Todo poder corrompe; el político mucho más

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hace mucho, mucho tiempo -como en los cuentos- se decía que la política era el arte de gobernar; el presente prefiere hablar de ella como el de lo posible y en algunos países -por eso de preservar la paz social- la política no es más que el arte de negociar para consensuar.

Hace mucho, mucho tiempo también solía definirse a los políticos como representantes de los pueblos; la realidad indicó -desde mediados del siglo XIX- que no eran más que mandatarios de los distintas clases sociales y sectores en que los pueblos se dividen. Era un cuento.

Los políticos no reciben -cuando son elegidos para un cargo- un mandato de sus electores: reciben un cheque en blanco que -¡ay!- con demasiada frecuencia cobran sin permiso de nadie. Y aquellos que aguardan ser elegidos tampoco representan a nadie, o sí: se representan a sí mismos y a sus patrones. No tienen la delicadeza de esperar el poder para corromperse, llegan corruptos.

fotoLa percepción ciudadana internacional es que no se puede confiar en ellos. No conducen, se aprovechan. Conforman una casta nauseabunda, advierten por ejemplo, en Ecuador si hemos de creer lo que indica el Barómetro Global auscultado -encuesta a la opinión pública mediante- por Transparencia Internacional (TI) a lo largo y ancho de 64 países.

Sin ánimo de defender lo indefendible, bueno sería que este tipo de encuestas -concebidas y diseñadas en el Primer Mundo- pudiera permitir también que la opinión pública se acercara la conocimiento de cómo se producen los actos de corrupción y si estos se limitan al ámbito interno de los países afectados o tienen raíces y retoños «mundializados».

Claro que será difícil inquirir, por ejemplo a las industrias bélicas estadounidense, rusa, francesa, británica, etc… el monto de las comisiones que ofrecen y por cuál sistema lo hacen. Misma pregunta podría formularse a las industrias agroquímicas, bioquímicas, aéreas, etc… y a la banca internacional y negociadores de créditos a los Estados.

Al fin y al cabo, como lo señalara sor Juana Inés, no es uno el camino al pecado, resultando éste más bien de un amasijo de voluntades y necesidades. Y siempre el que estira la mano lo hace porque algo ve en la que se le extiende.

La desvalida persona común
opinó, no los conocedores

fotoDe cualquier modo la idea fue que ciudadanas y ciudadanos opinaran, en una escala de uno a cinco -cinco marcaba lo más corrupto- sobre las diversas instancias de corrupción o no en sus respectivos países. Los señores parlamentarios ecuatorianos se llevaron las palmas como los más repugnantes del mundo.

Muy cerca les siguen sus pares argentinos. El ayer no más amenazador «huracán K» no los tocó ni con el soplo de una brisa. El Barómetro Global de la Corrupción 2004, les dio a los esforzados representantes del pueblo argentino un 4,6 en el Congreso; mala suerte, los ecuatorianos lograron un 4.9. Y para que se sepa que se advierte de qué polvos vienen esos lodos, los partidos políticos no tuvieron mejor puntaje.

En realidad los partidos políticos fueron señalados como las instituciones más corruptas en la mitad de los países donde se efectuó el sondeo. Fuera de Ecuador y Argentina se destaca la corrupción de los partidos en India y Perú: tiempos mundializados.

En Argentina la bonhomía ciudadana, además, no quiso que los próceres de discurso ampuloso y mano en la lata quedaran solos: La policía (4,4), el Poder Judicial (4,3) y la Aduana (4,2) aparecieron como otras de las instituciones consideradas muy corruptas. Lo grave es que -en realidad y a juzgar por los puntajes- no se salva nadie: las ONG aparecen como menos corruptas (2.9); las iglesias marcan un 3 y el sistema educativo se empinó hasta un 3.1.

Como es lógico diputados y senadores pusieron grito en el cielo: encuesta tendenciosa fue lo menos que dijeron. Ninguno hizo amago de publicar la lista de sus bienes, los de su cónyuge, los de su(s) amante(s), cuñados y otros allegados (más prudentes, en Ecuador y México nadie dijo nada).

Una de las preguntas que se hicieron a los interrogados en los 64 países en que se realizó la encuesta, se refirió a lo que estiman va a pasar con la corrupción: el 45 por ciento de los encuestados en todo el planeta piensa que se incrementará, contra el 17 por ciento que cree que disminuirá (en sus países).

Detrás de Ecuador, Argentina, Perú e India se sitúan los ciudadanos de Bolivia, Brasil, Costa Rica y México como profundamente desconfiados de sus agrupaciones políticas; pero también se advierte por parte de la ciudadanía una elevada corrupción en Francia e Italia (4.1 en ambas) y Polonia (4,2), mientras que Singapur (1,9) y Holanda (2,8) no se la percibe como un problema grave. En España, es vista como la principal corrupción a política (3,8), por delante de la de los medios de comunicación (3,6), las empresas (3,5) y el poder judicial (3,4).

En la Argentina, Indonesia, Corea del sur, Taiwán y Ucrania la corrupción de los partidos fue considerada menor que aquella que medra en los parlamentos. Y en Camerún, Georgia, Ghana, Guatemala, Kenia, Malasia, México, Moldavia, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Rusia, Suráfrica y Ucrania fue la policía la que se estima ejerce una mayor corrupción, mientras que el Poder Judicial dominó las encuestas en Afganistán, Croacia, Macedonia y Venezuela.

TI hizo un llamado a los Gobiernos para ratificar el Convenio de la ONU para iniciar la lucha real contra una lacra que afecta a la vida de todos. Gobiernan, empero, los políticos por lo que surge una duda: la alemana TI ¿es ingenua o quiere seguir haciendo encuestas?

Corrupción y pobreza

Cuando se pidió a los encuestados latinoamericanos que calificaran entre uno y cuatro inseguridad, desempleo, corrupción política, pobreza, problemas ambientales, violación de los derechos humanos y corrupción administrativa, en algunos países, la corrupción política tuvo igual importancia que el desempleo y la pobreza.

En la Argentina los ciudadanos asignaron el mismo puntaje (3,8) a la corrupción política, que al desempleo, el crimen y la pobreza. En Brasil, la corrupción política alcanzó igual importancia que el desempleo (3,9), mientras que en Perú se igualó a la pobreza (3,7 puntos).

Conviene no confundir el Barómetro con el Índice de Percepción de la Corrupción. Éste último, también realizado por TI, consulta a expertos en relaciones económicas, empresarios, inversores, etc… No obstante, los datos que entregó el Barómetro Global de Corrupción 2004 corroboran los resultados obtenidos por el Índice en cada país.

El IPC califica a 133 países en una escala que va del 1 (altamente corrupto) al 10 (altamente limpio), y en 2004 había ubicado a Haití (con 1,5 puntos), Paraguay (1,9), Guatemala (2,2), Bolivia (2,2), Venezuela (2,3), Honduras (2,3) y Ecuador (2,4), como los países más corruptos de la región. La Argentina obtuvo 2,5 puntos, Perú 3,5, México 3,6, y Brasil 3,9, al tiempo que Uruguay y Chile fueron los menos corruptos de la región con 6,2 y 7,4 puntos respectivamente.

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