Más presión sobre África: Sudán también es “terrorista”

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Diego Ghersi*
De los cuatro países denunciados como “patrocinadores del terrorismo”, Sudán es el más desconocido, y el que posee la más complicada situación interna.La pregunta que surge gira en torno de los actos terroristas que Sudán habría perpetrado para merecer su inclusión en un selecto grupo mundial, donde todos los integrantes parecen tener el rasgo común de osar oponerse de alguna manera a los intereses de la nación acusadora.

Alguna vez, a fines de los 90, Sudán fue refugio del entonces ascendente Oshama Bin Laden y en su condición de anfitrión recibió una lluvia de misiles crucero que destruyeron una fábrica de medicamentos y sólo sirvió para empeorar las condiciones de salud de la población. No hay mucho más que eso en relación a la actividad internacional bélica sudanesa.

Las razones para apuntar sobre Sudán giran en torno a la explotación de los recursos naturales del país y a su ubicación geoestratégica, pero también a que el país se ha transformado en un nuevo campo del enfrentamiento creciente entre Estados Unidos y China.

Sudán es el país más grande de África, está situado a sur de Egipto y tiene costas sobre el Mar Rojo, lo cual representa un acceso directo al Canal de Suez y en esa situación se fundamenta su importancia estratégica acorde con la lógica del Cuerno de África.

Políticamente suele simplificarse la situación de Sudán en términos de un país dividido entre sus partes norte y sur. Sin embargo, no se considera la diversidad étnica y religiosa de una población compuesta por aproximadamente 570 etnias que practican cultos distintos.

El modelo simplista de enfrentar a un norte musulmán y árabe con un sur negro y no árabe permite restar importancia a los factores económicos y de injerencia extranjera. Que al mismo tiempo influyen para mantener al país en un estado perpetuo de crisis humanitaria que facilita la expoliación de sus recursos por parte de las multinacionales acorde con la tradición británica del “divide y reinarás”.

La lógica bipolar no contempla, por ejemplo, una historia de luchas entre las tribus Dinka y Nuer del sur o, las alianzas entre partidos políticos del norte con sectores del sur como parte de estrategias para la lucha y toma del poder.

El conflicto Norte- Sur tampoco contempla que Darfur, zona rica en petróleo y del tamaño de España, se encuentra al oeste del país y su control resulta clave.

Recursos naturales
En primer lugar Sudán tiene reservas de petróleo que según “Oil and Gas Journal”, son estimadas en 563 millones de barriles,. Sin embargo, el Ministerio sudanés de Energía las estima en cinco mil millones de barriles. En general los observadores sostienen que un dato más preciso sería el de considerar a las reservas sudanesas de petróleo en el orden del 10 por ciento del total mundial.

La discrepancia resalta el hecho de que el verdadero volumen de las reservas es un misterio celosamente guardado por las principales compañías petroleras que operan en el país y que -para evitar la publicidad- no facilitan los datos completos.
En segundo lugar, Sudán posee uranio necesario para las plantas nucleares francesas que generan electricidad barata y excedentes exportables a Gran Bretaña, Alemania e Italia.

En particular, París está interesado en los yacimientos de uranio todavía sin explotar en Darfur cerca de la frontera con la Republica Central Africana. Sin embargo, algunos de los depósitos de uranio se encuentran superpuestos en el área petrolífera explotada por China.

En tercer lugar, Sudán cuenta con un reservorio de agua subterráneo del tamaño del Lago Eire (30.750 km2). El yacimiento -detectado por radar- está ubicado al norte de la conflictiva zona de Darfur.

Este descubrimiento se suma a uno similar en Egipto y su aprovechamiento simultáneo en tareas de irrigación permitiría cambiar el balance de producción de alimentos en la zona, aspecto directamente relacionado con cuestiones de soberanía alimentaria.

En cuarto lugar, Sudán provee el 80 por ciento del suministro mundial de goma arábiga, ingrediente esencial para la fabricación de productos farmacéuticos, dulces y de las bebidas tipo Coca-Cola y Pepsi. Tan importante es la goma arábiga que cuando Estados Unidos consideró aplicar sanciones al régimen sudanés en 1997, los grupos de presión de la industria se aseguraron de que hubiese una exención en la ley de sanciones que les garantizara el suministro del insumo.

