Nicaragua: importante triunfo electoral sandinista

1.234

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Sin dudas, el Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN), convertido en partido político, tiene que estar contento. Luego de años -desde 1990- de ser la segunda fuerza política de Nicaragua, pero sin esperanzas de asumir nuevamente el poder, ha dado un paso gigantesco en sus aspiraciones de volver a alcanzarlo. En las elecciones regionales y municipales celebradas el domingo 7 de noviembre, ganó 90 de las 152 alcaldías en disputa, incluidas 15 de las 17 cabeceras departamentales y retuvo la de Managua, la capital.

A pesar de la fuerte campaña desarrollada por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), organización que viene de la época de la dictadura somocista, y la Alianza por la República (APRE) -una nueva entidad política, también de derecha, creada por el actual presidente, Enrique Bolaños tras su separación del PLC-, el FSLN logró una victoria contundente que, tal vez, podría abrirle las puertas de la presidencia de la República.

El secretario general del FSLN, Daniel Ortega, dijo sentirse satisfecho con los resultados de los comicios. Por su parte, Tomás Borge, el único fundador que queda con vida de esa organización -otrora guerrillera- dijo que «el triunfo en las elecciones regionales y municipales le daba al FSLN la posibilidad de ganar los comicios presidenciales del 2006».

Para algunos observadores, esta es la victoria más importante que ha obtenido el FSLN desde que derrocara a la dictadura de Anastasio Somoza en julio de 1979 por medio de la lucha armada y con un extraordinario apoyo popular. Para otros, y creo que no sin razón, más que un triunfo del FSLN, el pueblo dio un voto de castigo a los partidos de la derecha, luego de los grandes escándalos de corrupción que provocaron la condena del expresidente Arnoldo Alemán a 20 años de prisión y ahora amenazan con sacar de la silla presidencial al actual mandatario, Enrique Bolaños.

La abstención compromete
el triunfo de los sandinistas

Un hecho a tener en cuenta es que alrededor del 50 por ciento de la población nicaragüense prefirió abstenerse, lo que pudiera reflejar la falta de confianza que existe, en una parte no despreciable del pueblo, acerca de la seriedad y prestigio de los políticos, algo nada nuevo en las llamadas democracias representativas, y mucho menos en las naciones centroamericanas.

De ahí que quienes ganaron las alcaldías regionales y municipales, lo hicieron con menos del 30 por ciento de apoyo popular real, lo que no deja de ser un elemento a tener en cuenta en cualquier análisis serio sobre las posibilidades del FSLN con vistas a las elecciones presidenciales del 2006. Un hecho a tener en cuenta es que los miembros del FSLN fueron los únicos que votaron disciplinadamente por sus candidatos, mientras que los simpatizantes del resto de los partidos lo hicieron por quien les vino en gana o prefirieron no asistir a la votación, desilusionados por sus dirigentes -que de todo pudo haber-.

De otra parte, el FSLN tampoco escapa a los escándalos de corrupción, sobre todo a los que tuvieron lugar durante el período en que gobernaron Nicaragua, de julio de 1979 a febrero de 1990. Todavía los medios de la oposición recuerdan, cada vez que lo estiman necesario, la famosa «Piñata», lugar de Managua donde, en 1990, días después de perder las elecciones, ganadas por Violeta Barrios de Chamorro, se repartieron propiedades del Estado o confiscadas a los somocistas, incluidas residencias, tierras y automóviles. Muchos nicaragüenses les reprochan a varios de los miembros de la alta dirección sandinista haberse enriquecido y ser hoy empresarios o poseer una riqueza que no se corresponde con su origen humilde, mientras que a otros se le señalan serios problemas morales.

Todo eso se reflejó en las elecciones de 1994, 1998, y en las del 2002, unidas a las presiones norteamericanas para impedir un nuevo gobierno de izquierda en Nicaragua.

