La izquierda griega rechaza el ajuste: «El pueblo votó en masa contra el brutal ajuste»

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El debate sobre el ajuste en Europa quedó   al rojo vivo luego de que el líder izquierdista griego encargado de formar gobierno advirtiera que si llega al poder, su país ya no se sentirá obligado a aplicar las medidas exigidas por el FMI y la Eurozona a cambio de asistencia financiera. También exigió una revisión de la deuda griega y una moratoria sobre la parte de ella que considera demasiado “onerosa”.

Alexis Tsipras, líder de la alianza antiajuste que fue la sensación de los recientes comicios, también exigió una revisión de la deuda griega y una moratoria sobre la parte de ella que es “onerosa”, en comentarios que sacudieron a los mercados e hicieron ue la Bolsa de Atenas cayera otro 3,5 por ciento, tras perder ayer 7 puntos. Los comentarios de Tsipras, un ingeniero de 38 años, fueron hechos dos días después de que los griegos castigaran a los partidos tradicionales y pro ajuste en elecciones legislativas en las que casi el 70 por ciento del apoyo fue para fuerzas opuestas a las medidas de austeridad atadas a los rescates financieros que recibió el país.

“Los partidos pro rescate ya no tienen una mayoría en el Parlamento para votar medidas destructivas para el pueblo griego”, dijo Tsipras, cuyo partido Coalición de Izquierda Radical salió segundo, entre los históricos Nueva Democracia (ND, conservador, que fue primero) y el socialista Pasok, que terminó tercero. “No hay forma de que volvamos a hacer entrar a escondidas lo que el pueblo griego tiró. El pueblo votó en masa contra las brutales políticas de ajuste”, agregó.

En una rápida reacción al creciente descontento en los países con problemas de deuda, Alemania volvió a advertir a Grecia que espera un gobierno “sensato” que cumpla los términos de los rescates, los cuales evitan un default griego y mantienen a salvo a los grandes bancos (alemanes y franceses) tenedores de sus bonos.

Tsipras y su coalición Syriza lograron el 16,8 por ciento de los votos y 52 bancas de las 300 del Parlamento, y ayer el dirigente recibió mandato de formar gobierno de parte del presidente, luego de que el líder conservador Antonis Samaras, cuyo partido ND salió primero con el 18,9 por ciento y 108 escaños, lo intentara ayer, pero fracasando. Grecia tiene una forma de gobierno parlamentaria y, como ningún partido logró los votos para gobernar solo, la única salida al laberinto político de los griegos es formando una coalición que tenga una mayoría legislativa lo suficientemente sólida como para garantizarse gobernar en tiempos difíciles. “Este es un momento histórico para la izquierda y el movimiento popular, y una gran responsabilidad para mí”, señaló Tsipras tras recibir el encargo del presidente Karolos Papoulias, y añadió que espera formar un gobierno que “ponga fin a los acuerdos de servilismo”.

Los resultados de las elecciones en Grecia incrementaron las dudas sobre la capacidad o disposición del país a mantenerse solvente y a permanecer en la Zona Euro, que debería abandonar en caso de cesación de pagos. Si fracasan los esfuerzos para formar gobierno, el país deberá celebrar nuevos comicios el mes próximo. Esta posibilidad aumenta los temores de los sectores más pro ajuste –partidos tradicionales griegos, la banca europea, Alemania y otros países– de un default de Grecia que deje sin cobrar a los grandes bancos e inversores y profundice la crisis de la Eurozona, ya de por sí agravada por la situación de España.

Estos sectores esperaban que Grecia aprobara el mes que viene nuevos recortes por 14.500 millones de euros para poder seguir recibiendo el dinero de los rescates. Para obtener estos préstamos, Atenas recortó salarios, pensiones, educación, salud y en casi todo otro ámbito posible, pero dos años de “austeridad” sólo empeoraron la recesión y el desempleo, que está en un nivel record superior al 21 por ciento.

Tsipras también urgió a Samaras y al líder del Pasok, Evangelos Venizelos, a renegar de los compromisos que asumieron con los acreedores externos del país mientras estuvieron en el gobierno. Pero Samaras rechazó rápidamente la propuesta de Tsipras, la tildó de “increíblemente arrogante” y advirtió que podría “arrastrar al país al caos” y provocar su expulsión del euro.

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