Las grandes dudas para las elecciones presidenciales uruguayas de octubre

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Sin dudas el gran ganador en las elecciones internas de los partidos uruguayos del domingo 1 de junio fue el abstencionismo, que es el único que ha ido creciendo en forma sostenida desde que se instauraron las elecciones internas con la reforma constitucional. Desde luego que todos los partidos, en octubre, aumentan la votación obtenida en junio, dado que las nacionales son obligatorias. Y también aumentan, sin duda, los votos en blanco y anulados.

De todas formas, si hay algo que ha quedado claro en las pasadas elecciones internas es el sostenido descenso electoral del Frente Amplio iniciado a partir del año 2004, año en que gana el gobierno en primera vuelta.

A partir de ese momento, no ha hecho otra cosa que perder votos elección tras elección, sin solución de continuidad. Comenzó un descenso que tuvo su pico más bajo el 1° de junio pasado (menos votos que en el 71), pero que no debió sorprender a nadie. Ya en mayo de 2005 (elecciones departamentales), los votos obtenidos en todo el país –a pesar de obtener siete nuevas intendencias que se sumaban a Montevideo- fueron menos que los de octubre de 2004. En las internas de 2009 la votación fue menor que en las internas anteriores, y en octubre de ese año se obtuvo un 4% menos que en octubre de 2004.

Pese a todos los esfuerzos por tratar de comunicar a la ciudadanía los logros del gobierno (los que no había sido posible explicar en los cinco años anteriores, aparentemente), no se pudo ganar en primera vuelta y se hizo necesario la segunda. Se obtuvo la mayoría parlamentaria por muy poquito (se perdieron dos diputados), y –cosa nada menor para los antecedentes de la izquierda- se perdieron los dos plebiscitos que promovía (uno de ellos a regañadientes, sin duda), el de anulación de la ley de impunidad y el del voto epistolar.

Sobre aquellas elecciones de 2009 habría mucho para analizar, pero se pueden señalar al menos dos o tres cosas esenciales. En primer lugar, habría que decir que el FA ganó gracias a los tremendos errores cometidos por el adversario. La motosierra de Lacalle fue una bendición, así como las duchas en los asentamientos, el sucucho de Mujica y todo lo demás, que parecía hecho a propósito para perder. También se podría decir que se ganó “pese” a los tremendos errores propios, y como muestra solo vaya un botón: Tabaré Vázquez, en plena campaña electoral, declarando ante los medios de prensa que el candidato de su partido estaba diciendo “estupideces”.

Respecto a los plebiscitos, no hubo mayores esfuerzos por difundir el tema del voto epistolar (tal vez porque las encuestas lo daban como un hecho su aprobación), y la anulación de la ley de impunidad directamente no estuvo en la agenda de los candidatos del FA.

Habría que incluir en la larga lista de declinación electoral lo ocurrido en las internas de 2012. A pesar de haber votado 52 mil frenteamplistas menos que en 2006, todo el mundo estaba contento. Llegó hasta considerarse una muestra de lo buena que había sido la votación, el hecho de que votaron 40 mil ciudadanos por primera vez. Claro, eso en realidad significaba otra cosa, aunque nadie lo quiso ver: en realidad se habían perdido 92 mil votantes con respecto al 2006 (ya que había 40 mil nuevos).

Causas, se buscan

Cualquier ola, hasta la más apacible, responde al gigantesco bullir en profundidad de fuerzas que tarde o temprano aparecen en la superficie. Los resultados del primer día de junio no pueden ser adjudicados (al menos no únicamente) a factores inmediatamente previos a la elección, sino que más bien son el último tramo de una cadena de traspiés electorales cuyas razones nadie ha querido analizar debidamente.

Al parecer pocos están dispuestos a admitir la enorme decepción de muchos frenteamplistas a partir de que el primer gobierno, se apartó de postulados históricos de izquierda. Eso generó la pérdida de miles de votantes, pero fundamentalmente de miles de militantes comprometidos con el proyecto de izquierda. Lo cual generó el vaciamiento continuo de los Comités de Base.

