Ucrania – Iraq dos metros para dos medidas

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Creo que mis lectores no me hostigaran si me intrometo en los asuntos internos de alguien. Visto que todos lo hacen a diestra y a siniestra, a mi también me gustaría ejercitar este derecho.

Leo que el señor Powell -el mismo que fue al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, antes de que comenzara la agresión de un país soberano llamado Iraq, y declaró de tener en sus manos pruebas de que Saddam Hussein tenia armas de destrucción masiva- considera no válidas las elecciones de Ucrania porque, así lo afirmó, «no satisfacen los estándares internacionales y no se han investigado las numerosas y creíbles denuncias de embrollos y abusos…»

Sabemos que Colin Powell es un mentiroso. Y si lo era en el año 2002 no hay razón alguna para creer que no iba a serlo de nuevo en el 2004.

Declaro con toda solemnidad no haber visto con mis ojos las elecciones en Ucrania. Yo no estaba ahí, estaba en otro lugar. Tampoco estaba Colin Powell, él también estaba en otro lugar. Estamos a la par. Y ni remotamente puedo afirmar que las elecciones en Ucrania se hayan desarrollado de manera impecable. Si alguien me pregunta qué pienso al respeto, respondería que me sorprendería mucho si aquellas elecciones hubiesen sido regulares.

No me cuadran elecciones regulares en el ex espacio soviético desde 1991 hasta hoy. Pero tampoco me convence la indignación de los observadores extranjeros -enviados a supervisar que todo estuviera en regla- frente a las irregularidades.

Para decirlo de algún modo el problema de las elecciones en Ucrania se puede resumir de esta forma: se indignaron de manera selectiva; aquí y allá; alguna vez sí, otras no. A menudo era no, aún cuando las sospechas fueran más que evidentes.

Los embajadores occidentales solían convocar a los observadores de sus respetivos países y, por lo general, les comunicaban -alguna vez anticipadamente- que en su opinión las elecciones iban a ser limpias. Y los observadores, si aún no habían comprendido la sutileza, la comprendían en aquel momento y se adecuaban a las circunstancias.

No hablo porque lo haya escuchado, sino en calidad de testigo directo. Por lo tanto me parece al menos correcto subrayar que la actitud de Occidente no siempre ha sido ecuánime. Los sagrados principios se dejaron de lado alguna vez -para no decir casi siempre- en nombre de los menos sagrados (pero mucho más concretos) intereses.

He ahí por qué pienso que el pueblo de Ucrania jamás sabrá cuál fue su voluntad mayoritaria expresadaen las elecciones. Difícilmente se obtendrán datos concretos y atendibles, no tan sólo por ser victimas de la poca honestidad de sus gobernantes, sino también por la poca objetividad de los occidentales.

Está bien claro cuáles son los intereses en juego. La mitad de Ucrania quiere caminar hacia Rusia, la otra mitad hacia Estados Unidos y Europa. Esa es la realidad. EEUU y Europa de un lado, Rusia del otro, tiran cada uno la frazada hacia sí, hacia el lado que interesa a cada uno.

Una sabia actitud habría sido, para evitar dramas, que los dirigentes políticos ucranianos se hubieran puesto de acuerdo de antemano para gestionar políticamente y en paz esa diferencia. Pero, por mala suerte, la pequeñez de unos y otros conduce al pueblo al borde del abismo del desencuentro. Sería auspicioso que la sabiduría que faltó en Kiev llegue desde las capitales que influyen: Moscú y Washington, en primer lugar, pero también de Berlín, Paris, Bruselas.

Esperemos que todo vaya bien. Crucemos los dedos detrás de la espalda, como se hace en Nápoles para evitar el mal de ojo. Después apuntemos en el almanaque otra fecha: el 30 de enero de 2005. Es aquella en la que votarán los iraquíes. Un país será llevado a las urnas estando en guerra, sin observadores internacionales, sin otras reglas que no sean las de las tropas ocupantes. Pero ¿quieren apostar? Colin Powell no estará en su puesto -sustituido por Condoleeza Rice-, no obstante se puede tener la certeza, -ya mismo- de que la señora dirá que las elecciones iraquíes fueron válidas, validísimas, impecables.

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* Periodista y escritor italiano, diputado del Parlamento europeo. Traducción para Piel de Leopardo de Luigi Lovecchio.

Artículo anterior de Giulietto Chiesa en:
http://noticias.arcoiris.tv/modules.php?name=News&file=article&sid=310

Del autor el ensayo La guerra infinita -el mundo después de la invasión a Afganistán- está disponible en castellano publicado por Ediciones del Leopardo (www.pieldeleopardo.com) y la revista El Periodista (www.elperiodista.cl).

La obra se puede consultar si costo alguno en: (www.wordtheque.com/pls/wordtc/new_wordtheque.w6_start.doc?code=70636&lang=es.

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