No fue larga la siesta. – DESPERTÓ EL PLAN PUEBLA-PANAMÁ

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Cancilleres y delegados de América Central, México y Colombia –unidos por el espanto, porque amor no puede suscitar el Plan Puebla-Panamá– se reunieron este lunes nueve de abril de 2007 para inyectar alguna velocidad al proyecto mañosamente denominado «regional de cooperación»; se espera que mañana martes los dignatarios (es un decir) se fotografíen con toda pompa y cara de circunstancia en Campeche –quizá la nombren capital armónica del engendro. Felipe Calderón (Fecal) sin duda aplaudiría la idea si ésta es «lanzada»: no las tiene todas consigo respecto de los poblanos.

«En esta cumbre vamos renovar nuestros compromisos en el Plan Puebla-Panamá», dijo orgulloso a la prensa el canciller de Belice, país que ocupa la presidencia del PPP.

Integran la «mesa» del PPP la mencionada Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, y Panamá; los estados del Sureste de México: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán, no se diga que no, también lo integran: México es –no olvidarlo– un país federal: Estados Unidos de México fue bautizado.

Desde el invierno sureño de 2006, mes de julio exactamente, Colombia tiene un asiento en el PPP.

Trazo rápido como dibujo al carbón

La enciclopedia virtual Wikipedia señala sobre este plan que su objetivo más importante «es mejorar la calidad de vida de los habitantes de la región territorial comprendida en la región sur-sureste de México y los países de Centroamérica». Lo que dice Wikipedia puede leerse aquí. Harán bien los coordinadores de esa iniciativa –Wikipedia– advertir en lugar visible a quienes la consultan que sus entradas corren por cuenta y riesgo de quienes las redactan.

De manera oficial el PPP fue obra, en 2001, del gobierno de Vicente Fox con el fin de conseguir el desarrollo equilibrado y compartido del sur de México y América Central por medio proyectos de cooperación, en los terrenos energéticos, de industrialización posible, urbanizando el istmo y de colaboración en materias sociales

Que ya entonces hayan comenzado a sobrevolar la idea algunas beneméritas empresas vinculadas con actividades agrarias, petroleras, de relaciones públicas, farmacéuticas, etc… con sede en Estados Unidos es, por cierto y como sin duda ya lo adivinó el buen lector, mera coincidencia.

Lo cierto es que desde un comienzo el PPP se vinculó a otra, «exitosa» iniciativa puesta en marcha al sur de Panamá, el más conocido Plan Colombia. En honor a la verdad hasta el momento y en la práctica el PPP no ha significado absolutamente nada.

No hay otra guerra en la zona más que la cotidiana contra la miseria –y la que cotidianamente se pierde contra la corrupción–, ningún avión ha venido a echar defoliadores, las distintas mafias no han sido molestadas en sus loables actividades, las maras gozan de buena salud (las maras de Guatemala y El Salvador, no las liebres de la Patagonia). Ni siquiera se ha bombardeado ningún Caracol zapatista –aunque eso bien podría llegar luego, como inevitablemente se desprende de lo que se anota más adelante–.

Es difícil, así, entender los dichos del señor Courtney, de Belice, que muy suelto de cuerpo añadió a la prensa: «El PPP nos ha significado un enorme desarrollo para América Central y ahora lo extendemos a Colombia (…) Hemos logrado mucho en las áreas de comunicaciones, energía, lo que también ha traído más comercio y ha contribuido a elevar el nivel de vida de Centroamérica y el sur de México».

Precisiones necesarias y dudas solventes

Algo más que indicios –investigaciones serias y análisis imparciales– indican que Fox, también en esta materia, mentía. El PPP tiene otros ideólogos y creadores. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo –esto es: el gobierno de Estados Unidos–; pusieron su granito intelectual de arena técnica la CEPAL, vulgo: comisión económica para América Latina y el Caribe, y algunas universidades estadounidenses; apoyaron la iniciativa y se pusieron a la orden un grupo de profesionales –de a especie tecnócrata– encaramados en los gobiernos involucrados, y, finalmente, comenzaron a afilarse los dientes algunos grupos empresariales del área, a su vez vinculados con o simples testaferros de corporaciones transnacionales.

La mayor parte de esos grupos económicos son mexicanos, unos pocos centroamericanos y sus actividades giran en torno al turismo, el transporte, la televisión y la maquila básicamente textil o ensambladora (asociados, en este caso, con capitalistas chinos y coreanos principalmente). Los otros empresarios, los importantes, se relacionan con haceres tales como la biotecnología, la energía, los alimentos, la industria química y otros.

