La fotografía, entre las artes y los oficios

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R.W.

Entre las cosas que parecen caracterizar a nuestra especie se destacan inventar nuevas formas y técnicas para aprender de nuevo a hacer lo que sabemos hacer bien y luego echar de menos el "modo antiguo" de hacerlo. Cada técnica que se impone, impone también un dejo de nostalgia. Probablemente nunca fue mejor –ni más grato, cómdo o fàcil– el tiempo pasado, pero ensoñarlo, a veces con melancolía, nos prepara para los próximos saltos.

 

El silencio fue antes que la música y los tonos del gris previos a la reproducción coloreada del mundo. En la actualidad el silencio es un lujo que pocos soportan –y menos pueden pagar– y no imaginamos con exactitud cómo veían el mundo los fotógrafos de antaño, antes del advenimiento de la película que posibilitó verlo con sus colores, reales o aproximados.

¡Todo es tal fácil con una cámara digital!: miras, ves, pulsas un botón minúsculo y ahí está el resultado de tu observación. Las tecnologías digitales te permiten hacer girar la imagen, acercarla, alejarla, reencuadrarla, imprimirla o borrarla en cosa de segundos. No hace tanto se decía que apretar el obturador de una cámara fotográfica no era más que iniciar el proceso de obtener una fotografía.

Es ese rescate el que propone –sin quererlo– un documental por años perdido: La fotografía y su revelado. Algunos expertos piensan que debe haberse filmado en 1916, otros –con no menos razones– afirman que su data es 1924. No se realizó, pues, por un afán nostálgico; bien pudo haber sido un trabajo que facilitara la discusión entre entendidos en los oficios de la fotografía y, a la vez, producto de una intención generosa para que los no entendidos comprendieran en su real dimensión esas maravillas que ya eran el cine, la actividad fotoperiodística y, ¿por qué no?, los álbumes y retratos familiares que desde el daguerrotipo, durante la primera mitad del siglo XIX, comenzó a reemplazar las pinturas colgadas en los muros.

La fotografía entró a las casas en los últimos 20 años del XIX por dos vías distintas: una, el resultado de los fotógrafos que recorrían los barrios de las grandes ciudades y viajaban hasta aldeas distantes para "inmortalizar" por un estipendio a las familias, y la otra producto del desarrollo de las técnicas de impresión, que puso a disposición de los periódicos de la época la posibilidad de mostrar al menos parte de lo que relataba la crónica.

Parte, y dependiendo de la luz ambiental, que el "flash" se popularizó en la fotografía profesional recién a fines de la década de 1881/90.

Este filme, rigurosamente silente, se hizo en Estados Unidos. Salvo el sepia, no hay tampoco colores en él, pero nos ayuda– a casi un siglo de haberse filmado– a comprender que la fotografía de verdad comparte sin quiebras tanto el mundo del arte como el de la tecnología. Que si la fotografía no es un arte se discutió hasta pasada la mitad del siglo XX.

La fotografía y su revelado parecerá una película extraña; se ven en ella, por ejemplo, grandes máquinas –las ampliadoras de imagen– en la estructura de los laboratorios fotográficos de antaño; no hay relato propiamente hablando, y dura poco más de 10 minutos. De alguna manera nos sitúa en un lugar privilegiado para comprender un salto que cambió para siempre nuestra percepción del mundo: aquel entre la letra y la imagen.

El filme pertenece a la cinemateca de Roberto Di Chiara (www.robertodichiara.com).

 

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