Intereses cruzados

Vistas las riquezas de Sudán se hace comprensible el choque de intereses internacionales que orbitan a su alrededor, y empieza a entenderse porqué Estados Unidos necesita acusar de algo al país africano. Esto le serviría como plataforma para una eventual intervención directa o disfrazada de misión humanitaria multinacional.

Además, cabe destacar que los intereses estadounidenses, sumados a los europeos, chocan en Sudán con los intereses de China. Beijing necesita imperiosamente los recursos naturales africanos para mantener su nivel actual de crecimiento.

En el juego del poder global, China tiene consolidada su posición como potencia emergente de Asia y busca extender su influencia a otras regiones del mundo, principalmente en África. Un tercio de los recursos petroleros utilizados por China provienen de las fabulosas reservas de materias primas del continente africano.

Para el logro sus objetivos, Beijing ha invertido casi tres décadas en políticas de acercamiento a los países africanos y de Medio Oriente y en ese escenario el aliado más poderoso de China en África es Sudán.

De su sociedad con Sudán, el gigante asiático obtiene al menos dos beneficios: energía para sus industrias y tierras que eventualmente se conviertan en proveedoras de alimentos para su población.

La presencia China en Sudán se centra en Darfur, región donde opera la China National Petroleum Corporation. Por esto, el gigante chino consume aproximadamente el 60 por ciento de la producción sudanesa de petróleo.

Asimismo, la China National Offshore Oil Corporation explota la concesión de un campo petrolífero conocido como Block 6 ubicado en el sur de Darfur y que limita con la República Central Africana. Toda esta actividad convierte a Sudán en el mayor proveedor extranjero de petróleo de China.

Para finalizar, cerca de 50 mil chinos viven en Sudán, especialmente en la zona de Port Sudán, salida del principal oleoducto del país.

En ese marco, China ha invertido mas de 3 mil millones de dólares en la explotación de yacimientos petrolíferos y ha construido un oleoducto de 1.500 kilómetros que comunica las refinerías del interior de Sudán con el Mar Rojo. Por su parte, el gobierno sudanés es el noveno receptor mundial de dinero chino, consistente en armas e inversiones para el sector hidrocarburos.

Por esto dicho y analizado, Estados Unidos y Europa -particularmente Francia- superponen a China sus intereses en Sudán.

Europa cuenta con efectivos apostados en Chad, lindante a la porosa frontera con Darfur. Más de la mitad de las fuerzas de la misión Europea para Chad son francesas y la operación está en manos de un francés.

El petróleo sudanés tiene un interés creciente para los franceses porque sus relaciones con Rusia -proveedor principal de petróleo y gas a Europa- se han deteriorado por desacuerdos sobre la política en Irán y del acercamiento francés a Estados Unidos, entre otras cosas.

Si bien Europa explota sus reservas en el Mar del Norte, su volumen no alcanzaría para mantener la demanda de Europa Occidental en un futuro cercano y Sudán es una tentadora fuente de reemplazo. A los intereses franceses se suman los requerimientos de uranio, dado que el 80 por ciento de su provisión eléctrica es producida en plantas nucleares.

En Chad existe un proyecto para crear un oleoducto cerca de la zona de Darfur que será financiado por Estados Unidos y el Banco Mundial (BM). Además, existe otro oleoducto cerca de la frontera con Darfur, el cual es propiedad de las estadounidenses ExxonMovil y Chevron.

Para Estados Unidos, Sudán posee importancia estratégica debido a su privilegiada situación al oeste del Mar Rojo y al Canal de Suez, ruta por donde cruza gran parte del petróleo de Arabia Saudita, y en la cual se produce un intenso comercio entre África Central, Medio Oriente y China.

Según cálculos del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, el África Subsahariana podría abastecer -hacia 2015- el 25 por ciento de las necesidades estadounidenses de hidrocarburos y de esa forma, la zona inyectaría a la economía del país del norte más hidrocarburos que Medio Oriente.

Toda esta situación, silenciada por los medios de prensa occidentales o disfrazada de permanente “catástrofe humanitaria” es la clave en la que se inscriben los hechos de Sudán cuyo último coletazo es el de integrar la lista de los estados “patrocinadores del terrorismo internacional”.

*Periodista de la Agencia de Prensa del Mercosur

 

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