El PPP consulta la construcción de una carretera entre la ciudad de Puebla y Panamá. Puebla está a 110 kilómetros de la capital mexicana. La pintura ideal construye a lo largo de la carretera establecimientos fabriles, sembradíos útiles, nuevas ciudades, balnearios, caballos, mariachis, mezcal de Oaxaca, indios que bailan para recibir turistas, artesanías y mucho «gringo» sembrando dólares.

La verdad no es tan «vídeo clip». El sureste de México es un gran reservorio de agua –el mayor del país–, bajo su suelo quedan muchos respetables barriles de petróleo, existen selvas «inútiles» –que Monsanto y la farmacéutica civilizada podrían destruir y aprovechar– y viven muchas comunidades indígenas, que tendrían que aprender a integrarse a la «globalización capítulo PPP». El Ejército Zapatista de Liberación Nacional las protege a la mayoría, y su presencia será probablemente uno de los fantasmas no convidados al festín fecalista.

Lo de las selvas y sus pobladores no es broma ni especulación gratuita a la luz de las políticas privatizadoras que imponen los tratados de libre comercio que se firman con EEUU. Útil meditación, además, la brinda el hecho de que existen algunos proyectos para construir otro canal interocéanico: el de Panamá, por más que se amplíe, no dará abasto para el tráfico de buques en pocos años más. Algo que preocupa de sobremanera al Chile neoliberal-conservador al mando del país.

¿Recuerdan cuando al señor Fox lo «designó» el señor Bush en el marco de una reunión de presidentes de América –de esas que llaman «cumbres»– como su mandatario o pretor en América Central y el Caribe? No era, claro, un mensaje a Hugo Chávez ante la entrada de capitales venezolanos en el área –y su consiguiente influencia política–; era un mensaje a los países de la zona, algo así como decirles «muchachos, calma, el PPP no se me ha olvidado».

En suma, el Plan Puebla-Panamá será un desastre quizá mayor de lo que es hoy el Plan Colombia para los colombianos y la frontera colombo-ecuatoriana. Dará, por otra parte, acceso legal y disimulado a la Amazonia, asunto que no se ha informado si conversaron el señor Bush y el señor Lula en Camp David.

Marco y alcances de la reunión

Por ahora quizá la noticia la brinde la construcción de una refinería de crudo. Lo demás, como la presencia de personeros del PNUD –el programa de la ONU para impulsar el desarrollo– en Campeche, es irrelevante, alguna declaración que parezca que tiene contenido, un placebo. El trago fuerte es el esquema de dominación planteado, el enorme sapo que los pueblos serán obligados a tragar aceleradamente –sobre todo ahora que el retiro de Iraq se aproxima– y para lo cual se contará con abundante «mano de obra» acostumbrada e insensible a la hora de «llevar la democracia» adónde lo necesite el levantamiento del imperio.

La refinería –para producir unos 360.000 barriles diarios, la mayor parte petróleo mexicano– dará trabajo directa e indirectamente a unas 15.000 personas durante su construcción –el diez por ciento de ese número cuando entre en funcionamiento– y se la disputan Costa Rica, Guatemala y Panamá (por eso el apuro del ejecutivo costarricense por aprobar el TLC con EEUU: hay que hacer bien los deberes).

Las platas de verdad no están en los poco más de 8.5 millones de dólares que costará construirla, sino en su operación. El «muñequeo» diplomático-económico planteado en Campeche, tal vez sólo como primer asalto, se dará en la adjudicación de las obras. Empresas de India, China, Estados Unidos y Japón quieren ser parte del juego.

Un juego que puede ser mortal: las reservas probadas de México obligarán en un máximo de una década a disminuir drásticamente la producción, a menos que trabajos de prospección y exploración descubran nuevos campos petrolíferos. Para esas tareas, ya se habla de privatizar PEMEX.

Y si no hay más en México, ¿acaso el estadista con visión de futuro que es el señor Bush no habla ya de combustible vegetal?

Quizá sea anécdota, quizá encubra algo más serio: el presidente de Nicaragua no está en Campeche. Hay un litigio en la Corte Internacional de Justicia, entre Colombia y Nicaragua por un pequeño archipiélago entre ambos países, se especula si esa es la causa de su no comparecencia

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