Niños, televisión y violencia

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

 
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En Venezuela se han formulado severas críticas a los programas de televisión por  laexcesiva cantidad de violencia que encierran, por  sus altas dosis de chabacanería, por  su ausencia de talento, y por las deformaciones que transmiten que, según dicen, repercuten negativamente en los distintos sectores de la sociedad, particularmenteen los niños.

En los hogares y en la escuela no se realiza  cultivo alguno en el alma del niño; en su lugar, se le enseña a triunfar social y profesionalmente, pero no a reflexionar lo que anula el despertar de su interés en su futura existencia como adulto. Falto de ese elemento espiritual, al niño no le queda otra meta que el  éxito material. ¿Será culpable la televisión de la irresponsabilidad de los padres y de la escuela? Responsabilizarla de todo ¿no es  tratarde maquillar  el sentimiento de culpa que carcome a los  representantes y educadores?  Incluso al no preocuparse los primeros de los programas televisivos de sus hijos ¿no muestran la misma desidia que prevalece en éstos últimos?

LOS NIÑOS

Lo cruel, lo violento, lo sexual y lo pasional, fascinana la tele audiencia, no sólo por lo fácil que es observarlo –como si lo exige el saber, cuando a simple vista lo bueno es en verdad óptimo–, sino además porque rompe la rutina íntima del televidente y le permite ver en otros la contorsión del dolor, la vecindad de la muerte, los abusos físicos o mentales, otras cosas constituyentes de situaciones limites, en cuyo lugar nadie quisiera estar, pero que se quisieran conocer en qué consisten y como son vividas.

fotoEs un asomarse al abismo desde un lugar seguro y sereno. Más allá del sufrimiento ajeno, quizás eso despierta gozo, porque, al revés dela visión de la felicidad de los demás, es la única atracción experimentada sin envidia.

El gusto general por los programas de violencia, suvisión excesiva, seguramente embota la sensibilidad del niño y del adolescente predispuesto, pero es dudoso su empuje a la mayoría de los televidentes a actos semejantes.

Los análisis hechos hasta ahora sobre este tema, son pocos concluyentes; casi todas las experiencias se realizan en ambientes artificiales, y sobre todo no han sido objeto de un trabajo de seguimiento riguroso.

En las condiciones habituales en que el niño vetelevisión, sobre todo si lo acompañan personas mayores, que le pueden orientar, el efecto es quizás mínimo. La consecuencia más seria de los espectáculos de terror es la de no despertar la sensibilidad ante el dolor del prójimo y la pérdida lamentable de muchas oportunidades para mostrar lo positivo o reacciones virtuosas o, a lo menos, ese contrapunto entre lo bueno y lo malo, propio de la vida corriente. Lo penoso es, pues, poner énfasis en lo deplorable del ser humano, ocultando lo noble y digno.

La televisión, según se afirma, muestra brutalidad excesiva en relación con lo que ocurre en la realidad. Eso es dudoso, en este medio siquiera una parte se la sabe ficción, en cambio, en la calle, o en los barrios, nos parece igual o más intensa.

La desventaja de la televisión es explotar con ensañamiento y sin otro objeto que impactar lo pudorosamente oculto por la sociedad, pues su salida a la luz no sería en absoluto ejemplarizante. Por otra parte, antes el niño oía hablar de asaltos y robos a la hora de la comida y se imaginaba inmundo espantoso, ahora lo ve en la pantalla sin necesidad de imaginárselos, pero no hay trabajos científicos que muestren cuál de las dos cosas es peor, e incluso si saber de la violencia permite al menos valorar en su magnitud el rostro pacifico de la existencia, siempre que ese informar sea medido y prudente.

De los estudios experimentales con niños televidentes, no se ha podido confirmar todavía una significativa relación de la variable independiente de violencia, con aumento de conductas agresivas en los días uhoras posteriores al ejercicio mismo. Al contrario, sí han sido comprobadasestas reacciones por otras razones sociales, tales como disgregación de la familia, incomunicación, hacinamiento, prostitución de la madre, alcoholismodel padre, drogas, etc. Por ejemplo si se trata de pobreza extrema o alcoholismo o drogadicción de los padres, el niño crece en un ambiente inestable y peligroso, observando conductas extrañas, y no se ve motivo para que tales resultados fuesen menos repugnantes que las escenas viciosas del a televisión en el reflejo de un mundo desamparado, caótico y terrible.

