas parece un golpe más duro para la organización, que desde hace tiempo sostiene que la igualdad de género está entre sus principales objetivos.

Pero como lo demuestra la propia integración del Consejo de Seguridad, con 14 hombres y una mujer, todavía queda mucho por hacer en muchos países miembro en materia de igualdad de género.

Además, Guterres será el cuarto europeo en ocupar el máximo cargo en la ONU, aunque el primero desde 1981, lo que muestra la enorme incidencia de Europa occidental, con apenas 10 por ciento de la población mundial, en los asuntos globales. El anterior secretario general europeo fue el austriaco Kurt Waldheim (1972-1981).

Michel Gabaudan, presidente de Refugees International y quien trabajó con Guterres en Acnur, dijo que estaba encantado de que el proceso de selección abierto de este año haya terminado con su designación. “Necesitamos un líder fuerte, necesitamos un líder visionario y necesitamos un líder diplomático, y creo que Guterres demostró definitivamente contar con todas esas cualidades”, opinó Gabaudan. “Es capaz de acercar a los países, que es básicamente el tremendo desafío del trabajo de secretario general que espera a Guterres, pero creo que la ONU eligió a la persona correcta para esa difícil tarea”, añadió.onu-antonio-guterres1

Por su parte, Natalie Samarasinghe, directora ejecutiva de la Asociación de las Naciones Unidas de Gran Bretaña y una de las fundadoras de la campaña 1 para 7 mil millones, dijo  que la elección de Guterres también refleja el éxito de un proceso de selección mejorado. “El anuncio es un testimonio del impacto de un proceso más abierto e inclusivo por el que abogó 1 para 7 mil millones”, observó Samarasinghe.

“Guterres no era el candidato mejor posicionado al inicio de la contienda”, para empezar tenía la región y el género ‘equivocados’, pero la impresión generalizada fue que ofreció un buen discurso frente a la Asamblea General, así como en otros encuentros, lo que propició comentarios sobre su experiencia y su capacidad para inspirar”, explicó.

La campaña de 1 para 7 mil millones reclamó mejoras en la designación del secretario general, como un mandato único más largo para erradicar la idea de que se cede a las presiones para complacer a los cinco miembros permanentes con poder de veto del Consejo de Seguridad, China, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia.

Esas presiones percibidas también fueron señaladas por Louis Charbonneau, director de la oficina de Human Rights Watch (HRW) en la ONU. “En definitiva, el próximo secretario general de la ONU será juzgado por su capacidad para hacer frente a las mismas potencias que lo eligieron, ya sea por la situación en Siria, Yemen, Sudán del Sur, la crisis de refugiados, el cambio climático o cualquier otro problema que se le atraviese”, puntualizó Charbonneau.

Pero en definitiva, el director de HRW también aplaudió su designación: “Con Antonio Guterres, el Consejo de Seguridad eligió a un franco y efectivo defensor de los refugiados con posibilidades de imponer un enfoque radicalmente nuevo sobre las cuestiones de derechos humanos en un contexto de grandes desafíos”.

También se considera que Guterres estará dispuesto y será capaz de defender a los más oprimidos dentro de la ONU. En abril, este relató a la prensa cómo su experiencia como voluntario con los indigentes había inspirado su carrera política.

La noticia de la elección del ex primer ministro portugués también coincidió con la confirmación de que el Acuerdo de París sobre cambio climático reunió el número necesario de firmas para entrar en vigor dentro de 30 días. El próximo paso importante para la implementación de ese documento no vinculante queda en la órbita de Guterres, quien reemplazará al surcoreano Ban Ki-moon al frente de la Secretaría General de la ONU.
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Anexo:

ar-malcorra-en-grisMalcorra, sin apoyo latinoamericano, deja mal parada a la Argentina

Luis Bruschtein| Susana Malcorra perdió todas las elecciones en la ONU porque un canciller argentino nunca podrá convertirse en secretario general mientras no se resuelva la cuestión Malvinas. Ningún país que mantenga un conflicto de soberanía no resuelto con una de las potencias del Consejo de Seguridad tendrá esa posibilidad porque ellas tienen la última palabra en la distribución de poder mundial. Por eso la campaña de Susana Malcorra estaba perdida de antemano, aunque tuviera el apoyo no muy firme de los Estados Unidos.

