México: la fiesta de Guadalajara

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Entre 27 de noviembre y el 5 de diciembre se celebra la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, esta vez dedicada especialmente a Cataluña, a su cultura, a su idioma, pero también al sentido de alteridad que predomina en la sociedad española, lo cual ha hecho posible que la ciudad de Barcelona se haya convertido en uno de los principales centros editoriales no sólo de la lengua catalana (por supuesto) y de la castellana, sino también en un polo de traducción literaria, que ha permitido la divulgación de la obra de imprescindibles escritores húngaros, checos, polacos -por nombrar sólo algunos del este europeo- pero también de otros cuya lengua es el holandés, el alemán, el inglés, el francés, además del árabe, el chino, el japonés…

La afortunada coincidencia establece que este puente descentralizado entre dos periferias culturalmente privilegiadas, como lo son Jalisco y Cataluña, pueda ser transitado en absoluta libertad de opciones por el más amplio universo de expositores y visitantes, pues la Feria del libro de Guadalajara ha devenido por sus méritos en la más importante de América latina.

Los tapatíos prefieren llamarla «fiesta del libro» lo cual no tiene nada de raro, pues si algo tienen en común los seis millones de habitantes de Guadalajara es el ánimo festivo. La ciudad  responde a lo que en ella se invierte para hacerla grata al visitante. No en vano es el turismo, la tercera fuente de ingreso de divisas más importante del país, después del petróleo y de las remesas provenientes de los mexicanos residentes en Estados Unidos.

Guadalajara se atavía de gala desde enero hasta diciembre: destila toneladas de agave para festejar con tequila desde ferias ganaderas, hasta congresos de educadores, desde   muestras industriales, hasta convenciones científicas, demostrando siempre con alegría la equis en la frente, como bien definió el poeta Alfonso Reyes el orgullo de ser mexicano.

Todo este  júbilo nacionalista, cultural y folklórico, encaja frontalmente en una situación política y económica que hace que en México la sincronía y el sincretismo especular entre el progreso y el subdesarrollo, entre la religión predominantemente católica y los remanentes ritos indígenas, entre el idioma castellano y el náhuatl o el purhépecha sea un vívido reflejo.

El visitante que entra a México por el occidente, específicamente, por Jalisco ( o Michoacán ) queda marcado con una tinta indeleble, oloroso a imprenta, a plomo de letras, a incienso colonial, a polvillo depositado en libros incunables, a hojas de oro apuradas por recorrer kilómetros de santidad, a hollín acumulado en calles adoquinadas, a los misterios musicales que se desprenden de órganos magistralmente interpretados sin aviso previo, en catedrales, o coros femeninos en conventos, o voces oscuras en hospicios, o humorosos alientos enchilados.

El visitante que entra a México por Guadalajara o por Morelia, queda especialmente ensoberbecido si ha sido convocado precisamente por la Feria del libro, pues en ese caso, es posible que reviva en carne propia algunos de las intrigas que con tanta desfachatez explotan actualmente los autores de best sellers, puesto que no faltan en esas dos capitales, escondrijo, mirador, capilla, museo o biblioteca desde donde imaginar las aventuras descritas por Umberto Eco o por Dan Brown , por citar sólo a dos de los más emblemáticos, el primero por El nombre de la rosa, al segundo porque su Código da Vinci ha batido los últimos récords de ventas.

Sólo que en México todos los derroteros están sometidos a sincretismo. Por lo que el visitante podrá complementar sus pesquisas emocionales, sus imaginarias subtramas literarias y sus muy comerciales transacciones editoriales, con una oferta cultural absolutamente delirante. Antes o después de opinar sobre la presentación de las putas tristes del Gabo , antes o después de indagar sobre la oferta editorial de casas independientes como Mantis, Arlequín o Colibrí.

Antes o después de comparar las últimas propuestas anti-Bush de Carlos Fuentes -o su prólogo pro Cisneros- o de determinar si la generación del crack ( Volpi&Padilla etc ) representan el neo- establishment en la novelistica mexicana, el visitante de la FIL de Guadalajara podrá rendirse a los pies de José Clemente Orozco, cuyo techo en el Hospicio Cabañas evoca tal concatenación de adjetivos, tal yuxtaposición de exclamaciones, que nada los podrá borrar, ni siquiera la exposición de Arte Sacro -abierta al público en el mismo Hospicio Cabañas- desde octubre hasta diciembre de este año a un costo de setenta millones de pesos mexicanos con el más grande despliegue de cuadros y ornamentos eucarísticos coloniales recabados en todo el territorio federal, que incluyen hasta Murillos originales.

A la salida del hospicio, el ya perplejo visitante podrá detenerse un momento ante dos esculturas de Colunga; a lo mejor hasta sentarse sobre alguno de sus lúdicos personajes, como hacen los niños sin prejuicio alguno, y regresar a la Fiesta del libro, esta vez a revisar la oferta ensayística, pues el sincretismo exige que al lado de lo sublime se yerga la reflexión.

Habrá pues que checar1, como dicen los mexicanos, qué tiene que decir Jesús Silva-Herzog, Márquez o en la acera lateral, Julio Scherer, sobre la realidad mexicana, o sobre la globalización, o sobre los nacionalismos indigenistas. Pero si el lector de marras no puede acudir a la FIL que no se aflija, cerca de las maravillas turísticas, en pleno centro histórico, encontrará siempre la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, asentada en el ex Templo de Santo Tomás de Aquino, cuya edificación comenzó, a finales del siglo XVI, la Compañía de Jesús. A la salida, en dirección a los templos de San Francisco de Asís y de Nuestra Señora de Aranzazu (siglos XVII y XVIII), en la calle Galeana 141, podrá visitar a Don Silvestre Macías de la Torre, librero de arte, de oficio y de convicción en su librería Jardín de Senderos.

1 En «spanenglish» revisar, constatar.

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Escritora venezolana. Tomado del portal www.aladecuervo.net.
Publicado también en la revista ¿Qué leo?.

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