La presión intolerable

Y las presiones de Estados Unidos tuvieron y tienen, al parecer, un peso muy grande en las decisiones que toma el pueblo nicaragüense a la hora de votar por uno u otro candidato. Todavía están en la memoria de cada uno de los habitantes de ese país los años en que grupos armados, los llamados «contras», organizados y financiados por el gobierno de Ronald Reagan, llevaron a cabo una campaña guerrillera desde sus bases en Honduras que, prácticamente, acabó con la economía del país y provocó la muerte o la mutilación de varias decenas de miles de jóvenes llamados al servicio militar obligatorio. Fruto de esa política de la administración Reagan fue el famoso escándalo Irán-Contras.

Recordemos: para financiar a los «contras», lo que estaba prohibido por el Congreso, algunos funcionarios del gobierno -como Oliver North, John Poindexter, William Casey (director de la CIA, ya fallecido) y Elliot Abrams (subsecretario para Asuntos Hemísfericos, hoy en el Consejo de Seguridad)-, vendieron armas a Irán, lo que también estaba prohibido por el Congreso. El escándalo, cuyo detonante fue el derribo de un avión que transportaba armas para los «contras» sobre territorio nicaragüense y un artículo aparecido en un periódico libanés a finales de 1985, provocó una investigación del Congreso, en la que varios de los implicados, entre ellos Elliot Abrams y John Poindexter fueron condenados, pero luego perdonados por el próximo presidente de los Estados Unidos, George Bush (padre).

Por cierto, algunos observadores hacen mención a que los aviones, luego de llevar las armas a los contras, hacían escala en la base de Ilopango, en El Salvador, donde cargaban drogas que luego eran vendidas a la población negra de Los Angeles, California, para obtener más dinero. Pero de eso ya no se habla.

Si tienen buena memoria recordarán también que, cuando las elecciones de febrero de 1990, el gobierno de Bush, el padre, se encargó de informar al pueblo nicaragüense que, si el FSLN ganaba, la guerra de la contra continuaría, lo que desempeñó un papel decisivo en la derrota de los sandinistas, junto a los errores que cometieron: entre otros, no cancelar el servicio militar. Declaraciones similares hicieron los gobiernos de turno de Estados Unidos en 1994, 1998 y en el 2002. En todos los casos, el FSLN y su candidato, Daniel Ortega, fueron derrotados.

Desde luego, ya no hablan de continuar la guerra si no de retirar toda la ayuda económica que recibe Nicaragua y de cerrar las «facilidades» que pueda recibir de organismos regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo. Recientemente, el gobierno de Bush, el hijo, amenazó nuevamente con retirar la ayuda económica si el presidente Enrique Bolaños, acusado con pruebas de malos manejos de fondos, era sometido a juicio o sustituido de su cargo.

Cabría preguntarse: ¿adónde ha ido a parar la famosa campaña contra la corrupción de W. Bush, lanzada con bombos y platillos en Monterrey, el año pasado, por el propio presidente y su secretario de estado, Colin Powell, y que llevó a la aprobación de una resolución de la Organización de Estados Americanos sobre el tema? De eso ya tampoco se habla. Su flamante secretario general, Miguel Angel Rodríguez, tuvo que renunciar precisamente por corrupción y hoy está detenido en Costa Rica pendiente de juicio.

Así, pues, ¿qué posibilidades reales tiene el FSLN de ganar las elecciones del 2006? Aunque todavía faltan casi dos años para los comicios, existen elementos para pensar que muy pocas, dado el dominio norteamericano sobre la política nicaragüense, aumentado ahora con la firma del Tratado de Libre Comercio con Centroamérica. A no ser que un pueblo que mayoritariamente (70 por ciento) vive en la pobreza extrema y sin ningún tipo de esperanza, tome conciencia de que la única solución que tiene es darle una nueva oportunidad al FSLN tal y como, de cierta forma, ocurrió ahora en las elecciones de alcaldes regionales y municipales. Todavía faltan dos años.

——————————–

* Eduardo Dimas, cubano, es analista de asuntos internacionales en la TV de su país y profesor de la Facultad de Comunicación en la Universidad de La Habana.

Publicada en la revista Progreso Semanal (www.rprogreso.com/index.php?progreso=eduardo_dimas&otherweek=1101621600.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.