La misión de paz en Haití desde la mirada de un soldado argentino

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Anahí Angelini*

En junio la Argentina mandará la sexta delegación al país. Para poder ser parte del contingente, los aspirantes deben someterse a un riguroso proceso de selección.

Es válido recordar que en febrero del 2004 la rebelión encabezada por Betteu Metayer, luego del asesinato de su hermano en manos del gobierno, provocó una situación crítica que terminó con la presidencia de Jean Bertand Aristide, dejando como resultado un país acéfalo, sucumbido en la violencia, el hambre y la miseria.

 

 

En esa ocasión, inmediatamente el Consejo Superior a través de la resolución 1542 aprobó el envío de tropas al lugar y en el marco de esta decisión, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala, Perú y Uruguay mandaron cuerpos militares que en la actualidad suman más de 7.500 soldados, entre los cuales se encuentran efectivos policiales de China, Jordania, Nigeria, Pakistán y Senegal.

La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) fue desplegada en Haití desde junio de 2004.

Pero, a casi cuatro años de aquel suceso cabe preguntar: ¿Cuál es el estado actual de las tropas argentinas en el país caribeño?

En ese sentido, es importante destacar que el alistamiento a las misiones de paz es voluntario y para poder ser admitidos, los soldados integrantes de las tres fuerzas –el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea- deben firmar un documento por el que se hacen responsables de todo lo que pueda ocurrirles mientras dure el servicio en Haití.

Sin embargo, para ser aceptados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el soldado debe someterse a un proceso de selección riguroso, basado en exámenes psicológicos y físicos.

“¿Tenés miedo?”, fue la primera pregunta que le hizo el equipo de psicólogos a uno de los soldados de la Armada que viajará en junio como parte de la sexta delegación que envía Argentina.

En conversación con APM, este uniformado dio detalles acerca de la situación de las milicias argentinas en Haití, aunque prefirió mantenerse en el anonimato por cuestiones de “seguridad y confidencialidad”.

Como parte de la preparación, las tropas argentinas reciben un entrenamiento militar de tres meses, que en el caso de los soldados de la Armada se realiza en Puerto Belgrano, principal base naval ubicada al sur de la Provincia de Buenos Aires.

“Nuestra misión en Haití es humanitaria y de paz pero cada uno de nosotros debe estar preparado para enfrentar un medio absolutamente agresivo. No sólo por el hambre y la violencia, sino también por las condiciones propias del territorio. A mi delegación le toca lidiar con la temporada de huracanes y tormentas, y estamos entrenados para afrontar todo lo que esas situaciones conllevan, como por ejemplo las pestes que se diseminan luego de las inundaciones y las muertes que esto produce. Yo viajo como parte del comité de comunicaciones y he recibido adiestramiento de cómo manejar los artefactos en condiciones climáticas extremas”, afirmó el soldado.

En la actualidad, los cuerpos de seguridad argentinos están diseminados en tres lugares estratégicos: un batallón en la ciudad de Gonaives, una compañía en Puerto de Paz y otra delegación reside momentáneamente en Puerto Príncipe. A su vez, Argentina envió un hospital reubicable que pertenece a la Fuerza Aérea que está conformado por conteiners que se desplazan de una ciudad a otra, según las situaciones críticas que se van sucediendo.

Allí, no sólo se atienden a soldados heridos de otros países, sino también las problemáticas de salud del pueblo haitiano afectado por las condiciones de extrema pobreza y de marginalidad en la que vive.

Según el militar entrevistado, hace cuarenta días que el batallón argentino sufre de problemas gástricos por la ingesta de agua contaminada, debido a que en el país no hay cloacas ni sistemas de purificación. Por este motivo, con cada recambio de las tropas, Argentina envía un buque de transporte con provisiones, medicinas y agua mineral. De todos modos, ese arsenal médico no alcanza a cubrir las necesidades básicas de la población que figura en los índices oficiales de la ONU como el país más pobre de Latinoamérica.

