TORPE

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De entrada nomás, Luis Almagro, ex canciller uruguayo, trastabilló dos veces en sus primero días en la Secretariía General de la OEA. Y le pegaron desde Santo Domingo y desde Caracas. Primero, avivó la crisis migratoria entre dominicanos y haitianos, en juna entrevista con CNN en español, en la que dijo que como ambos países están en una isla, la Española, «no hay dos países cuando hay una isla hay un solo país, aunque sea una isla grande como Asutralia. Esta es una isla pequeña con dos países, con realidades sociales muy diferentes, con realidades económicas y con realidades políticas muy diferentes».

El canciller dominicano Andrés Navarro subrayó que esta afirmación del uruguayo»no solamente es una expresión de ignorancia total de la geografía política mundial», sino «un acto de imprudencia extrema en su condición de ejecutivo de un organismo hemisférico como la OEA». Si «no cambia su actitud y retira su cuestionamiento a la existencia de dos países en nuestra isla», la República Dominicana «no tiene nada que dialogar con el Secretario General» de la OEA.

Luego recibió munición gruesa del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien le instó a definir si está “con el pueblo o con el imperio”, mientras el excanciller Elías Jaua, lo calificó de “traidor”.  La molestia de Caracas surgió por la disposición de Almagro a reunirse con el dirigente opositor venezolano Henrique Capriles quien le solicitó que la OEA oficie como observadora en las próximas elecciones parlamentarias en Venezuela.

Almagro “comprometió su conciencia, su alma, su historia política, para lograr postulación y el aval del gobierno de Estados Unidos, para asumir el cargo de secretario general, y hoy está pagando la factura recibiendo a uno de los principales promotores de la violencia y desestabilización en Venezuela como es el señor Capriles”, dijo Jaua, quien recordó que el sucesor del José Luis Guatón Insulza en la OEA “maniobró contra la propia voluntad de Pepe Mujica, para impedir el ingreso de Venezuela al Mercosur cuando Paraguay fue suspendido”.

Durante la cumbre del Mercosur que tomó esas dos medidas, en 2012, Almagro manifestó en la reunión de cancilleres su oposición a que se concretara el ingreso de Venezuela sin que éste tuviera la aprobación del Parlamento de Paraguay. Pero, tras una reunión del ex presidente Mujica con su par brasileña, Dilma Rousseff, el gobierno uruguayo cambió su postura y habilitó el ingreso.

Venezuela fue de los últimos países en apoyar a Almagro a la Secretaría General de la OEA, y lo hizo, según reveló Jaua, porque la postulación del uruguayo fue impulsada por Estados Unidos, “a la espera de que Venezuela rechazara su candidatura y, de esta forma, lograr una división en la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas]”.

Venezuela sopesó la importancia de los dos organismos, si la OEA que no tiene ningún peso político en la América hoy o fortalecer la unión sudamericana. José Mujica, por su parte, no quiso hacer declaraciones.

Su cholulismo le propició dos caídas sucesivas. En el caso de Venezuela, Luis Almagro enseñó las cartas antes de tiempo, puesto que se estimaba que entraría en conflicto con el gobierno venezolano más cerca del día de las votaciones y que haría un intento previo por involucrar a la OEA en las elecciones. Se precipitó, tomó partido y ahora perdió la oportunidad de actuar como mediador. Torpe.

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