La mentira de Chile

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Álvaro Cuadra*

Una de las paradojas que vive el viajero nacional al encontrarse en el extranjero, es la imagen ideal que se tiene del Chile actual. En diversas latitudes se cree que este pequeño “jaguar” del Cono Sur vive una democracia progresista, donde sus habitantes gozan de los beneficios de una economía social de mercado al más puro estilo de los países desarrollados. En fin, el “milagro chileno” es el ejemplo a seguir por el resto de América Latina, el primer país en salir del subdesarrollo. Nada nuevo bajo el sol.

Cada cierto tiempo, las grandes cadenas mediáticas al servicio de grandes intereses, convierten a un país en ejemplo para los demás. Tras el golpe de estado en Brasil en 1964, se comenzó a hablar del “milagro brasileño”, lo mismo ocurrió con la Venezuela saudita de los setentas. El Chile de los noventas, heredero de la dictadura de Pinochet, se vendió al mundo como el “modelito” del éxito. Al punto que los entusiastas capitalistas criollos gritaban “Bye Bye Latinamerica”.

Basta un mínimo de seriedad para desmontar la farsa.

La imagen de éxito de los noventas habría que contrastarla con la década anterior para descubrir el montaje. En 1985 Chile era un pobre país de América del Sur donde su ejército asesinaba ciudadanos en las calles de la capital, con una cesantía que bordeaba el 20% y con una pobreza extrema próxima al 40% de la población. Como sabemos, no hay “milagros” en la historia, el Chile de los noventas mantuvo no sólo la Constitución Política escrita por Augusto Pinochet, sino el modelo económico impuesto por los militares.

En una palabra: hasta el presente, la verdadera imagen de Chile ha estado marcada por la desigualdad, la pobreza, la impunidad y el luto.

Chile es un país donde el quintil más rico de la población se queda con más del 60% de la riqueza nacional. Chile es un país que exhibe uno de los índices de desigualdad más altos del mundo. Un país donde las leyes han sido hechas a la medida de la impunidad de quienes protagonizaron graves violaciones a los Derechos Humanos, un país donde Augusto Pinochet pudo morir en paz, recibiendo las misas de rigor y con los honores de su ejército. Chile es un país donde todavía se desentierran cadáveres que atestiguan la tortura y el crimen.

La mentira de Chile que se proclama al mundo como “Imagen País”, defendida por empresarios y gobiernos, más interesados en recibir dólares a cambio de manzanas que de los pobres, es la impostura de un país que quiere vivir de espaldas a su historia. La mentira de Chile, delata la profunda cobardía de sus elites, civiles y uniformados, incapaces de asumir el más mínimo sentido de la decencia y el respeto a los muertos. La mentira de Chile es querer perpetuar un orden añejo e injusto, condenando a las nuevas generaciones de chilenos a vivir una indigna vida a medias.

El verdadero milagro chileno, como todos los milagros, cristaliza secretamente en el corazón humano como una luz que ilumina en la oscuridad. Es cierto, la verdadera estrella de Chile es el destello esperanzador que está en el fondo de la mirada de cada hombre, mujer y niño humilde de este país, pero está en todo.

* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados ELAP.
En: Arena Pública, Plataforma de Opinión de Universidad ARCIS.

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