ODEBRECHT HACE TEMBLAR A LOS GOBIERNOS DE LA REGIÓN

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Por historia, por semejanza de lenguas, por soportar a dominadores parecidos, por una larga tradición y por muchas otras cosas, que escapan al conocimiento de quien redacta estas líneas, muchos acontecimientos que tienen por escenario esta región se desenvuelven con un parecido y contemporaneidad que a cualquier observador distraído llamarían la atención. Los sucesos de la independencia; la coincidencia en la vigencia de varios estados de bienestar; la fuerte presencia de fuerzas nacionalistas que procuraron una mayor autonomía nacional; la existencia de corrientes revolucionarias con una significativa presencia guerrillera; los regímenes enmarcados en la nefasta doctrina de seguridad nacional; los avances y límites de recientes gobiernos progresistas, son algunas muestras elocuentes que Nuestra América no es solo un sueño y una oportunidad, sino también una vivencia compartida a la que no hemos prestado la suficiente atención.

La idea que un pago de sobornos acompaña la realización de obras públicas, no es una novedad. En el imaginario de nuestros pueblos está instalado que ello es una costumbre que forma parte innata de nuestra cultura y caracteriza a la inmensa mayoría de las gestiones administrativas de la región. Pero no hay registro histórico de algo semejante a lo que está pasando con el actual “Lava Jato” brasileño y su caso emblemático: Odebrecht.

Más allá de su uso en la coyuntura política lo cierto es que este caso ha tenido efectos hasta ahora desconocidos para situaciones semejantes. Habrá que ver si la investigación se “cierra”, en defensa del sistema político-institucional vigente o si continúa bajo el riesgo de llevarse por delante a presidentes e instituciones de toda la región. En la justicia brasileña hay –firmados- 61 acuerdos de “delación premiada” con particulares involucrados y 5 con empresas. En esos casos los firmantes se comprometen a aportar pruebas que ayuden a la investigación con reducción de sus penas.

Según las informaciones existentes, Odebrecht pagó coimas -según la justicia norteamericana, por 785 millones de dólares en 12 países, la mayoría de ellos de la región. En estos días ha causado mayor impacto el pedido de detención del ex Presidente peruano Alejandro Toledo, quien se refugiaría en Israel, pero sus colegas: Alan García y Hollanta Humala, también están involucrados en la investigación. Allí se habrían pagado 29 millones de dólares de coimas por obras.

Aún están en investigación los 35 millones de dólares que se habrían pagado en la Argentina. Hasta solo han trascendido los “nombres de guerra” que utilizaban las dos personas encargadas de recibir y repartir esas coimas. Los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri es difícil que estén ajenos a estas investigaciones en curso.

En Colombia ha sido involucrado el Presidente Juan Manuel Santos por haber recibido  fondos de esa empresa para su campaña electoral; una acusación semejando se le hace a Juan Carlos Varela, Presidente de Panamá, por aportes a su campaña.

Otros países, donde se pagaron coimas, serían México, (11 millones de dólares); Ecuador (33,5 millones); Venezuela (98 millones); Guatemala (18 millones).

Obviamente el mayor impacto político se está produciendo al interior del propio Brasil. Hasta ahora los principales involucrados son los ex presidentes José Sarney y Luis Inácio “Lula” da Silva, quien encabeza las encuestas con vistas a las elecciones del próximo corrimiento se produjo cuando arreciaban las denuncias por este tema y su fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT), quedaba envuelto en las mismas.

Para seguir operando Odebrecht ha pagado multas por 3.500 millones de dólares en varios países, entre ellos: Perú (350 millones); Panamá (60 millones); República Dominicana (184 millones).

Por último, recordemos que en el próximo mes de marzo estará en Argentina, el juez brasileño Sergio Moro, principal figura del “Lava Jato” brasileño, que tiene sobre ascuas a la dirigencia de casi todos los países de la región.

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