Los síntomas más notorios de esa decepción, fueron el desprendimiento de sectores (el 26 de Marzo y parte de la CI), el alejamiento de referentes históricos y éticos, fundadores del FA como Guillermo Chifflet y Helios Sarthou, el comienzo de la pérdida de votos en Montevideo y otros departamentos frenteamplistas).

Los gobiernos que se alejan de lo que prometieron, o de lo que la gente esperaba de ellos, van perdiendo adeptos a lo largo de su gestión, y es la suma de esos pequeños desprendimientos lo que hace que finalmente pierdan el apoyo mayoritario de la población.

Puede que un gobierno, por ejemplo, pierda apoyo de los grupos ambientalistas, por decir algo. Seguramente una buena parte de los ambientalistas de todo el mundo votan a los partidos de izquierda, porque han sido los partidos y militantes de izquierda los que han puesto en la agenda política la defensa del medio ambiente. Y el gobierno del FA comienza su gestión comprándose un problema mayúsculo con la instalación de una mega fábrica de celulosa (enfrentándose de lleno con ambientalistas de ambos lados del río), y luego permite la instalación de más fábricas de celulosa, y proyecta inversiones de minería a cielo abierto, y puertos de aguas profundas en zonas turísticas, etc. etc, entonces, nadie podrá asombrarse que pierda votos y apoyo en esa parte de la ciudadanía.

Si un gobierno promete justicia tributaria, y lanza a los cuatro vientos la consigna “que pague más el que tiene más”, y luego hace una reforma en la cual descarga el peso de la carga fiscal sobre las clases medias (que no son las que tienen más, obviamente), mientras rebaja los aportes del gran capital, que sí es el que tiene más  (rebajando hasta hacerlo insignificante el impuesto al patrimonio), seguramente perderá apoyos en las capas medias de la población.

Si un partido se presenta como el adalid en el campo de los derechos humanos y en la lucha por la verdad y la justicia en lo que tiene que ver con los crímenes de la dictadura, y luego en el gobierno crea cárceles VIP para los torturadores, hace una ley para terminar con la impunidad que luego no consigue que se vote porque sus propios dirigentes lo evitan, y su máximo exponente proclama a los cuatro vientos que no quiere “ancianos presos”, cuando esos ancianos son los peores especimenes que ha generado este país en su historia, seguramente ese gobierno perderá apoyo entre los defensores de los derechos humanos.

Si un partido basa su funcionamiento y la mística de su historia en la participación de sus militantes en las decisiones, en la elaboración colectiva de sus principios y de su programa, y luego, cuando está en el gobierno, actúa de una forma totalmente contraria, resolviendo los dirigentes por sí y ante sí, aún en contra de lo que piensan sus militantes, no sería de extrañar que ese partido pierda una enorme cantidad de militantes, y tal vez de votos.

Luces amarillas encendidas

Raúl Sendic (h) y Tabaré Vázquez
Raúl Sendic (h) y Tabaré Vázquez

No fueron pocos los dirigentes de izquierda que, antes de asumir el gobierno del FA tenían serias dudas acerca de lo que pasaría, y si realmente sería un gobierno de izquierda, entre ellos destacados dirigentes históricos. Ya muchos años antes, compañeros dirigentes alertaban sobre lo que luego sucedería. El más claro y contundente, sin dudas, José Germán Araújo.

En una entrevista que le hiciera Búsqueda, en febrero de 1993, decía Germán: “Estoy muy preocupado por el futuro del Frente Amplio porque veo que de continuar algunas líneas que vienen exponiéndose, el Frente corre el grave riesgo de perder su esencia. Yo concebí siempre al Frente Amplio como la fuerza de cambio de este país y es la última esperanza que nos va quedando. En ese sentido, nadie aguarda que un gobierno Colorado o uno del Partido Nacional pueda modificar esencialmente las cosas. Sin embargo, hay un cierto pragmatismo que está ganando a algunos compañeros del Frente y se está desestimando la posibilidad de promover un cambio profundo. Da la impresión que algunos compañeros están más preocupados por sus ambiciones personales que por los problemas colectivos”.

