Quito: homenaje a Eloy Alfaro

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

“El furor del clericalismo no reconoció diques; y desbordose a la manera de un torrente de lava ígnea que incendió toda la República. Los obispos anatematizaron todas las mencionadas reformas, calificándolas de impías y heréticas, de atentados monstruosos contra la religión y la Divinidad misma; y en cartas pastorales y exhortaciones al pueblo señalaban al presidente (Alfaro) y a sus ministros…y demás liberales como “forajidos” que se debía combatir sin tregua…”

Tomado de “Alfaro y sus victimarios” de José Peralta,
combatiente e ideólogo de la Revolución, canciller de Alfaro, rector de la Universidad de Cuenca.

(ALTERCOM, Quito). El domingo 5 de junio se conmemoró una fecha más del triunfo de la revolucion liberal alfarista (1895) que significó la conquista, por parte del pueblo en armas, de la libertad de expresión y de pensamiento; de la educación democrática para hombres y mujeres y del fín de un régimen conservador-clerical que había sembrado de sangre,corrupción y fanatismo a nuestra patria.

Con Alfaro se aprueba la ley de manos muertas que acabó, por un buen tiempo, con los latifundios en poder de la iglesia en donde se explotaba inmisirecordemente a los trabajadores, la mayoría perteneciente a los pueblos indígenas.

Eloy Alfaro “emancipó la conciencia de los ecuatorianos, estableciendo la educación laica, la libertad de cultos,la libertad de imprenta y la libertad de palabra. Democratizo la enseñanza y abrió las puertas a la libre importación de libros para la difusión de la ciencia moderna”.

Con Alfaro se instituyó el matrimonio civil, el divorcio y muchas otras leyes que buscaban dignificar a los seres humanos y establecer la igualdad de las mujeres. Crea los Institutos Normales para que la mujer se incorpore con plenos derechos a la educación y se abra nuevos campos en la vida privada y la administración pública. Con Alfaro se defendió la soberanía, ante el apetito voraz de EEUU sobre las Galápagos.

Como tendría que reconocer uno de sus mayores enemigos, el poeta Crespo Toral, “el general Alfaro fué patriota indudablemente (…) que nos garantizaba el respeto de las demás naciones”.

Alfaro soñó –como Bolivar– una América Latina grande, unida y democrática. Consecuente con ese pensamiento luchó por la Independencia de Cuba y contra los regímenes totalitarios que florecían en América Central.

Hombre magnánimo y generoso perdonó una y otra vez a sus enemigos, que provocaron más de cuarenta sublevaciones en su contra. Muchos de esos personajes –que obtuvieron el olvido a sus fechorías por parte de Alfaro– lo asesinarían en ese escabroso y terrible crimen de Estado del 28 de enero de 1912.

Como lo escribiría Vargas Vila: “sólo tres hombres significativos, tres encarnaciones de pueblos, han surgido en América después de Bolívar: Benito Juárez, José Martí y Eloy Alfaro”.

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* Escritor, poeta, dramaturgo y titiritero ecuatoriano.

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