Tiberio Graziani: el mundo multipolar y los nuevos escenarios geopolíticos

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Alessandro Leopardi.

En este comienzo del siglo veintiuno asistimos a la ruptura de las relaciones de fuerza entre los Estados tal como fueron concebidas a fines del novecientos. En particular,surgen nuevas potencias como actores de primer orden en el escenario global; países como China, Rusia, India, Brasil, han sabido proponerse e imponerse como verdaderas insidias y alternativas a la supremacía occidental.

Sobre este tema se discutió en la reunión del 14 de febrero en Villa Nazareth con el profesor Tiberio Graziani, uno de los más grandes expertos italianos de geopolítica y director de la revista Eurasia dedicada a esos estudios (www.eurasia-rivista.org=..

A partir desde un análisis detallado sobre la situación actual en la que EEUU cubre el papel de mayor potencia mundial, el profesor Graziani recorrió las que fueron, durante el siglo pasado, las principales líneas políticas llevadas adelante por las grandes potencias mundiales con respecto al continente eurasiático.

Una aproximación que, sobre todo por lo que concierne a Estados Unidos, se ha revelado de una forma contraria a lo que en apariencia pacífica y constructivamente se declamaba: en el curso del siglo pasado los dirigentes de Wáshington emprendieron una serie de acciones que luego pasaron a la historia como la “política de la anaconda”.

Mucho antes del segundo conflicto mundial los estrategas de ese país habían lanzado una campaña de penetración hacia la zona suroriental de Asia, utilizando las islas Filipinas como avanzada estratégica para esta política agresiva que en poco tiempo produjo roces con Japón, cuyo epílogo fue la guerra más sanguinaria en la historia de la humanidad.

Un conflicto que, sin embargo, en cierto sentido hizo propia la suerte de los estadounidenses: los grandes imperios coloniales europeos, en particular, los de Francia e Inglaterra, se desmoronaron en poco tiempo, —cómplices las inmensas destrucciones de la guerra de Europa—, y en el mundo empezaban a manifestarse los primeros síntomas de un nuevo, peligrosísimo juego que pronto adoptará el nombre de Guerra Fría. Y si en aquellos años de postguerra EE.UU. se empeñó en la reconstrución de Europa, también diseminaron sus bases militares, le sacaron provecho al discurso del “miedo rojo” para proponer e imponer a los nuevos Estados satélites su propia égida y su propio rol de gendarme del mundo.

El profesor Graziani se detuvo también a analizar el aspecto ideológico del predominio estadounidense: una visión del mundo extremadamente dialéctica —o mecñanica—, que olvida las relaciones y las influencias recíprocas que han aunado durante los siglos a los pueblos y a las civilizaciones de Eurasia para mostrar un aspecto de los hechos a contramano de la realidad. Fue entonces que se creó y se llevó adelante el concepto de “choque de civilizaciones”, el cual justifica e invoca la venida de un “gendarme del mundo” representado por los Estados Unidos, versión “agigantada” de la doctrina Monroe.

Las consecuencias que sucesivamente tuvo la hegemonía americana en los diversos aspectos de la vida y de la cultura, como en la política, la economía e incluso en el elenguaje, son producto de un vehemente intento de querer imponer la propia visión del mundo. No obstante, a principios del nuevo siglo, esa formulación unipolar. que se impuso después de la caída del bloque soviético, resulta como nunca antes en crisis.

Y no sólo por el rápido surgir del cuarteto Brasil, Rusia, India y China, como nuevas potencias regionales y mundiales, sino también por las nuevas dificultades que la potencia hegemónica enfrenta diariamente. Nuevas potencias regionales emergen en América Latina, África y Asia, abriendo sus mercados y sus competitivas reservas energéticas al mundo, a menudo ofreciendo, mientras tanto, nuevos modelos económicos y sociales.

Incluso países que, desde hace años, desempeñan el papel de aliados de EEUU, como Europa Occidental, Japón, Medio Oriente y América Latina cada vez con mayor frecuencia se preguntan cuánto pueda tener de ventajoso mantener el status quo de los hechos y si —y cómo— intentar desvincularse de la égida del gigante americano. Un papel, este últino, que también Wáshington no estaría dispuesto a abandonar con facilidad.

Por esta razón, si bien cada uno pueda nutrir en el futuro inmediato, o en el más remoto, sus mejores esperanzas, permanece de todas formas un evidente factor de incertidumbre por lo que concierne a la actitud que las potencias del mañana asumirán en las relaciones internacionales del nuevo contexto multiipolar.

La esperanza del profesor Graziani, atestiguada por el mismo título de la revista es que, bajo este aspecto, las poblaciones de Eurasia no olviden el patrimonio común que milenios de historia han dejado tras de sí, y que los legados del pasado que las aunan puedan apoyarse sobre las bases de una convivencia pacífica y de cohesión que sea de recíproco interés.

Traducción del italiano de V. Paglione.

 

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