Libia, una ex colonia que vuelve al pasado

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Libia, está recorriendo un camino que la conduce nuevamente –en pleno siglo XXI- al sometimiento colonial. Los países centrales –Estados Unidos y Europa- están siendo carcominados por la crisis del capitalismo que ellos encabezan y sostienen. Pero, su poderío militar se mantiene intacto. Al amparo de ese poder procuran sortear esta crisis y mantener su hegemonía mundial.| JUAN GUAHÁN

En el amanecer del siglo XIX la inmensa mayoría de los países eran dependencias coloniales de Europa. Durante ese siglo los países latinoamericanos rompieron esos vínculos políticos. Los africanos fueron rompiendo con el colonialismo, en la la segunda mitad del siglo pasado. La colonia italiana de Libia que, durante la II Guerra Mundial, pasó al dominio de la Gran Bretaña, fue reconocida como Estado independiente en 1953.

Las Naciones Unidas colocarlon al frente del mismo al jeque Sidi Idris –colaborador de los aliados- iniciando el reinado de Idris I. De esta manera este país pastoril se transformó en la primera colonia africana a la que le fue reconocida una limitada independencia. En 1959 Libia pasó a ser un país petrolero. Sus antiguos amos occidentales se quedaron con esa riqueza. En 1969, Muamar Kadhaffi un beduino –coronel del Ejército- sacó al Rey y se puso al frente de un proceso revolucionario.

Éste se inició recuperando el petróleo para los libios y con esa riqueza comenzó un proceso de importantes reformas sociales. Libia se transformó en el país africano con mayor nivel educativo, mejores servicios y mayores ingresos. En ancas de esa riqueza Kadhaffi confrontó con occidente y –para escándalo de los poderosos- apoyó a diversos movimientos revolucionarios. Occidente demonizó a Kadhaffi, el Presidente norteamericano –Ronald Reagan- ordenó bombardear su residencia asesinando a una de sus hijas.

Aquel humilde beduino fue cambiando. Tratando de sostenerse se fue amigando con los países y empresas occidentales. Pero como si fuera realidad aquello de “tu pasado te condena” o, más precisamente, “la venganza es el placer de los dioses” o –porque no- “la necesidad tiene cara de hereje”, lo cierto es que los países de occidente decidieron ir por Kadhaffi y las riquezas petrolíferas de su subsuelo. Las revueltas de jóvenes insatisfechos de Túnez y Egipto y los propios errores de Kadhaffi crearon el clima para iniciar esta batalla. Los agresores apuraron los sones de guerra, buscaron y consiguieron el aval de esa “vieja madame” que es el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprovechando la “distracción” de Rusia y China que miraban para otro lado.

Como –ahora – lo recuerda Jacob Zuma, el Presidente de Sudáfrica y vocero del conjunto de naciones de ese continente, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas “autorizó los bombardeos para proteger a los civiles y facilitar la ayuda humanitaria”, pero no a derrocar a un gobierno o a cometer un asesinato político.

Queda claro que el “objetivo humanitario” solo existe para “consumo de la gilada” y para que los grandes medios de prensa puedan encubrir la realidad del ataque colonialista. Estados Unidos y los demás países de la Alianza Atlántica (NATO), con sus 7600 misiones de bombardeo, persiguen otros objetivos. Quieren el petróleo, como ya lo hicieron con el de Irak. Se los puede ver, como si fueran buitres, disputar los privilegios para su explotación. 

Además necesitan mostrar, para que los pueblos y naciones pobres del mundo no se entusiasmen, que su poderío militar no es “de balde”, que están dispuestos a utilizarlo, tal como lo están haciendo.
Cuando terminen con la parte más dura de la resistencia, entronizarán algún alcahuete para que justifique su accionar colonial y cubra su saqueo bajo las formas que demanda la “democracia occidental”.

*Analista de Question Latinoamérica
 

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