Sontag: la última intelectual a la francesa de Estados Unidos

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Como si fuera una de mal gusto e inesperada broma del 28 de diciembre, se informó de la muerte de Susan Sontag en un hospital neoyorquino. Fue un intelecto precoz, una escritora no siempre fácil y un arquetipo del compromiso intelectual de la segunda mitad del siglo XX.

Con una obra literaria traducida a 32 idiomas -aunque en rigor sólo una o dos de sus novelas fue de venta masiva- recibió en 2003 el Premio Príncipe de Asturias. La llamaban la conciencia ética de Estados Unidos y alguna vez puntualizó que la izquierda de su país le parecía «un chiste».

Por muchas razones estuvo la mayor parte de su vida o en el ojo de los huracanes que debido a la actividad de sus intelectuales conmueven de vez en cuando a la sociedad estadounidenses, o a merced de los vientos en la periferia de las tormentas. Por su última novela En América, por ejemplo, debió responder -y lo hizo con elegancia en la primera mitad de 2000- algunas acusaciones de copia, plagio y uso indebido de textos ajenos.

El libro, que tiene como punto de partida la vida de una actriz, inmigrante polaca a EEUU en el siglo XIX, utiliza aquí y allá estilos, frases, atmósferas de diversos escritores, además de la autobiografía de Helena Modjeska. «Distingo entre la obra de escritores y las fuentes documentales», señaló entonces. Y advirtió que los textos de Modjeska fueron usados sólo como fuente: «utilicé sus palabras para crear un personaje absolutamente diferentes del original».

Lo mismo hizo con escritos del Premio Nobel de 1905 Henryk Sienkiewicz (Quo Vadis), también polaco, y de una casi desconocida escritora estadounidense, Marion Moore Coleman, que 1969 autoeditó una biografía de la Modjeska. Su trabajo intelectual y su biografía, empero, no permiten que las acusaciones y maliciosas imputaciones de entonces se sostengan.

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Sontag nació en 1933 en Nueva York, hija de un comerciante judío de apellido Rosenblatt, que murió cuando la niña no cumplía los seis años; adoptó el apellido Sontag por el del segundo marido de su madre. Murió pues a los 71 años y no parece muy probable que el stabilshment estadounidense la llore demasiado.

Al contrario, probablemente la «mass media» derechista de su país pretenda que sea recordada por una sarta de anécdotas secundarias, como que casó con un joven profesor de la universidad en la que estudiaba a sólo 10 días de conocerse, y que le pidió el divorcio en el aeropuerto, apenas llegados de una temporada en Europa.

La formación de un carácter

A los 15 años, en el revuelto mundo cultural estadounidense que siguió al fin de la II Guerra Mundial, ingresa a la Universidad de California, en el campus de Berkley, que una década después se constituiría, como lo es hoy Oregón, en el centro del pensamiento y la acción protestataria juvenil de EEUU. Al año siguiente opta por mudarse a Chicago, que es donde conoce al sociólogo y profesor Philip Rieff, con quien se casa en 1950; pare a los 19 años a su único hijo , el escritor David Rieff. La pareja permanece más o menos unida hasta 1959. En los últimos años, Sontag fue pareja de la fotógrafa Annie Leibowitz, con quien vivía en Nueva York y con quién produjeron en 2003 Ante el dolor de los demás.

Es Europa, particularmente Francia, el lugar donde ser forja y moldea su futuro. Viaja a Europa becada para un doctorado -que nunca concluye- por la Universidad de Oxford; al poco tiempo elige instalarse en París. París en la primera mitad de la década 1951/60 era la polémica entre los intelectuales comprometidos, los cafés, el sexo que sin otra culpa que la metafísica de la libertad. Era Sartre y era Camus y era la Beauvoir y el paso de Anaïs Nin y la voz de la Piaf… Era el surgimiento de Barthes. Para Sontag fue también Alfred Chester.

Con Chester la relación fue cuando menos sui generis, pero éste, homosexual, la amó hasta pedirle se divorciara para vivir ambos juntos. Además le dio los primeros contactos con el universo de las publicaciones «de avanzada» en EEUU.

Con este equipaje regresa a los 26 años a su país. Nueva York recibe a la joven de 26 años y pronto se le abren las puertas de dos redacciones apetecidas: Partisan Review y New York Review of Books. En 1961 publicó su primera novela, El benefactor, una obra compleja de corte experimental, que sellaría un contrato de por vida con la editorial Farrar-Straus-Giroux.

fotoEl prestigio, la fama, el mundo

En 1964 advierte una arista no considerada en el campo de la cultura popular y estudiantil, el lenguaje, los intereses denotados, en relación con EEUU; la publicación de su ensayo Notas sobre el Camp – que rastrea, diríamos, conciencia de sí estadounidense, en el cine y el entonces dominante «pop art»- lo que la convierte en una de las personalidades emergentes más importantes de su país. El ensayo se publica en 1966.

Tras una estadía en Viet Nam en 1968, filma en Suecia Duelo de caníbales(1969) y «Hermano Carl (1971).

Vendrán luego sus viajes -que incluyeron a Latinoamérica-, sus incursiones en el teatro sus tareas periodísticas también en Serbia, en Palestina.

A mediados de la década 1971/80 aparece el cáncer. Luego su cabello por lo general liso, con una franja cana, se convierte en bandera del pensamiento disidente y de su entrega a las causas de los oprimidos y perseguidos además de su a veces fuerte crítica a los poderes económicos y políticos de EEUU.

En Sarajevo, en 1993, contibuyó al montaje de la obra de Samuel Beckett Esperando a Godot. Ese mismo año, con otros intelectuales, funda Parlamento Internacional de Escritores; en 1994 recibió el premio Montblanc por su labor cultural en Bosnia.

De su obra publicada destacan, entre otros, los libros Contra la interpretación’(1966), Estilos radicales (1969), Sobre la fotografía (1977), La enfermedad y sus metáforas (1978) -ampliado y publicado en 1987 como El sida y sus metáforas, y la novela El amante del volcán (1992), sobre las complejas relaciones entre el almirante Nelson, el embajador Hamilton y su cónyuge Lady Hamilton, amante del marino.

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