No había ninguna posibilidad de que ganara y, por el contrario, la campaña por su candidatura puso en situación vulnerable para Argentina al tema Malvinas. Pero con esa campaña la canciller quedó bien posicionada en el escenario internacional para su desempeño futuro en el ámbito privado internacional, que es el escenario del cual proviene. Hace muchos años que su residencia está en el exterior.

Se supone que cuando un funcionario realiza una campaña para algún cargo internacional, debería pedir licencia. No es una cuestión formal o ética en abstracto, sino de fondo y muy concreta. Porque durante la campaña podría aprovechar su estratégica función para tomar decisiones que pongan su objetivo electoral por encima del interés concreto de su país. O porque la campaña que realiza puede hacerle perder legitimidad a las acciones que decida como funcionaria. Es decir, tomar decisiones simpáticas para los demás pero que perjudiquen los intereses del país. En todo caso hace más difícil explicarlas. Si no fuera por la complicidad de los grandes medios concentrados, esta doble situación de canciller y candidata tendría que haber sido por lo menos polémica. Lo mejor era pedir licencia. Porque en el medio de esa campaña se plantearon temas delicados, como el boicot a Venezuela en el Mercosur, tan requerido por Washington, y una declaración mistonga con Gran Bretaña por Malvinas muy favorable para el Reino Unido.

Es cierto que su campaña sirvió para plantear una problemática de género en las Naciones Unidas. Y por supuesto sirvió también para dar visibilidad internacional al incipiente gobierno de Mauricio Macri. Pero no es buena la imagen de un gobierno haciendo gestos hacia el mundo sobre Malvinas para ganar las elecciones en Naciones Unidas, donde el principal obstáculo era justamente el conflicto por las islas.

onu ban ki moon y malcorraEse fue el motivo también por el cual en ningún momento, ni siquiera cuando habló en la Asamblea General de la ONU, Macri se refirió al respaldo firme de todas las naciones de Latinoamérica y el Caribe al reclamo argentino de soberanía sobre las islas y contra el colonialismo británico. Es un tema que molesta a Gran Bretaña porque la ubica en plan hostil con toda la región.

Con Malvinas, a este gobierno le pasó lo mismo que a la dictadura. Despreció la solidaridad latinoamericana y además Estados Unidos nunca respaldará a fondo a la Argentina en un tema que lo confronta con Gran Bretaña. La Corona, consecuente, votó en contra de Malcorra porque no cederá a un contrincante espacios de poder que debilitarían su posición en el conflicto. Hablar de negocios sí, porque es un reconocimiento de hecho de la ocupación británica. Pero nada de ceder terreno. Es difícil imaginar que Malcorra no fuera consciente de esta situación.

Aceptar que se retire de las negociaciones la demanda argentina de soberanía en medio de una campaña para agradar a Gran Bretaña y seducir su voto en la ONU, colocó al tema Malvinas como moneda de mercantilismo electoralista. No fue justo para los caídos ni para los ex combatientes. Ni para un país que no ha terminado de cicatrizar sus propias heridas internas por ese conflicto.

Esa fue la imagen que proyectó aunque es cierto que ambas acciones diplomáticas relacionadas con Malvinas y el Mercosur están en el ADN de este gobierno conservador.(…)

(…)En todo el discurso de Macri, ya sea sobre la estrategia con Malvinas o con respecto al Mercosur, no se habla de bloque regional o integración regional. No existe este concepto cuando se habla de una economía abierta al mundo. Según esta cosmovisión mundial –spenceriana o peor aún, de un primitivismo malthusiano que asusta–, existe una cantidad de naciones que pujan por incorporarse a un mercado global que se ordena según la fuerza de cada una. Es la división mundial del trabajo que defienden las trasnacionales y que se concreta en la forma de un mundo profundamente dividido entre muchas economías periféricas cada vez más débiles y empobrecidas, subordinadas a las pocas pero grandes economías centrales. Este sistema es el que provoca las guerras y las grandes corrientes migratorias en el planeta.

El neoliberalismo profundiza la brecha entre ricos y pobres por el desenfrenado proceso de concentración del capital que constituye su esencia. Lo mismo se produce entre países ricos y países pobres, donde la brecha se agranda cada vez más. En esa polarización, las franjas medias –de medianos recursos o de mediano desarrollo– tienden a desaparecer. Los países de desarrollo intermedio –con economías llamadas emergentes– como las de Argentina o Brasil, son los que más tienen para perder.

*Publicado en Página 12

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