Humoristas chilenos. – ¿NOS ESTÁN TOMANDO EL PELO?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Edgardo Boeninger y Fernando Flores tienen al menos dos cosas en común: son inteligentes y rezuman soberbia. Para muchos, dos características contradictorias. La soberbia no habla bien del alcance de la inteligencia. Pero en estos tiempos en que la humildad es una pose o se la interpreta como debilidad, más vale no ahondar en el tema y aceptar la brillantez de ambos.

Uno

El octogenario Boeninger está convencido que dice cosas inéditas. Que alela con sus descubrimientos. En una entrevista reciente que le concedió a El Mercurio, se lanzó una frasecita muy suya: “Esto nunca se ha dicho”. Y avanzó acerca de que la Concertación, para equiparar el poder de la derecha con todo el empresariado detrás, consideró que el dinero fiscal como una buena alternativa. Esto habría comenzado con la recuperación de la democracia. Por lo tanto, en el gobierno de Patricio Aylwin, en el que él fue Secretario General de la Presidencia. Por supuesto, estas prácticas Boeninger las califica de profundamente equivocadas y que facilitan conductas reprochables.

Hasta allí, todo previsible para un politólogo de fuste con ansias de ser referente moral, como corresponde a un senescente ilustre. Pero si se analizan sus palabras con detenimiento, las cosas ya no son tan claras.

Durante los casi diecisiete años que lleva la Concertación en el gobierno, las manos de Boeninger nunca han estado lejos del poder. Ni siquiera ahora, que dejó de ser senador designado. Hoy es asesor del canciller Alejandro Foxley y hasta hace poco dirigió la comisión que estudió la reforma al sistema electoral. Curioso que sólo ahora caiga en cuenta de las desviaciones graves que acompañaron a la Concertación desde su primer día en La Moneda. ¿Por qué no las denunció antes?

Tal vez podría haber utilizado a su partido, la Democracia Cristiana (DC), como la base moral desde la cual barrer con los atisbos de corrupción. No lo hizo. Ahora prefiere salir a hacer el análisis de lo ocurrido, como si él fuera una figura ausente en este drama-tragico-media-telenovela. Pero, no. En él no funciona la autocrítica. Capaz que ni se dé cuenta de que le está tomando el pelo a la gente. Puede que se encuentre tan desubicado como lo está un agnóstico, defensor del divorcio, de despenalizar el aborto, como él, militando en la DC.

…Y el otro

El caso de Flores es más pesado, en todo sentido. En los últimos días ha dado muestras de su dominio de escena. Sabe manejarse perfectamente en este escenario virtual. Si hasta ha estrenado sonrisas. Era lo que le faltaba para entrar de lleno en la farándula, que es en lo que convirtió los padecimientos del Partido por la Democracia (PPD), su partido.

En entrevista en la misma edición de El Mercurio, Flores justifica haberse quedado en el PPD, pese a haberlo calificado de pandilla, mafia, y otros epítetos por el estilo. Se quedó, dice, porque se lo pidieron los compañeros que están luchando con él. Pero un poco más adelante sostiene que “la lealtad es un valor secundario. Más importante es la verdad, la justicia, la solidaridad”.

¿En qué quedamos? ¿Es cierto o no es cierto lo de la pandilla? Si es verdad, debió irse, porque la verdad está antes que la lealtad. Si es falso, ¿por qué miente, si la verdad es tan importante?

Sus definiciones no terminan allí. Defiende la vigencia del PPD porque, dice, había espacio para un partido de centroizquierda laico, que respeta el entendimiento, a los empresarios, que cree que los negocios tienen que hacerlos las empresas privadas, que el Estado debe ser mínimo. Ese es el contenido ideológico que le da a su Partido. Y desde allí, piensa en crear un foro en el que participen gente de derecha “y también gente más cercana al Partido Comunista (PC).

En la derecha, afirma, hay personas muy distinguidas: “Gonzalo Vial, Sommerville”. Aunque menciona a sólo dos, es muy decidor. De los cercanos al PC no entrega ningún nombre. Tal vez no los conoce.

Y renueva sus críticas contra el PPD. Lo compara, en una metáfora feliz, con el Vaticano de los Borgia. Pero ante tanta agudeza, uno no puede dejar de preguntarse si este líder nacional de la innovación no se estará pasando de listo.

¿Por qué ahora muestra tanta indignación frente a la corrupción en que está involucrado uno de los referentes del PPD, el senador Guido Girardi, su enemigo político? ¿No sabe cómo se financian los partidos en Chile? ¿No sabe que los militantes son sólo nombres que sirven para el Servicio Electoral y que no aportan un solo peso a las arcas partidarias? ¿Y de donde sale la plata para las campañas políticas?

Es un misterio. Un misterio, pero sólo para los electores. Los que se presentan como candidatos conocen perfectamente a las cajas fuertes a qué recurrir. Y Flores es senador.

¿Sabrán que nos toman el pelo? O son tan inteligentes que no se dan cuenta.

* Periodista.

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