Y en el año 2004, Helios Sarthou, advertía que el principal factor que ponía en duda la vocación de cambio del FA era la contradicción entre el proyecto electoral y el proyecto político que vivía la coalición de izquierda. «Me parece -sostuvo Sarthou- que se ha encarado un proyecto electoral en detrimento del proyecto político. Tal vez sea una enfermedad de crecimiento que la izquierda enfrenta en determinado momento histórico. El riesgo es que el proyecto electoral pueda crecer predominando sobre el político. El proyecto electoral es no perturbar el logro del apoyo de sectores, cualesquiera sean estos, y componer lo ideológico para captar a todos.»

Del otro lado, en cambio, comenzaban a ver claramente que sus intereses no iban a ser tocados. En una nota de Búsqueda de noviembre de 2003, se reproducían comentarios del Citigroup en el sentido que “los partidos políticos tradicionales han sido incapaces de impulsar reformas que incrementen el rol del sector privado en la economía», como hicieron otros países de la región en la década pasada. Para el grupo financiero norteamericano, un eventual gobierno del Frente Amplio a partir de 2005 podría «liberalizar sectores clave en los que el gobierno tiene monopolio y expandir el rol del sector privado en la economía».
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Hace un año escribía un artículo para el portal Rebelión, en el que decía: “Para el futuro, el panorama para la izquierda no puede ser más desolador. Para lograr un viraje hacia la izquierda, necesita al menos dos cosas: un programa de izquierda y un candidato de izquierda. Ambas cosas parecen difíciles de lograr”.

Efectivamente, ninguna de las dos cosas se logró. El grupo de los 8, que supuestamente bregaba por un viraje a la izquierda plasmado en el programa, fue poco y nada lo que logró, ante una mayoría socialdemócrata aplastante en el Congreso. Y en cuanto a la candidatura, decía en aquel artículo: “En cuanto a candidaturas, más allá de un fuerte movimiento desde las bases por candidaturas múltiples o alternativas, es más que evidente que el ex presidente Tabaré Vázquez contará con el apoyo mayoritario de los sectores y grupos del FA (…) Un Vázquez que, desde que dejó su investidura, no ha hecho más que mostrar a todo el mundo que es más conservador que lo que uno podía llegar a imaginarse. Su confesión de haber pedido ayuda a Bush contra Argentina, su participación descarada en el plebiscito por la derogación de la ley del aborto, sus planteamientos en torno al cambio de “actitud imperialista” de los EEUU y su llamado a una agenda común con el imperialismo, amén de sus disquisiciones acerca de lo obsoleto de los términos derecha e izquierda, son claras muestras de ello”.

Ambas cosas son hoy una realidad, y no porque yo sea un adivino, sino porque dije lo que la realidad me estaba mostrando. Vázquez era la apuesta de una burocracia dirigente muy cobarde, que temía perder las elecciones y veía en él a un “salvador”, tal vez guiados por esas encuestas de popularidad que uno no termina de saber cual es el gollete que tienen. Encuestas que les vendieron a esa burocracia dirigente pusilánime un Vázquez con una popularidad del 70% y que traducida a votos dentro de una urna se transformaron mágicamente el 1° de junio en un 9,2%.

Y luego decía: “De manera que la situación es clara. Un Frente Amplio que se ha modificado sustancialmente desde lo que fue en su origen -una fuerza de izquierda que pretendía ser la alternativa al conservadurismo de la derecha- hasta transformarse en un partido tradicional más. Que como alternativa hacia el futuro presentará un programa conservador con un candidato más que conservador (tal vez el más conservador de los posibles) para llevarlo adelante”.

¿Qué agrega a esto las elecciones del pasado 1° de junio?

uru constanza y pepeAdemás de la confirmación de una candidatura conservadora, mostró la existencia de un importante núcleo de frenteamplistas que quieren otra cosa diferente, y que sin duda son quienes votaron la candidatura de Constanza Moreira, al tiempo que una masa también importante que concurrió a votar y lo hizo en blanco, junto al gran abstencionismo, que también es síntoma de descontento.

