Nuevas leyes contra genocidio silencioso de mujer en América Latina

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Natalia Ruiz Díaz entrevista a Susana Chiarotti*

 El "genocidio silencioso" de mujeres en América Latina por la violencia machista requiere leyes que incluyan a la comunidad y al Estado como agresores, dijo a IPS Susana Chiarotti, coordinadora del Comité de Expertas de Seguimiento de la llamada Convención de Belém do Pará.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, aprobada en la ciudad brasileña de Belém do Pará en 1994 por los 34 miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), tipifica toda violencia de género como un abuso a los derechos humanos y obliga a adoptar una serie de medidas para erradicarla.

Chiarotti, abogada argentina y activista histórica del movimiento feminista regional, es también coordinadora del no gubernamental Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), que actúa en 17 países.

Durante una visita a Asunción, la coordinadora del Comité, que es parte de la OEA pero actúa con independencia, detalló a Inter Press Service (IPS) los avances alcanzados en los últimos años y lo mucho que queda para eliminar la violencia contra la mujer en todos los ámbitos de las sociedades latinoamericanas.

¿Cuánto avanzó América Latina en la erradicación de la violencia contra la mujer desde que existe la Convención?

– Si se compara con 30 años atrás, el avance es gigantesco. Tener una Convención, tener un mecanismo de seguimiento, empezar a tener leyes integrales de violencia de género, leyes de violencia familiar, ya es algo.

Si lo miramos desde esa perspectiva el logro es importantísimo porque los cambios culturales son muy lentos y nosotras en 30 años hemos logrado muchísimo.

Pero ahora tenemos que saltar a la segunda generación de leyes de violencia que abarquen todas las áreas. Tenemos, además, que introducir otras materias en las facultades de derecho que se adecuen mejor a la situación actual. Ello permitirá tener herramientas eficaces y gente formada y sensible, para que no reaccionen como trogloditas como lo hacen todavía en muchos espacios.

La Convención se percibe sobre todo como un instrumento contra la violencia física, sicológica y sexual hacia la mujer en la familia o la pareja. ¿Pero cuáles son realmente sus alcances?

– La Convención dice que los estados están obligados a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer en la esfera doméstica, comunitaria y estatal. Entonces, al firmar Belém do Para los estados quedaron obligados a cubrir esas otras dos áreas.

Cuando el Comité comenzó a trabajar, teníamos que analizar la violencia contra la mujer con todos los gobiernos e identificar entre una grandísima diversidad los problemas comunes.

Encontramos que había cuatro: el marco jurídico, el acceso a la justicia, el presupuesto y las estadísticas.

Encontramos también que la mayoría de los países habían elaborado leyes que sólo cubrían el área doméstica y no contaban con leyes integrales que sumaran a la comunidad y al Estado, como manda la Convención.

Así que hay una deuda en las leyes en cuanto a la protección que brindan a las mujeres. Uno de los pocos países que ha hecho una ley integral es Brasil. La mayoría de los países tenían leyes neutrales, referidas sólo a la violencia familiar y que dejaban desamparadas otras áreas.

 Seguramente tenemos que pasar un tiempo hasta tener funcionarios más comprometidos, conscientes y preocupados sinceramente. Y será entonces cuando tendremos políticas en serio, compartidas y presupuestadas.

IPS: ¿Y las mujeres, las víctimas de la cultura machista tan arraigada en la región, cómo enfrentan el problema?

SC: Las mujeres estamos cada vez más firmes y soportamos menos el machismo. Estamos menos dispuestas a ser cómplices, y somos más solidarias entre nosotras, aunque por supuesto hay excepciones.

También tenemos más modelos para mostrarles a nuestras hijas y a nuestras nietas, modelos de mujeres líderes, fuertes. Hace 30 años no había prácticamente mujeres en los medios de comunicación, presidentas, legisladoras.

Hoy nos estamos reflejando en otros modelos, estamos creando nuestra propia genealogía. Cuando los hombres hablan, citan una genealogía masculina. Y ahora nosotras nos estamos avalando y citando a nosotras mismas.

*Coordinadora del Comité de Expertas de Seguimiento de la llamada Convención de Belém do Pará. Supervisora sobre violencia para América.

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