REDES SOCIALES AGUDIZAN LA CRISIS DE ESTA DEMOCRACIA

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Está llegando a la Justicia este escándalo mundial que es la utilización de las “redes sociales” para destinos bastante distintos a los que cientos de millones de personas –ingenuamente- imaginan.

Un juez estadounidense, de San Francisco, admitió su competencia para intervenir en demandas presentadas por usuarios de Facebook. Se le asignan responsabilidades a esa red social por permitir el uso de sus datos personales, volcados en esa red, sin su consentimiento.

En este caso, como en tantos otros, la Justicia viene bastante tarde y con limitaciones que le impiden llegar al fondo de la cuestión.

Más allá de nuestra voluntad, la informática tiene que ver con la actividad cotidiana de todas las personas. No se abundará en los detalles positivos que la informática aporta a la vida de todos nosotros. Aquí se van a señalar un par de temas en los cuales este instrumento sirve a objetivos no queridos por quienes lo usan.

Entre estos instrumentos se destaca el celular, ese pequeño y caprichoso adminículo. Allí depositamos toda la información sobre nuestra vida aún cuando –ese aparato- permanezca en silencio, o esté en nuestra mesita de luz o en las inmediaciones del lugar donde vivimos pasiones, alegrías y dolores. Todo, todo, está en su poder. Ello le proporciona a las empresas dueñas de la prestación de sus servicios la información necesaria para saber sobre nuestros gustos, necesidades y cuando sea de interés para el mundo empresarial y político.

Ello no lo hace solamente Facebook, la empresa ahora sentada en el banquillo de los acusados, por algunas internas o choque de intereses entre estos grupos de empresas, que son las de mayor valor económico en esta etapa del capitalismo. Los propios gobiernos occidentales están preocupados por el poder de este nuevo imperio, el de GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon), que controlan al mundo comunicacional y deciden por nosotros.

Pero hay otro dato que le da a esta tecnología un sentido aún más importante para la vida humana. Se trata del hecho que los instrumentos informáticos median entre la producción y el consumo. En esa nueva modalidad el consumo está -cada día- más presionado por el deseo, creado por el sistema comunicacional y sus múltiples expresiones masivas, que de la necesidades de la vida humana. Es por ello que crece la tendencia a consumir lo que esa propaganda nos indica.

Estos avances de la tecnología sobre nuestra vida no se agotan en los bienes materiales que consumimos. Algo semejante ocurre en nuestros consumos inmateriales, en los cuales avanza la incidencia de la propaganda que los promueve. Ello alcanza un nivel central en la actualidad, el futuro político y la suerte de lo que se conoce como “democracia”. Martin Hilbert, un profesor alemán que enseña en Sillicon Valley (Estados Unidos) un lugar considerado como el centro de la tecnología mundial, hace años que nos dice que estamos evolucionando hacia la dictadura de la informática. Este señor sostiene que el sistema de control, “lavado de cerebro” lo denomina, es una de las principales razones que influyen en la falta de credibilidad de las personas en el sistema institucional vigente.

En este proceso la tecnología pretende suplantar el vínculo entre las personas por la relación entre éstas y esos instrumentos. Ello genera una especie de aislamiento crónico de las personas, no es casual que ante esta situación Inglaterra haya creado -para los casos más extremos- el Ministerio de la Soledad.  De un modo más general, ese vacío es llenado por esta tecnología que se vale del mismo para “colar” sus intereses influyendo en la conducta de los humanos, transformados en consumidores o clientes, de lo que esas pantallas indican.

Esto no es ningún invento. Desde el punto de vista político, los resultados del Brexit que colocó al Reino Unido fuera de la Unión Europea y el triunfo de Donald Trump en los EU -según muchos analistas- tienen mucho que ver con estas tecnologías.

Estas ideas forman parte de la propia propaganda de las empresas dedicadas a esta tarea. Cambridge Analytica, una de las empresas acusada de estar realizando estas maniobras lo dice, sin encubrir muchos sus objetivos, cuando sostiene que “su servicio consiste en análisis de datos para desarrollar campañas, tanto para empresas y marcas como para políticos que busquen influir en el comportamiento de la audiencia”

Juan Guahán

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