ORGANISMOS BÍO-CIBERNÉTICOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Mis implantes de 1998 y de 2002 no fueron por necesidad médica, sino que solamente he querido saber lo que era. Con el implante de identificación de 1998, cuando ingresé en el Departamento de Cibernética de la Universidad de Reading, una señal de radio a través de la puerta de entrada activaba el chip haciendo que transmitiera una señal de identificación unívoca. Como resultado yo recibía una bienvenida personal del ordenador en el momento de entrar.

En otros lugares del Departamento la red era capaz de seguir mi rastro, indicando en qué momento entraba y salía de los recintos. Cuando me dirigía hacia la puerta de mi laboratorio, ésta se abría para mí «automáticamente». Las luces se encendían para mí y el ordenador buscaba cuántos nuevos mensajes de correo electrónico había recibido. Las posibilidades, incluso para un implante de este tipo, son considerables.

La mayor sorpresa para mí durante el experimento fue que muy rápidamente llegué a considerar el implante como «parte de mi cuerpo», un sentimiento compartido por la mayoría de las personas que llevan un implante coclear o un marcapasos. En mi caso, sin embargo, había un ordenador conectado a mi implante y, puesto que el ordenador estaba haciendo cosas, yo también me sentí muy pronto conectado a él.

El nuevo implante de 2002 implicó la descarga de un dispositivo de 100 agujas en el nervio medio de mi brazo izquierdo. Desde este dispositivo, diversos cables recorren mi brazo y llegan a una almohadilla terminal justo por debajo del codo. Entonces puedo o bien establecer directamente conexiones, mediante el cable, desde la almohadilla terminal hasta el ordenador, o bien utilizar un transmisor/receptor de radio, de construcción especial. De este modo, se pueden enviar señales desde mi sistema nervioso al ordenador y también desde el ordenador, para que puedan llegar a mi sistema nervioso.

Esto nos permite investigar señales de movimiento. Por ejemplo: cuando muevo un dedo, algunas de las señales electrónicas sobre mi sistema nervioso, que hacen actuar a los músculos y a los tendones, pueden transmitirse también al ordenador, donde se almacenan como una secuencia. Después, las mismas señales pueden ser repetidas desde el lugar al que llegaron para intentar recrear el movimiento original en la mayor medida posible. Esencialmente, algún movimiento de los dedos puede ser controlado a distancia desde el ordenador.

También se están investigando percepciones extrasensoriales, introduciendo directamente en mi sistema nervioso señales ultrasónicas. De este modo, se pueden detectar objetos incluso con los ojos cerrados. También se pueden observar señales sobre el sistema nervioso como resultado de la ira, el shock, la excitación o el dolor; todas las emociones físicas o al menos el resultado de ellas.

La investigación se dirige ahora a observar lo que sucede cuando estas señales, una vez registradas, se vuelven a introducir en el sistema nervioso. Finalmente, estamos investigando los efectos de la transmisión de signos a través de Internet, desde el sistema nervioso de una persona al de otra. ¿Sentirá una persona el dolor del mismo modo que otra? ¿Podemos comunicarnos de esta manera?

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*Profesor de Cibernética e investigador en inteligencia artificial, robótica e ingienría bío médica en la Universidad de Reading, Gran Bretaña.

El asunto de la fusión entre organismos vivos y mecanismos cibernéticos es una discusión que lleva muchos años; fue primero uno de los asuntos argmentales favoritos en algunos escritores de ciencia-ficción a partir de mediados del siglo XX. Las investigaciones del profesor Warwick y de otros científicos en distintos laboratorios y universidades del mundo lo convierten en una posibilidad de realización inminente.

Los interesados en un desarrollo más profundo y amplio de este aspecto de la cibernética pueden leer el artículo publicado en 2002 en la revista Wired (www.wirednews.com/wired/archive/8.02/warwick_pr.html).

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