México: acaso la invasión esté en marcha

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Niki Nikándrov.*

Después de la reciente visita del ministro de exteriores Serguei Lavrov a México, la administración de EEUU se apresuró a declarar que no tiene miedo al acercamiento de México con Rusia. Los estadounidenses tienen motivos para tal seguridad. El país latinoamericano bajo el taco de hierro del imperio.

En las elecciones presidenciales de 2006 en México, Wáshington apostó al neoliberal y "bushista" Felipe Calderón. Según las encuestas públicas, le cedía mucho al rival, el izquierdocentrista A.M.López Obrador, quien en el cargo del alcalde capitalino cumplía con éxito programas sociales,relacionados con la salud pública, la educación y la construcción de viviendas.

En la administración de G.Bush no tenían dudas de que, en caso de victoria, Obrador estaba "condenado" por la propia lógica del desarrollo de los acontecimientos a hacerse un aliado político de Chávez. La perspectiva de la creación de un "eje bolivariano" antiimperialista desde México hasta Patagonia se percibía en Wáshington como una amenaza, que tenía que ser interceptada a cualquier precio.

Precisamente por eso a Obrador le quitaron el triunfo. No será pronto que se haga pública toda la verdad sobre esta operación de gran escala de las elites gobernantes de EEUU y México. Pero aún aquellos fragmentos de los desenmascaramientos, que superaron el bloqueo informativo de los medios de comunicación masiva pronorteamericanos, demuestran, que la soberanía y la independencia del País de los Aztecas se están convirtiendo paulatinamente en categorías míticas.

El negocio súper-secreto de "la liquidación de Obrador" convirtió a México de hecho en un estado con dirección externa, y a Calderón en un político dependiente (subalterno a EEUU). Cualquiera que sean los ataques, que había usado esporádicamente contra Wáshington Calderón, cuya capacidad para el mimetismo demagógico es ampliamente conocida, no cambia la esencia del asunto.

Posiblemente a algunos lectores políticamente correctos, les hieran las palabras sobre "la subordinación" de Calderón a Estados Unidos. Lamentablemente, es un aspecto acostumbrado de las relaciones estadounidenses-mexicanas. Sus fuentes ascienden a los años 50 del siglo pasado y están fijadas en las investigaciones sobre la actividad de la CIA y en las memorias de algunos agentes secretos norteamericanos en México. Uno de ellos, Winston Scott, estaba orgulloso por el hecho de que al pago de la Agencia se encontraban en diferentes épocas ¡tres presidentes mexicanos!

Este año México va a celebrar el centenario de su revolución. Tales fechas redondas suponen un balance de lo conseguido. Los problemas principales son evidentes: ¿con qué resultados el país entró en el siglo XXI? ¿Se corresponden con los ideales y las tareas, que promulgaban grandes mexicanos, que dejaron una huella imborrable en la historia nacional y la mundial –Hidalgo, Morelos, Madero, Zapata, Villa, Cárdenas y otros?–

Y, por fin, ¿aprueban los mexicanos el actual estado de los asuntos en el país?

En la víspera del centenario Calderón insiste en que los festejos tienen que transcurrir sin problemas y hacerse "el detonador" de una transformación profunda, que llevará a "una consolidación nacional a base de democracia e igualdad". Calderón supone, que en la historia de México del siglo pasado no hubo una sola insinuación a "la lucha de clases", "ni ángeles, ni demonios", sino sólo "mujeres y hombres con sus propios méritos, deficiencias y grandes ideales".

El presidente llamó a los mexicanos a no concentrarse en "los hechos negativos" del pasado, a fijar la atención sólo en lo bueno que hubo en la historia del país. También fue dada la orientación para el mundo académico: analizar la historia de México "sin mitos, prejuicios y reticencias". O sea, Calderón recomendó a los científicos reescribir la historia del país en el sentido neoliberal, tachando de ella todo "conceptualmente" inútil y maligno.

