La insostenible postura de la Unión Europea con Cuba

854

Cristina Xalma*
Ultimamente, si la política exterior de Europa manifiesta algún claro punto flaco en su postura frente al respeto a los derechos humanos, ese punto se llama, sin lugar a dudas, Posición Común frente a Cuba. Política nacida en 1996 de la mano del entonces presidente español José María Aznar, y cuajada en el marco de los jugosos acuerdos económicos de éste con su amigo y socio Jorge Mas Canosa (presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana de Miami).

 

Esta política, ratificada anualmente, lleva casi 15 años condicionando la normal relación económica de Cuba con los países de la UE a “mejoras” en los derechos humanos y a pasos hacia una democracia que responda a los parámetros propios del multi (o incluso mejor, del bi-) partidismo.

Mientras tanto y de manera, si se quiere, paradójica, si se prefiere, hipócrita, la Unión Europea firma acuerdos de relación comercial y económica preferente con países responsables de flagrantes violaciones de los derechos humanos y con escasas cuotas de democracia interna como son, por nombrar sólo algunos, Israel (con condenas de Naciones Unidas incluidas), Colombia, Guinea Ecuatorial, México e incluso la Honduras impune y emergente del Golpe de Estado de junio del 2009, donde siguen sucediéndose la represión y los asesinatos selectivos de quienes defendieron al legítimo Gobierno de Manuel Zelaya. Uno de los argumentos a los que se ha aferrado la UE para mantener dicha postura, ha sido la existencia de la denominada “disidencia” cubana y del encarcelamiento de 75 de ellos en abril de 2003.

Es importante destacar que estos 75, los únicos que Amnistía Internacional (AI) asume como presos políticos, forman parte de un grupo de opositores caracterizados, hasta hace muy poco, por su atomización; su división y descoordinación; sus vínculos –y la recepción de fondos– con el Gobierno de Estados Unidos; y por algo no menor, como es el mantenimiento de unos discursos no sólo muy alejados de los problemas reales de los cubanos sino, para mayor agravio, muy destructivos con el proceso revolucionario cubano, cuestiones éstas que los han mantenido muy desligados de la población.

En este marco, y ante la próxima cita de septiembre de 2010, cuando la UE va a volver a manifestarse respecto al mantenimiento o la eliminación de la Posición Común hacia Cuba, los pasos dados por el Gobierno de la isla para excarcelar a 52 de esos disidentes (los otros 23 ya habían sido excarcelados), han sido no sólo positivos, sino muy inteligentes.

En efecto, en clave interna, las excarcelaciones vuelven a dividir a una casi inexistente disidencia, que había encontrado en las recientes y mediáticas huelgas de hambre cierto motivo de unidad. En lo externo, deja a Europa en evidencia y sin el débil argumento de los presos políticos, pasa la pelota a su tejado y la deja sin excusas y sola frente a su propia coherencia; una coherencia que debería forzar inevitablemente una inmediata eliminación de la Posición Común.

Aunque sólo fuera por intereses económicos, a la UE le convendría, efectivamente, caminar en esa dirección. Y es que en los años en que la Posición Común se ha mantenido, Europa no ha hecho más que perder peso económico en la isla. Para mostrarlo con un solo dato, desde el año 2000 (cuando, por distintos motivos, empieza a notarse este efecto) hasta el 2009 (último del que hay datos disponibles), la participación de la UE-15 sobre el intercambio comercial de Cuba ha caído desde el 35% hasta el 28,4%. El retroceso de Europa se ha producido en favor de socios como Venezuela y China, que en esos mismos años y de manera conjunta, han pasado a representar del 22% al 40% total del intercambio comercial.

Respeto a los Derechos

Sin argumentos, pues, en términos de vulneración de los Derechos Humanos y con la evidencia de que la Posición Común europea perjudica los intereses económicos de sus países miembros, el próximo mes de septiembre, la UE debería dar el paso de normalizar su política y su relación con Cuba.

Recordando la hipocresía de la que hablábamos al principio, la incógnita reside en si Europa está realmente preocupada por contribuir a un mundo respetuoso con los derechos de todos, o si su motor conductor es otro y lo que quiere, en Cuba como en otros sitios, es un mundo con un modelo político y económico sujeto a los dictámenes del neoliberalismo y, con ello, a la posibilidad de generar un pastel económico mayor que el que, con sus márgenes, le ofrece la Cuba socialista.

Esto no sería extraño, visto cómo Europa se ha plegado estos días a los dictámenes de un mercado que ha llevado a países como Grecia, Portugal y España a políticas económicas socialmente injustas. Más aún conocida su complicidad y no condena de barbaries que violan el derecho internacional, como los vuelos de la CIA, las torturas de Guantánamo, los bombardeos a Gaza o el reciente asalto a la Flotilla de la Libertad. Puede ocurrir, por lo tanto, que en septiembre la UE decida sacarse su careta y sin ya muchos argumentos que esgrimir, decida mantener la Posición Común hasta que Cuba renuncie al modelo socialista y se convierta, en un ansiado y apetitoso pastel económico al servicio de los verdaderos y no reconocidos intereses de la Europa del capital.

*Economista española
 

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.