¿Qué es Israel y para qué?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

A la importancia de la zona, donde confluyen Europa, Asia y África y que durante milenios fue paso obligado de gentes, culturas y comercio, se le une las expectativas energéticas. Las continuas sublevaciones palestinas contra los británicos, desde 1918, reprimidas con miles de muertos, no eran una salida rentable al colonialismo tradicional.

El fracaso del modelo colonial occidental en Oriente Medio –británico en este caso– se soluciona creando el Estado de Israel, de modo artificial para que sea el gendarme de la zona y el desestabilizador del mundo árabe, y así, Naciones Unidas en 1947, bajo presión británica, estadounidense y de los lobbies judío sionistas, aprueban el plan de partición de Palestina que prevé la creación de dos Estados, el judío y el palestino, dividiendo los 27.000 kilómetros de Palestina en dos mitades. El territorio en poder judío era entonces el 5,5 por ciento con respecto al secular predominio y mayoría árabe palestina.

En 1948 bajo control colonial británico, en su presencia y con su consentimiento, Ben Gurión inicia la “limpieza étnica” lo que supuso la expulsión de 804.000 palestinos –dos tercios de la población– y cientos de asesinatos, la ocupación de 531 pueblos y el expolio del 78 por ciento de todo el territorio, recluyendo a los palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Unos meses después, proclama unilateralmente el Estado de Israel en Palestina, sin que británicos, Naciones Unidas. y los demás organismos internacionales se inmuten.

A finales de año la ONU reconoce a los refugiados palestinos el derecho al retorno o a la indemnización y, dos años más tarde, crea los 59 campos de refugiados existentes aún hoy día, ante la burla e incumplimiento israelí de sus resoluciones y la connivencia de los países promotores y que aún continúan en lo que podríamos llamar: destrucción de civilizaciones y no “choque de civilizaciones”.

El argumento “legal” para la fundación de Israel, es su derecho “bíblico” que los predestina a ser el “pueblo elegido” con una “tierra prometida” legitimada por un plan geoestratégico mediante la violencia, que desde entonces no ha cesado y propicia la expansión israelí y estadounidense en toda la zona, con la ocupación sangrienta y permanente en Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán –encima de Damasco– y las Granjas de Shebaa en Líbano.

La ONU reconoce a Israel, inmediatamente, como Estado miembro en 1949, mientras, los palestinos continúan como una organización en calidad de “observadores” (de ocho millones), frente a Israel con 4,8 millones, más 1,2 millones de palestinos en régimen de apartheid. Israel dicta e impone la Ley del Retorno y da nacionalidad israelí a todos los judíos de cualquier parte del mundo, cuestión impensable para los palestinos, que nacidos en su propia tierra, carecen de su propia nacionalidad. Los judíos inmigrados a Palestina, proceden de 96 países y hablan 103 idiomas diferentes, constatando así, la naturaleza del nuevo Estado gendarme y militarizado.

El Estado de Israel, creado y mantenido artificialmente, incumple sistemáticamente todas y cada una de más de 60 Resoluciones de las Naciones Unidas y de los tribunales internacionales, actuando como un Estado delincuente. Estados Unidos ha vetado 70 Resoluciones en la ONU, de las que la mitad fueron para encubrir la impunidad israelí en la violación de los derechos humanos de todo tipo y, quién además, les subvenciona mensualmente con mil millones de dólares, como pago por los valiosos servicios prestados.

La Unión Europea le suministra armas y mantiene un tratado comercial preferente importando el 80 por ciento de la producción israelí, participando así en el conflicto y ganando unos pocos amigos interesados, a cambio de un montón de enemigos y de perpetuar el conflicto y la tensión en Oriente Medio.

Israel, con miles de aviones de combate, misiles, helicópteros, tanques y más de 200 cabezas nucleares, tienen cien veces más armamento per capita, que cualquier otro país, incluido Estados Unidos y, es toda una potencia bélica dispuesta al exterminio de los palestinos.

¿Qué esperanza pueden tener los ocho millones de palestinos –“árabes”– en Naciones Unidas y en la justicia occidental, si desde 1948 deambulan en la miseria, en el exilio o bajo la ocupación y agresión militar israelí, financiada y propiciada por Estados Unidos y la Unión Europea?

La paz y la violencia ni tienen fronteras, ni pueden convivir. Sólo habrá paz cuando se deje de sembrar violencia, no antes. Mientras, exijámosles civismo, sumisión, renuncia a su identidad y culpémosles de nuestros temores e inseguridad.

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* Artículo publicado en en la revista Rebelión (www.rebelion.org).

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