En las condiciones actuales para los mexicanos es difícil "no concentrarse" en los hechos negativos. En la economía de México se reflejó de manera enfermiza la crisis financiera global (con epicentro en Estados Unidos). La unión de México con el imperio a través de los acuerdos del NAFTA (el Mercado de libre comercio de Norteamérica) tiene el carácter tan totalitario, que era imposible evitar las consecuencias destructivas.

De todos los países de América Latina, precisamente México sufrió más por el rumbo irresponsable de su élite gobernante a "la integración" incondicional al imperio. La esperanza a un vecino del norte rico y generoso no se justifica, ya que Estados Unidos está salvando, en primer lugar, a sí mismo. En las condiciones de la crisis global las compañías norteamericanas usan cualquier posibilidad, incluso la posición dominante en el NAFTA, para solucionar una parte de sus problemas con la "ayuda" de México.

Para Calderón y su equipo neoliberal la situación actual tiene el carácter tan dramático, que en los intereses de EEUU se tiene que sacrificar la última conquista de la república, acelerar la privatización de la rama petrolera y la eléctrica.

Desde el propio comienzo de la nacionalización de la propiedad de las compañías extranjeras, realizada por el presidente Lázaro Cárdenas en 1938, y la creación del fuerte sector estatal, las ganancias de la venta de los hidrocarburos servían a las tareas del progreso de México. En particular, fue realizada una radical reforma agraria, efectuada la democratización de la enseñanza pública. Los éxitos no provocaban dudas.

Pero he aquí, como si fuera por una orden, que a finales de los años 90 en los medios de comunicación periodísticos comenzó una campaña masiva contra el sector estatal en la economía mexicana. Las tesis que se adelantaban fueron las acostumbradas: que aparentemente no es eficaz, que está estancado, que necesita "una moderna gerencia privada" y grandes inversiones.

Además, los bancos de EEUU no aceptarán "bajo ninguna circunstancia" una corrección positiva de su política inversionista con los socios tan "arcaicos sin perspectiva alguna", como son las compañías estatales de México. Los indudables éxitos anteriores en el desarrollo del país se ignoraron y se tergiversaron por los propagandistas neoliberales.

"Los estatistas" de México se defienden desesperadamente, pero sus filas merman, y la cantidad de los tránsfugas al campo de los "dueños de la vida" neoliberales –que son más y más insolentes– está creciendo. Siguen la consigna dominante de nuestros tiempos: el pragmatismo es sobre todo y no tiene sentido de soplar contra el viento.

El presidente Calderón cumple diligentemente las obligaciones impuestas, coadyuvando al desmontaje de los fundamentos económicos del sistema estatal mexicano y a la subordinación terminante del país a Estados Unidos.

En la subconsciencia de los mexicanos se está clavando insistentemente la tesis sobre "la no rentabilidad" de la compañía petrolera nacional PEMEX y de la necesidad "inaplazable" de su privatización con la ayuda del capital norteamericano. ¡Y todo eso en el trasfondo de los constantemente crecientes precios de los hidrocarburos!

"Cálculos analíticos" análogos se emiten respecto a la rama estatal eléctrica, donde el gobierno ya ha comenzado la clausura de grandes compañías. Los fundamentos son primitivos al máximo: ¡sólo con el traspaso a las manos privadas el sector trabajará de verdad! Las ganancias crecerán considerablemente, las tarifas se reducirán, el consumidor va a estar contento, y la cantidad de la burocracia se reducirá.

Pero los mexicanos saben por su propia experiencia, que al adueñarse de una planta estatal más, los privatizadores actúan según los mismos esquemas. "Optimizan" la cantidad de los obreros y los empleados, al echar sin piedad a los que son supuestamente "sobrantes" a la calle, y después explotan de una manera salvaje la planta ocupada a pesar de todas las normativas técnicas y las limitaciones, tratando de conseguir la ganancia máxima.

Cuando la base productiva se agota, "los propietarios eficaces" comienzan a dirigirse al Estado: ¡necesitamos una ayuda financiera, tienen que ayudarnos! ¡Somos una parte de la economía nacional!

¿Permitirán los mexicanos disponer así de los recursos petrolíferos y de la rama eléctrica?