Otro de los requisitos fundamentales para los aspirantes es el plan de vacunación –en totalidad son 14 dosis- que reciben antes de viajar y que es suministrado por la Sanidad de Fronteras y Transportes, luego de haber pasado un examen clínico exhaustivo en los que también figuran un test de HIV, enfermedad que afecta seriamente al pueblo haitiano. A las milicias se las inmuniza contra la Hepatitis B y A, la poliomielitis, la rubéola, sarampión y paperas, entre otros virus.

No obstante, hace quince días la ONU anunció que en el lugar se habían detectado casos de gripe aviar, infección que no estaba prevista en el plan de prevención, lo que demuestra la situación crítica que aún persiste en el lugar, y que en cierto modo se agudiza con el paso del tiempo.

“El haitiano es un tipo inestable. Vive sin luz, sin agua y con hambre. La violencia surge entre ellos, entre los grupos guerrilleros que se disputan armas y drogas. Por eso la misión de las tropas es humanitaria, para contener al haitiano con sus necesidades; y también de paz para preservar el orden y su seguridad. Las misiones van desde la evacuación de ciudades por pestes, allanamientos en búsqueda de armas o el patrullaje en el mar para detectar el narcotráfico de drogas”, aseguró el soldado.

Sin embargo, las misiones no están dando los resultados previstos. Luego de una semana de revueltas violentas, originadas tras el alza de precios de los alimentos de primera necesidad y que produjeron al menos cinco muertos, el Primer Ministro haitiano, Jacques Edouard Alexis, fue depuesto por el senado.

La derrota política que significa la salida forzada del funcionario, es un indicador más de que las misiones de paz enviadas por la ONU siguen fracasando en su objetivo de “crear un entorno de seguridad y estabilidad en todo el territorio para el desarrollo de la democracia y el reestablecimiento y mantenimiento del Estado de Derecho”.

Antes de viajar, el soldado recibe una cartilla con una breve sinopsis de la cultura haitiana y expresiones comunes del creol, idioma criollo de Haití. En el manual se especifica como se debe tratar a un haitiano: “usar expresiones corteses para saludar, mostrar un marcado respeto por los mayores o pedir permiso antes de ingresar a algún sitio”. Así como, los días patrios del país, los medicamentos específicos faltantes y algunas frases comunes traducidas al español para que los soldados puedan entender a la población.

Pero los hechos evidencian que la Minustah ha cometido varios abusos en relación a los nativos: en junio de 2005 tropas brasileñas dispararon a la población causando 23 muertos. A fines de 2006 un operativo militar en Cité Solei dejó cinco fallecidos y en los últimos enfrentamientos tres haitianos perdieron su vida por protestar por el alza de precio de los alimentos.

Según el informe sobre las Minustah que figura en la página oficial de la Armada Argentina, esta es la primera misión de intervención en un país que está a cargo de fuerzas de seguridad sudamericanas, aunque la historia asevera lo contrario.

El operativo militar de inteligencia y coordinación conocido como Plan Cóndor, permitió en la década del ‘70 la coordinación e intervención de los servicios de seguridad de las dictaduras militares represivas del Cono Sur -Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia- en coordinación con la CIA, para perseguir, asesinar y desaparecer ciudadanos tildados de “subversivos”.

Es por este gran antecedente, que a fines del 2007 la Cumbre de los Pueblos del Sur planteó la necesidad de retirar las misiones militares de la ONU al considerarlas ilegítimas y aseguró que Haití es un caso más de la complicidad de los países sudamericanos con las estrategias opresivas y de dominio de los Estados Unidos en el continente.

“Por supuesto que tengo miedo – finalizó el militar argentino-. El miedo es la única manera de preservarte ante la adversidad. Pero soy soldado y tengo la vocación de servicio: cuando peleo es por el bienestar de alguien aunque exponerme me cueste el pellejo”.

A cuatro años del envío de las primeras tropas de la Minustah a Haití, persiste el cuestionamiento de si verdaderamente es lícito y viable imponer la democracia y el orden constitucional a través de fuerzas militares extranjeras, o si es el derecho legítimo de cada pueblo alcanzar la reconstrucción institucional y nacional en forma autónoma. Hasta el momento, todo pareciera indicar que la paz no es una mercancía posible de exportar.

(*) Alumna del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos”, Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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