Superar la amargura y frustración de este mundo requiereun cambio sustancial en la preparación moral y cívica de toda nuestra nación, no una serie de amonestaciones y castigos a la televisión.

MIEDOS Y TEMORES

Se acusa a la televisión de provocar en los niños miedosy temores a través de sus programas de terror y espanto. Aquí, como en los de violencia callejera, distorsionaría una realidad de suyo más apacible y serena. No obstante, los chicos,  no lo rehuyen y, al contrario, gustan de ello.

En verdad, los cuentos, las novelas, las películas de horror han fascinado siempre, aún a costa del miedo en la oscuridad y de la posibilidad de pesadillas, porque hay algo muy profundo en el pavor, en la angustia, en el espanto, que atrae y por eso se rebusca y se le inventa.

El niño acude a los programas de fantasmas y aparecidos, igual que ante las fábulas de ese tipo, satifaciendo, al parecer necesidades intrínsecas del espíritu.

fotoQuizás ese sea el modo de tocar tangiblemente el universo del mal, que junto al bien forman la realidad total la cual presiente que habrá de moverse durante toda su existencia. Aquí lo importante será la calidad del espectáculo, la vía para asomarse al reino del pavor. No será igual seguir el camino de un Poe, que uno de esos pésimos engendros casi habituales de la televisión.

VIOLENCIA

La evidencia científica ha puesto de manifiesto los efectos de los medios de comunicación, con relación a lo que significan las series con contenido de altas dosis de violencia y de agresividad en lamentalidad de nuestros niños.

No creo que la programación infantil deba ser exenta de fantasía, donde no aparezca ningún rasgo de crueldad, porque realmente ésa no es la realidad. El problema está en cómo y cuándo debe aparecer la rudeza y con qué propósito. Esto es muy importante. Puede que alguien piense que la carrera de un bebé, por muy inocente que ésta parezca en la pantalla, tras una mariposa para atraparla es algo muy poético, pero también puede parecer a otros como agresión contra la naturaleza.

La programación infantil, debe ser instructiva, didáctica, formativa, amena y divertida. Es importante que dé cabida a esa capacidad fantaseadora que tienen los niños. No debe ser monótona, aburrida, ni mecánica, como lo que actualmente presenta nuestra televisión. Existe un nivel de homogenización de mensaje dirigido al párvulo a través del “comic”, que es impresionante. Parece que realmente quienes fabrican las series para infantes son computadoras, con informaciones que se entrecruzan y que en múltiples combinaciones producen historias de monstruos o de sereshumanos que no tienen sensibilidad.

Los espacios infantiles deben estar cerca de la realidad, porque el infante está en una etapa de formación. El niño es una delicadísima materia plástica, desde el punto de vista cognoscitivo, afectivo e intelectual, al que hay que inyectarle elementos de carácter valorativo y cualidades que, como base, produzcan en el futuro actitudes positivas, responsables, realistas, para lo cual es exigible esfuerzos heterogéneos al contenido de la programación y darle mayor calidad artística a la producción, principios de formación del  tipo social, lealtad, calidad de los valores que se han ido perdiendo. Todo esto supone cambio.

Vemos a nuestros niños como un sujeto sin derecho, sin capacidad de reclamo, sin intereses, sin voluntad. Todas las decisiones adultas no son más que un avasallamiento e invasión a su sentido de libertad y realización.

Desde nuestro punto de vista, el ver imágenes de violencia u otras, durante horas y horas, no desencadena fatalmente conductas brutales,pero dado el fondo de soledad y desamor en que se desenvuelven nuestros niños, ello puede ocurrir, y obliga a rechazarlos como tema de programación.

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* Periodista venezolana.

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