La desigualdad globalizada

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoEn el corazón de la globalización se encuentran una serie de contradicciones que delatan los grandes costos asociados a un fenómeno planetario que afecta duramente a los países más pobres. Cinco de cada seis millones de personas que habitan el planeta viven en países pobres. Con 500 millones de personas, el África Sudsahariana dispone de menos del uno por ciento del ingreso mundial.

A escala planetaria, uno de cada dos niños sufre de malnutrición. Más de 3 mil millones de personas, la mitad de la humanidad, viven con menos de dos dólares por día, para comer, alojarse, educarse, tener salud, vestirse y transportarse.

Al respecto, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, nos recuerda que, a pesar  de las promesas realizadas en las últimas décadas del siglo XX en cuanto a la reducción de la pobreza, el número de pobres se ha incrementado en 100 millones de personas. Esto ha ocurrido mientras la economía mundial ha crecido en un promedio de 2,5 puntos porcentuales anuales.

Entre los años 2000 y 2002 el número de pobres en América Latina creció un 7,6 por ciento. Esto significa que en la región el total de pobres ascenderá a más de 220 millones, lo que representa el 44 por ciento de la población. La cifra también representa un incremento de 3,2 por ciento respecto de los 214 millones registrados en 2001, es decir: siete millones más de pobres.

Las desigualdades de ingreso también se reflejan en la disparidad de consumo material. Se estima que el 20 por ciento de la población mundial más rica es responsable del 86 por ciento del total de gastos de consumo privados. Utiliza el 58 por ciento de la energía mundial, el 45 por ciento de toda la carne y el pescado, el 84 por ciento del papel, posee el 87 por ciento de los automóviles y el 74 por ciento de los teléfonos.

En contraste, el 20 por ciento de los más pobres del mundo consumen o acceden al cinco por ciento, o menos, de cada uno de esos bienes y servicios.

Es por ellos que la distribución internacional de los ingresos resulta decisiva en la lucha contra la pobreza. Sin considerar otros factores, cuanta más participación tengan los países en desarrollo en la economía global, más alta será la renta media. Incluso pasos pequeños hacia la redistribución podrían tener efectos pronunciados sobre la lucha contra la pobreza. Desgraciadamente se los da en la dirección equivocada.

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* Economista, Director de Océana, Oficina para América del Sur y Antártica.

Nota publicada por la agencia de noticias brasileña Adital (www.adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=14664).

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