La resistencia a los privatizadores "desde el norte" está creciendo. Los petroleros no se dejan avasallar. El sindicato mexicano de los electricistas intervino de una manera unánime contra los intentos de despidos masivos. Más de 44.000 obreros despedidos desplegaron en señal de protesta sus tiendas de campaña en el Zócalo, que para México es lo mismo, que la Plaza Roja en Moscú. Están dispuestos a luchar por sus derechos, a pesar de las represiones, con que amenazan Calderón y los empresarios, que consideran, que "ya es la hora de poner el orden" en el país y establecer "la paz social", si es necesario, hasta con la ayuda de la fuerza.

Para "los rebeldes involuntarios" es evidente que Calderón está dispuesto a usar los órganos represivos policiales y destacamentos del ejército no sólo para la lucha contra los narcocárteles, sino también para aplastar las protestas sociales masivas. Que están creciendo, irrumpen como huelgas aisladas, marchas, mítines y cierres de autopistas en distintas regiones del país.

Según la estadística de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), México es el único país en la región, donde en los últimos años se ha notado el crecimiento de la miseria.

En el año 2008 esta categoría social la formaban 37 millones de personas (el 35 por ciento de la población). Los efectos de la crisis de 2009 empeoraron aún más la estadística. El desempleo alcanzó el 10 por ciento. Antes los mexicanos buscaban trabajo en Estados Unidos. Hoy tal posibilidad la redujeron considerablemente las medidas, adoptadas por las administraciones de Bush y Obama para no admitir a "los extranjeros no deseables".  Se han encontrado los pretextos necesarios: el crecimiento del terrorismo en el mundo y la guerra tenaz contra los narcocárteles en México.

Durante tres últimos años 20.000 personas fueron sus víctimas. En los documentos analíticos de la CIA y el Pentágono no se excluye esta guerra pueda conllevar a tal nivel crítico la desestabilización en México, que "rebasará" a los estados sureños de EEUU. Entonces, como una perspectiva extremadamente indeseable para la administración de Obama, puede tener lugar también "el desplazamiento" forzoso no sólo de centenares de miles, sino de millones de mexicanos a EEUU.

Hay un ejemplo de tal migración masiva en el continente: la narcoguerra en Colombia devino en una fuga de cuatro millones de sus ciudadanos a Venezuela, Ecuador, Brasil y otros países.

Los narcocarteles mexicano-norteamericanos están en condiciones de desatar "guerras locales" fronterizas; tienen para eso la cantidad necesaria de gente y equipamiento de armas. Su potencial es comparable con aquel, que poseen los talibanes en Afganistán y en el norte de Pakistán.

Para no admitir el desarrollo de un guión semejante, el Pentágono y los servicios secretos de EEUU comenzaron la preparación de sus colegas mexicanos para llevar a cabo operaciones de gran escala contra los combatientes del narcotráfico, realizar "limpiezas" en estados, como Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Baja California y otros. Y en el proceso del adiestramiento de los comandos mexicanos se prevé la realización de combates en condiciones urbanas.

Según la opinión del politólogo mexicano Pedro Echeverría (en el portal aporrea.org, 26.02.2010) EEUU prepara las condiciones para el establecimiento por etapas del control policiaco-militar sobre México. Al principio será militarizada la zona fronteriza, después, bajo pretexto de "prestar ayuda a un país amigo" en la lucha contra los narcocarteles, "los extremistas de la izquierda", organizaciones terroristas de distinta índole, etc, comenzará el proceso de la creación de "bases auxiliares" en el territorio de México.

El Pentágono, la CIA y otros servicios secretos de EEUU han llevado a cabo durante decenios el estudio del respectivo del "teatro de operaciones". Han escrito distintos guiones –que se corrigen regularmente y están a la espera de la hora apropiada.

Echeverría considera probable, que México puede ser sometido a una plena ocupación militar, si en Wáshington llegan a la conclusión de que en su territorio surgió "una seria amenaza" para la seguridad nacional de EEUU.

* Periodista.

En el portal http://es.fondsk.ru

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