Lo logrado por Constanza y los grupos que la apoyaron es sin dudas heroico. Demostró entre otras cosas que la disciplina partidaria tiene sus límites, que no hay candidaturas inevitables, que se puede lograr mucho sin recursos económicos, a base de esfuerzo militante y con la verdad como único estandarte, etc…Pero a los efectos de lo que pasará en octubre, solo servirá para retener una porción de votos de izquierda que, de no existir su candidatura, huirían despavoridos del FA.

Ahora, al programa conservador y la candidatura conservadora de Vázquez (que por otra parte anunció que pondrá en el ministerio de economía al socialdemócrata Danilo Astori), se agregaría un compañero de fórmula tan conservador como él (opuesto a la legalización del aborto y de la marihuana, a la anulación de la ley de impunidad, etc…).

De manera que no es un disparate decir que el FA perderá irremediablemente las mayorías parlamentarias (al continuar perdiendo votos por izquierda). Esa sería la conclusión lógica de una decadencia del proyecto frenteamplista original que surge de los datos objetivos de la realidad, y que tienen un correlato natural en lo electoral.Y como en el fútbol, se puede perder por jugar mal, pero también se puede perder por lo que hace el contrario, por lo que no hay que menospreciar la inteligencia de los rivales.

¿Se puede revertir esa caída libre antes de octubre? Las primeras declaraciones y actitudes de Vázquez no permiten ni siquiera manejar esa hipótesis. El ninguneo y el destrato hacia su oponente en las internas (que es lo mismo que ningunear a sus votantes), siguen ejerciendo una fuerza centrípeta hacia los votantes de izquierda de la coalición. Su estrategia de ningunear al oponente más importante hacia octubre –Luis Lacalle Pou-, con sus referencias a la sub 20, etc, muestran a un Vázquez sin ideas, muy lejos de aquel que ganara en primera vuelta hace 10 años. Salvo que se jueguen todos los boletos a las tablets para los jubilados, o a la anodina y conservadora consigna de “Vamos bien”.

El aporte de Sendic (autoproclamándose candidato a la vice él mismo apenas terminadas las elecciones), no lo pudo definir mejor el presidente Mujica: juventud y glamour.

La dirigencia frenteamplista mostró inmediatamente de las internas que sigue por el mismo camino. Quienes proclamaban antes de las elecciones que el compañero de fórmula de Vázquez debería ser alguien que mantuviera los equilibrios internos, olvidaron rápidamente que Sendic es exactamente lo mismo que Vázquez, aunque una versión más joven. Ni se les pasó por la mente, claro está, que para mantener los equilibrios, ante un candidato hombre, veterano y conservador, tal vez había que mirar hacia otro lado, y que había una mujer, joven y de izquierda que había obtenido casi los mismos votos que Sendic.

Si a estos factores le agregamos el más que seguro papel que jugará el affaire PLUNA durante la campaña electoral, la mesa está servida.

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Lacalle Pou, cara joven, ideas viejas

Arriesgando números

Los politólogos son expertos en dar números y porcentajes que luego se cumplen a medias o no se cumplen ni un poquito, de manera que si yo que no soy politólogo sino carpintero, doy unas cifras que luego no se dan, difícilmente alguien pueda acusarme de algo. Así que voy a arriesgar una hipótesis numérica, cuya diferencia con las de los politólogos y encuestadoras es que no está basada en ninguna encuesta previa, sino en los datos objetivos que más arriba describí.

En función de ese análisis, en las elecciones de octubre el Frente Amplio no llegaría al 45% de los votos (diría que andará entre el 43 y el 45), frente a un aproximadamente 33% del Partido Nacional (PN) y un 11% del Partido Colorado. Esto estará determinando dos cosas: 1) la pérdida de las mayorías parlamentarias para el FA, y 2) una segunda vuelta en noviembre.Para la segunda vuelta, el final será cabeza a cabeza, ya que ambos partidos crecerán hasta aproximadamente el 47,5%. Difícil pronóstico. Más difícil que pronosticar los finalistas de la copa del mundo.

Como resultado, habrá un gobierno del FA sin mayorías parlamentarias o un gobierno del PN. ¿Es esto muy grave? Solo para aquellos que piensen que el futuro del país se juega entero en lo electoral.

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