La agresión a Siria

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«Hace 50 años el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear, luego de que en Cuba fueron descubiertas instalaciones y misiles soviéticos que amenazaban a EEUU». Así comenzaba un reportaje que escribí en octubre del año pasado. La aguda crisis, en el último momento, se resolvió políticamente con negociaciones que dirigieron John F. Kennedy y Nikita Jruschov.
Hoy vivimos una situación distinta, sin que hayan desaparecido los riesgos de una agresión de EEUU y aliados a Siria. Desde hace dos años es atacada por opositores, la mayoría de ellos mercenarios de 83 países, financiados y armados por países árabes y occidentales. Ahora, con el pretexto de que el Gobierno de Damasco utilizó gases tóxicos el 21 de agosto y murieron centenares de personas. Algo parecido sucedió para justificar la agresión a Irak: la existencia de armas de destrucción masiva, aunque era negada y posteriormente comprobada su falsedad hasta por informes de la CIA. Pero el mal estaba hecho, sin que nunca nadie condenara a los responsables de las muerte de un millón de iraquíes y la casi destrucción de una de las civilizaciones más antiguas.
Ha habido circunstancias que han detenido esta nueva agresión. Internas, como la creciente opinión pública en contra, apenas 25 de cada 100 estadounidenses está de acuerdo; movilizaciones en varias ciudades en desacuerdo con la guerra; 140 congresantes advirtieron al presidente Obama que debía solicitar del Congreso la autorización para ese ataque, que no cometiera el mismo error cuando la agresión a Libia, y el presidente atendió esa advertencia. Nadie sabe cuál será la decisión que tomen las cámaras en los próximos días.
Y entre las externas, la posición de países como del Grupo de los 20 (G20) y toda Unasur; la declaración del papa Francisco, que llamó a oración a todas las iglesias: «Nunca más la guerra», la opinión del Secretario General de la ONU: «No hay solución militar en Siria».
Habría que añadir un hecho que no fue debidamente difundido y es que la periodista de la agencia estadounidense AP Dale Gavlak habló con varios «rebeldes» vecinos a Ghouta, cerca de Damasco, quienes le confesaron que fueron ellos quienes usaron esas armas tóxicas, enviadas por Arabia Saudita, y como no estaban entrenados para su uso, murieron 12 de ellos mientras las disparaban el 21 de agosto, pereciendo centenares de personas. Extrañamente, estas informaciones no circularon por los canales habituales de la AP, sino a través de Infowar, el domingo pasado.
Esta versión desmiente la de Estados Unidos, que la ha divulgado antes de conocerse el informe de la ONU que estuvo en el sitio de los acontecimientos. Tal como lo hizo antes de la invasión a Irak.
El interés de EEUU es el dominio del Medio Oriente, y el control de las mayores reservas de gas del mundo que están en el Mediterráneo. Como siempre, sus intereses económicos, por encima de llevar la democracia y las libertades.

Eleazar Díaz Rangel, 

Director de Últimas Noticias, Venezuela


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