La lógica de morir decapitado en Irak

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Berg fue capturado el 24 de marzo -por la policía local de Mosul, que obedece a las fuerzas de la ocupación- por la posibilidad de estar «involucrado en actividades sospechosas». Su familia asegura que en esa fecha, en comunicación telefónica, les dijo que regresaba el 31 de marzo; ese mismo día el FBI le dijo a la familia que estaban tratando de confirmar la identidad del muchacho. El 5 de abril, los Berg presentaron una demanda alegando que su hijo estaba retenido ilegalmente por el ejército estadounidense. Al día siguiente es dejado en libertad, pero se le pierde el rastro.

Cinco semanas después fue degollado y decapitado «en vivo y en directo por televisión». No resulta, entonces, tan descabellado pensar en una maniobra de la Casa Blanca y de los banqueros de la Reserva Federal -hecha por medio de la CIA- para contrarrestar la mala fama de las torturas a los prisioneros iraquíes. La muerte de Berg proporciona un horror que se carga a los «terroristas de Al Qaeda» o iraquíes, que es casi lo mismo para nuestra cultura occidental y cristiana.

Los marquetineros del horror y de las conquistas saben como balancear a la opinión pública respondiendo a cada espanto con otra atrocidad. Siguiendo la lógica más elemental, estos supuestos terroristas bien saben que una ventaja tan grande como conseguida al hacerse públicos los casos de torturas -a los presos en las cárceles de Irak- no se desperdicia mostrando al mundo otro horror, que supera al cometido por las fuerzas estadounidenses.

La degradación fue, al menos, autorizada

¿Pero si no fueron los de Al Qaeda ni la resistencia quienes degollaron hasta decapitarlo al joven estadounidense? En una guerra nada se hace inútilmente. Todo tiene un significado preciso de recados y respuestas. Ganar a la opinión pública es más importante que ganar una batalla, y es ahí donde actúan las fuerzas de la CIA estacionadas en Irak: reparan lo más sensible de los errores de la comunicación. Desde este punto de vista la muerte de Nick Berg es totalmente inútil a la causa iraquí. ¿Porqué añadir horror al horror?

En el ambiente «profesional» de la guerra las torturas eran sabidas. Está claro que los presos no son tratados con caramelos coloridos suavemente azucarados. Basta prestar atención a las fotos para darse cuenta que aquello era una rutina habitual de las fuerzas de ocupación. Es una falta de respeto a la inteligencia y al poder de observación de las personas hacerlas pasar por un hecho fortuito u ocasional. El análisis de las fotos permite inferir que hay perros entrenados para tener a raya a los presos desnudos.

Da la sensación de que es -o era- un rito habitual- que una militar estadounidense arrastrara atado con una correa un preso iraquí desnudo, o que en tono de broma y sonriente apuntara, haciendo un revólver con los dedos, a los genitales expuestos de un prisionero, o -por último- mofarse del el cadáver o de la agonía de otro a causa de las torturas.

No se pueden lograr imágenes semejantes si no hay consentimiento generalizado. Para hacerse fotos de souvenir se debe tener una conciencia ya aberrada por un ambiente que se respira a diario. Todo era tan habitual y permitido que se superó y se acostumbró al espanto que provoca ver esa degradación.

Estrategias perversas

El fuerte mensaje que envían las fuerzas estadounidenses a la resistencia iraquí desespera a sus gobiernos aliados -como el de Italia- acostumbrados a un manejo político diferente con su pueblo. Ese mensaje sería: «OK. Consiguieron (los iraquíes) una buena ventaja publicitaria, pero los alcanzaremos. No dimitirá Rumsfeld -que viajó al país ocupado de muy buen humor («ya ni leo los diarios», dijo) y castigaremos con severas promesas de juicio ante un juzgado militar a quienes aparecen en las fotos o pulsaron el obturador. Mas ahora cuídense, porque les adosaremos un acto de barbarie final -el degollamiento- para hacer olvidar las atrocidades que cometemos en vuestra tierra. Así equilibramos una atrocidad con otra».

Estrategia pura. Pensamiento práctico y racional para no perder el control de la situación. ¿Qué importancia tiene un muerto a más si ese muerto puede hacer relativizar a la opinión pública las torturas que se descubrieron?

Se hizo hasta con jefes de Estado «amigos» cuando se volvieron inútiles y no aportaban a la causa. Somoza. que se resistía a dejar el poder, perdió Nicaragua cuando un periodista estadounidense fue asesinado sin razón y fríamente por un guardia -que lo hizo tenderse para después dispararle como que se tratara de una bolsa de papas. Naturalmente, y como convenía, una cámara de televisión registró prolijamente todo. Para eso están los medios de comunicación… Para emocionar la platea televisiva.

En la primera guerra de Irak en 1990 se esgrimió un patito empetrolado que las voces «en off» de los locuaces y desaprensivos locutores-periodistas aseguraban era fruto del derrame de los pozos bombardeados por Saddam Hussein. Y no faltan historiadores que afirman que los generales estadounidenses. iniciaron la II Guerra Mundial aniquilando un sumergible japonés en Pearl Harbour, con la consecuente dura respuesta bélica de Japón. Por años nos hicieron creer que los japoneses habían atacados esa base militar sin motivo alguno.

Acelerar la globalizacion

Esta horrible decapitación esa muy oportuna para rescatar el horror que provocan las políticas de Bush en el frente interno con sus maniobras de guerra y torturas en Oriente Medio. Muy oportuna para los invasores y sin sentido para los invadidos. Toda la operación huele a CIA, la organización de análisis y espionaje estadounidense entrenada para llevar adelante todo tipo de atrocidades.

La opinión pública se puede intentar formarla a gusto de los consumidores y el crimen de Berg es una arma, no tan solo útil para mostrar al mundo lo «salvaje» que es el enemigo, sino también para dar un argumento a los gobiernos aliados acerca de las razones por las cuales ahora es más que nunca necesario quedarse en Irak para establecer un orden en el medio de tanta barbaries. Argumentos que aquellos repetirán a sus ciudadanos disconformes. Ya hay en curso comparaciones hechas por analistas e informadores -no pensantes pero sí complacientes- para dilucidar si es más horroroso el degollamiento o las torturas practicadas por las fuerzas de la coalición.

Así va adelante el mundo en esta era donde todo se globaliza, hasta el espanto. Por ahora ha sido ganada una batalla: ha sido desarticulado tanto el periodismo de investigación -o lo que hay es falso, menciones a los «partes de prensa y documentos cuidadosamente seleccionados- como aquel que debiera analizar en profundidad la triste realidad que nos rodea.

Una pregunta final: ¿Al Qaeda y Ossama ben Laden no serán otro invento de la CIA -como lo fue Saddam Hussein-?

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* Luigi Lovecchio es fotógrafo y periodista. Italiano, residió muchos años en Brasil y lo hace en la actualidad en Argentina. Dirige en Buenos Aires la revista electrónica www.losbuenosvecinos.com.ar

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