LA DEMOCRACIA CHINA

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“En China somos victoriosos porque no tenemos democracia”; “China camina hacia la democracia”; “En China no hay democracia”; “En China hay otro tipo de democracia” Estos son algunas manifestaciones que surgen cuando, en diversos lugares del mundo y en estos días, aparecen preguntas por la democracia en China. ¿Qué nos importa a nosotros el tema de la democracia China? Sí importa y mucho. Básicamente por dos razones. Una, porque China va camino de ser la primera potencia mundial. Dos, porque en los países occidentales –nosotros entre ellos- se está debatiendo sobre el tema de lo que hoy se conoce como democracia.

En primer lugar hay que señalar que la palabra “democracia” resuena en nuestros oídos de un modo aún más halagador que un dulce a nuestras papilas gustativas.

No es imaginable un político de estos tiempos que desprecie a la democracia, de hacerlo inmediatamente sería denostado y separado del rebaño mayoritario.

Ante lo dicho cabe aclarar que la democracia, tal como la conocemos nosotros, no rige en todo el mundo y mucho menos desde siempre.

Esta democracia que conocemos no tiene mucho más de dos siglos de existencia, tiene su origen y mayor desarrollo en los países conocidos como “occidentales”.

En nuestros países, que forman parte de esa cultura occidental venida con la conquista europea, la democracia ha quedado asimilada constitucionalmente a las ideas de: Sistema representativo (gobiernan los “representantes”), multipartidario (sistema de varios partidos) y con división de los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). Otras ideas de democracia vinculadas a la posibilidad de una mayor participación social del pueblo organizado, poder asambleario, revocabilidad de mandatos y responsabilidad –con rendición de cuentas- de los voceros o gobernantes, han sido relegadas y están fuera de la discusión de los “políticos”, es decir las personas que hoy se ocupan del tema de la administración de las distintas instancias del Estado. (Nacional, provincial, municipal). Estas democracias actuales nos han sido impuestas, en los últimos 2 siglos, por nuestra perspectiva de pensar como si fuéramos europeos y por la presión cultural de los países dominadores. Para hacerlo posible, los 30 mil años de vida anterior de los pueblos originarios y sus sistemas de organización social han sido negados y esos pueblos destruidos y llevados al límite de su aniquilamiento.

A diferencia de esta experiencia, la China milenaria, que ahora emerge como poderosa, logró mantener y desarrollar su propia identidad y formas de organización de acuerdo a su evolución y experiencia histórica.

En China se debate sobre la democracia que están construyendo y hay una fuerte tendencia en el sentido que ella no debe asentarse sobre las mismas ideas que sirven de base a la democracia occidental. En esa dirección la dirigencia china quiere evitar que su democracia sea una transición hacia otro tipo que se parezca a la occidental.

Al mismo tiempo toda la propaganda occidental va dirigida a promover la idea de democracia y sus instituciones que occidente ha desarrollado. Este es uno de los grandes debates ideológicos, al interior de China, de los tiempos por venir.

Ya no solo desde China, también desde medios occidentales, llueven críticas a la actual democracia occidental. El conocido diario EL PAÍS de España señala que “Frente a los devastadores golpes de la crisis económica, muchos Estados occidentales renguean en la búsqueda de soluciones, enmarañados en actitudes cortoplacistas, secuestrados por miopes intereses partidistas, chantajeados por poderosos grupos de presión, asustados por el creciente malestar social”. Por cierto que las dictaduras militares que padecimos han sido mucho “peor el remedio que la enfermedad”, Ello no debe impedir que se sigan buscando otras formas de organización con mayor participación del pueblo en las decisiones.

En la denominada “democracia china” se combinan elecciones y meritocracia. Las elecciones libres y democráticas para elegir a los gobernantes de las aldeas, quienes además deben rendir cuentas de sus actos. En la nominación de las autoridades de mayor nivel rige el principio de la meritocracia y hay diversas formas para su designación, en ningún caso hay votación del conjunto de la población. El conocido líder español, Felipe González tiene dicho que “Pese a que en China no haya elecciones más allá del nivel de aldea, por lo que sabemos, no por ello ha dejado la gente de dar su consenso al sistema, ya que creen que es capaz de obtener resultados” estas observaciones sobre la “democracia occidental” y la “democracia china” es una invitación a pensar, nosotros mismos, mirando hacia adentro y hacia atrás para ver que nos dice la historia de nuestra propia sociedad respecto a esta cuestión, clave de los tiempos que vienen.

Juna Guahán

 

 

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