¿Por qué necesitamos gravar las bebidas azucaradas en Brasil?

Nathalie Beghin| El consumo elevado de refrescos aumenta el promedio de obesidad en Brasil. Las políticas públicas intersectoriales podrían garantizar el derecho a la alimentación adecuada y sana.El gobierno federal brasileño publicó, el 30 de mayo, un decreto que regula la aplicación del Régimen Especial de Reintegración de Valores Tributarios para las Empresas Exportadoras (Reintegra). El Decreto N ° 9.393 / 2018 reduce incentivos fiscales para una parte de la cadena de producción de bebidas no alcohólicas. La decisión compone el conjunto de medidas adoptadas para compensar la pérdida de ingresos derivada del acuerdo hecho con los camioneros para la disminución del precio del diesel.

La salud de la población brasileña está agradecida. Aunque la medida ha tenido como objetivo principal financiar otros rumbos presupuestarios, ella contribuirá a desactivar la bomba que representan los refrescos. Bomba, porque el exceso de azúcar y la falta de nutrientes agreden violentamente nuestro organismo, que no etás adaptado a procesar tanta energía a la vez. Esta medida desestimulará el consumo de bebidas procesadas con añadidos de azúcar, que alteran el metabolismo del cuerpo, afectan los niveles de insulina y contribuyen al aumento de peso, la obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

Las experiencias en varios países han demostrado que el sobregravamen es una de las medidas más eficaces para reducir el consumo de bebidas azucaradas, ya que alcanzan a la totalidad de la población y se puede implementar fácilmente [1] . En México, por ejemplo, un recargo del 10% sobre las bebidas azucaradas, en vigor desde 2014, resultó en una caída del 14% en la venta de los productos en un período de dos años, con un descenso aún más acentuado en la población más pobre.

En Brasil enfrentamos una epidemia de sobrepeso. Los estudios han evidenciado expresivo aumento de la obesidad en todas las edades, franjas de ingresos y regiones del país. Cerca del 60% de los adultos están por encima del peso y alrededor del 20% son obesos.

Entre los niños y adolescentes el problema también es muy grave: uno de cada tres niños tiene sobrepeso y entre los adolescentes esta relación es de 1 a 4. Y más, la epidemia se está agravando: según la Organización Mundial de la Salud (OMS) ), mientras que en la década de 1970 sólo el 1% de las chicas y el 0,9% de los chicos estaban obesos, en 2016 representaban el 9,4% y el 12,7% de ese grupo etario, respectivamente. Estos resultados llevan a Brasil a estar por encima de los promedios mundiales. La situación es preocupante porque el exceso de peso y la obesidad están entre los cinco mayores factores de riesgo para la mortalidad en el mundo.

Una de las principales causas de este mal es el elevado consumo de las bebidas azucaradas: el 20% de los adultos consumen refrescos regularmente; entre niños y adolescentes ese porcentaje es más del doble, llegando al 45%. Y aquí en Brasil, a pesar de ese diagnóstico bastante aterrador, el sector es fuertemente subsidiado por el Estado: se beneficia de exenciones fiscales, tanto en la producción como  en la comercialización de los refrescos.

De acuerdo con estimaciones conservadoras, las excenciones a las empresas de bebidas azucaradas quitan a las arcas públicas unos siete mil millones de reales al año [2],  lo que equivale a cerca de dos programas de alimentación escolar que reúne anualmente a 40 millones de estudiantes. En otras palabras, vivimos una situación kafkiana, en la que el poder público financia la enfermedad y la muerte.

Es urgente no sólo disminuir los incentivos fiscales, sino aprobar medidas legales que graven fuertemente el sector de las bebidas azucaradas. Urge, además, implementar otras acciones que promuevan hábitos alimentarios saludables. El Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea) viene debatiendo el tema desde hace un buen tiempo.

Recientemente, en marzo de 2018, en la realización del Encuentro «5ª Conferencia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional + 2» alertó, una vez más, sobre el aumento de las enfermedades ligadas a la mala alimentación, los números crecientes de casos de obesidad en todas las regiones las edades, incluidos los niños pequeños, y las enfermedades asociadas a ella como diabetes, hipertensión arterial, varios tipos de cáncer, enfermedades del corazón, entre otras. [3] Más recientemente aún, en su informe de abril de 2018, el Pleno del Ayuntamiento recomendó al Presidente que no sólo elimine los incentivos fiscales del sector de las bebidas azucaradas sino que lo gravara fuertemente.

Es necesario destacar que Brasil asumió recientemente el compromiso internacional de reducir la obesidad. Varias medidas vienen siendo implementadas en esta dirección dirigidas por la Cámara Interministerial de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Caisan). La prevención intersectorial y Control de Estrategia obesidad, lanzada en 2014 , presenta un conjunto de acciones que tienen como objetivo actuar positivamente sobre los determinantes de la salud y la nutrición de la población.

Sin embargo, hay que ir más allá, pues la situación es muy grave: se hace necesario profundizar de inmediato políticas públicas intersectoriales, en los tres niveles de gobierno, que respeten, promuevan y protejan el derecho humano a la alimentación adecuada y sana. La emergencia de la agenda de la gravamen de bebidas azucaradas es una externalidad positiva de la huelga de los camioneros.

Notas
[1] En este sentido ver el resultado de la reciente investigación publicada en The Lancet:
https://www.thelancet.com/series/Taskforce-NCDs-and-economics?code=lancet-site
[2] En este sentido ver: https://www.cartacapital.com.br/revista/981/a-coca-cola-a-zona-franca-de-manaus-eo-rombo-de-7-bilhoes
[3] En este sentido ver la Carta de la Reunión: http://www4.planalto.gov.br/consea/eventos/conferencias/conferencias-2/encontro-5a-2/carta-final-papel-timbrado-evento. pdf

* Coordinadora de la Asesoría Política del Instituto de Estudios Socioeconómicos (Inesc)