LA CORRUPCION UN TEMA DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL

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La corrupción no es solo un problema de nuestras políticas internas. Se ha ido transformando en una cuestión de la política internacional. La información sobre una reciente reunión nos permitirá reflexionar sobre este tema.

Hace dos semanas culminó en Londres una “Cumbre” contra la corrupción. Participaron funcionarios de 28 países entre ellos nuestra Canciller, Susana Malcorra. Asistieron 4 jefes de gobierno (Inglaterra, Nigeria, Afganistán y Colombia), el Presidente del Banco Mundial, la directora del FMI y el secretario de Estado Norteamericano.

Entre los hechos más llamativos, vinculados a esa reunión, se puede destacar: La tendencia a plantear mecanismos que permitan perseguir bienes de personas imputadas de corrupción, sin esperar el fallo final de la justicia; la posición del Secretario de Estado norteamericano, quien la equiparó al terrorismo; el planteo ruso en el sentido que sus conclusiones no sean vinculantes.

Tampoco son detalles que se puedan obviar la proximidad de esta reunión con la publicación de los “Panamá Papers”. Además es sabido que en los países del Commonwealth, la comunidad de naciones británicas encabezada por la Reina de Inglaterra, funcionan dos tercios de los “paraísos fiscales” que son el núcleo central donde van los fondos de la corrupción mundial. La mayor parte del “otro tercio” de los paraísos fiscales está radicado en territorio estadounidense.

Lo anterior haría pensar que esta reunión no fue más que una “tapadera” a la corrupción en la que podrían estar involucrados sus organizadores.

br temer golpistaSin embargo hay elementos que obligan a mirar también en otra dirección. Da la impresión que el interés, de los centros de poder mundial, sobre el tema de la corrupción tiene que ver con el fenómeno de concentración de poder que el propio sistema mundial del capitalismo va generando. Justamente la corrupción es uno de los principales “caballitos de batalla” para la actual ofensiva del poder imperial sobre varios gobiernos latinoamericanos. Lo comenzaron utilizando sobre gobiernos que no son de su agrado, pero lo mantienen como un “arma” para fortalecer su control sobre otros gobernantes y de ese modo alcanzar sus objetivos. La propia publicidad que rodea a la inclusión de Mauricio Macri en las listas de los “Papeles de Panamá” da la impresión que forma parte de esa metodología. En un sentido parecido, la extendida red de corrupción que se ha divulgado en Brasil le ha permitido afirmar al poderoso The New York Times que “Dilma no robó nada y fue juzgada por una banda de ladrones”, recordando que “de los 23 miembros del gabinete 7 están procesados y 12 participaron en las coimas de Petrobras”. Con una denuncia de esas características imaginemos la capacidad de autonomía que tiene ese gabinete para definir políticas que puedan confrontar con el poder mundial.

Todo ello permite insinuar que este “combate a la corrupción” tiene como uno de sus objetivos fortalecer las formas de control sobre los gobiernos de diversos países. No olvidemos las múltiples informaciones en el sentido que detrás de los “Papeles de Panamá” están las estructuras de inteligencia norteamericanas.

De ese modo, más que “combatir la corrupción”, garantizan centralizar (en sus propias manos) el manejo de los recursos provenientes de la misma, a través de los “paraísos fiscales” que ellos controlan, al mismo tiempo actuar sobre los funcionarios (incluidos los presidentes) cuando ello convenga a sus intereses.

A la avaricia de los ideólogos de este sistema habría que recordarles que están “jugando con fuego”.

Juan Guahán

 

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