UN LIBRO Y MUCHAS POLÉMICAS

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Se trata del libro “El capital en el siglo XXI” del economista francés Thomas Piketty. En los centros del poder mundial, entre los economistas, entre los políticos y periodistas de diferentes partes del mundo, se habla de este libro, de 600 páginas en su versión anglosajona y 900 en la publicación francesa. Está escrito desde el centro del poder económico mundial. No está hecho por un “rebelde”. Tal vez, de allí nazca su peso. Es alguien, desde adentro del propio sistema que viene a “avisarles” que están aplicando reglas que se hacen difíciles de sostener en el tiempo. Sus conclusiones surgen de analizar la evolución de la vida económica de los últimos 250 años en 26 países.

Su idea central es que los dueños del capital tienen ganancias superiores al crecimiento de la economía. De allí surgen dos tendencias igualmente graves, conflictivas y peligrosas: Una, que la brecha de la desigualdad es cada día más amplia. Dos, la concentración de la riqueza es cada vez mayor, es decir más capital en menos manos. Según sus datos este principio ha sido rigurosamente cierto. Muestra que el rendimiento del capital tiene una constante que gira en torno al 5% anual. Mientras tanto la tasa de crecimiento ha oscilado históricamente entre el 1 y 1,5%. Estos valores solo tuvieron alguna modificación positiva en las 3 décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial donde el crecimiento anduvo entre el 3 y 5%. Ese tiempo, entre 1950 y 1970, fue el de mejor distribución del conjunto de bienes sociales.

Considera que la consolidación de las actuales políticas económicas conduce a que este siglo sea de crecimiento lento y desigualdades crecientes. Esta perspectiva puede acarrear costos sociales que, para este autor, serían democráticamente insostenibles. Desde esta visión enfrenta al mito capitalista que el desarrollo económico trae una reducción de las desigualdades.

Con estos datos concluye que el capitalismo actual entra en contradicción con la democracia y la justicia social. Afirma que hay riesgos sociales que acechan la continuidad de este modelo, donde el 1% de la población controla el 39% del conjunto de la riqueza  mundial y que esa cifra tiende a incrementarse.

Constatado lo dicho y esas perspectivas surgen algunas de sus propuestas, demasiado utópicas y muy difíciles de concretar. La principal de las cuales es la puesta en marcha de un impuesto mundial progresivo sobre el capital. Propone un impuesto del 80% a las rentas superiores al millón de dólares anuales, entre el 50 y 60% cuando superen los 200 mil dólares. A ello le agrega un impuesto, también anual, a la riqueza del 10% para quienes posean las mayores riquezas. Por una única vez también plantea un impuesto del 20% a los patrimonios más altos. Con estas medidas se propone que las ganancias del capital sean iguales o inferiores a la tasa de crecimiento de la economía, apuntando a una distribución más justa.

Las múltiples críticas planteadas a lo propuesto por Piketty vienen de dos vertientes.

Una de ellas sostiene que, fundamentalmente en los países en vías de desarrollo,  el crecimiento capitalista no necesariamente genera desigualdad. Uno de los ejemplos citados es de Perú. Allí, según estas críticas, ha habido crecimiento económico, con disminución de la pobreza absoluta y reducción de la desigualdad. Este argumento sostiene que la mayor parte de los datos esgrimidos por Piketty provienen de las economías de los países desarrollados.

La otra crítica es de raíz ideológica. En nuestro país la formuló Alberto Benegas Lynch (h), uno de los referentes locales del pensamiento liberal. Éste sostiene que este material es una feroz defensa del estatismo, con sus gastos públicos astronómicos, deudas estatales siderales, déficits insostenibles e impuestos insoportables y absurdos. Redondea su disenso diciendo que “los bienes no se distribuyen, se ganan”.

Tampoco faltan las críticas a Piketty porque no ofrece una respuesta a las razones por las cuales se da esa acumulación privilegiada del capital, ignorando que eso se produce por la mayor fuerza que tiene el capital respecto del trabajo en las diversas manifestaciones de los espacios de poder. Es por ello que puede imponer sus reglas de juego, entre ellas ésta de una ganancia superior a la tasa de crecimiento económico.

Por último Piketty denuncia en su libro a la riqueza oculta de los millonarios que alimenta la desigualdad. Sostiene que hay 21 millones de millones de dólares ocultos en las “guaridas” conocidas como “paraísos fiscales”. Ese dinero, que no figura en las estimaciones, está en manos de 91 mil personas (0,001% de la población mundial). Sin se incorporarán esas cifras los datos sobre desigualdad serían aún más abrumadores.

Juan Guahán, Guestion

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1 comentario
  1. rosa dice

    Para solucionar las crisis, producida por la riqueza oculta, que no tributa, ni se mueve en beneficio de quienes están dando su vida por un puñadito de dólares, pesos, Euros, y sólo alimenta la desigualdad y la frustración del explotado.
    El francés Piketty propone en su libro algo que es de cajón: conseguir mejor distribución de las riquezas imponiendo un impuesto mundial progresivo sobre el capital, por ejemplo un impuesto del 80% a las rentas superiores al millón de dólares anuales, entre el 50 y 60% cuando superen los 200 mil dólares. Además, sugiere que habría que sumarle otro impuesto, también anual, a la riqueza del 10% para quienes posean las mayores riquezas. Por una única vez también plantea un impuesto del 20% a los patrimonios más altos.
    Alberto Benegas Lynch (h), uno de los referentes del pensamiento liberal sostiene que este material es una feroz defensa del estatismo, con sus gastos públicos astronómicos, deudas estatales siderales, déficits insostenibles e impuestos insoportables y absurdos. Redondea su disenso diciendo que “los bienes no se distribuyen, se ganan”. Pero se olvida que un pueblo que no puede satisfacer sus mínimas necesidades de alimentación, vivienda, sanidad, etc. es un pueblo expuesto a males mayores que el estatismo, porque las enfermedades cuestan millones
    El capitalismo puede imponer sus reglas de juego porque es una mafia, no importa que partido sea el electo, la mafia siempre vigilará que la ganancia sea superior a la tasa de crecimiento económico. Esas reglas, en las que participa activamente la consorte- reina Sofía de España, se diseñan en el Club de Bilderberg, que ya ha mandado blindar el Hotel Marriot de Dinamarca.
    Señaña Piketty en su libro
    – Sostiene Piketty que hay 21MILLONES de MILLONES de dólares ocultos en “paraísos fiscales” Y lo tienen sólo 91 mil personas (0,001% de la población mundial). Si se incorporarán esas cifras los datos sobre desigualdad serían aún más abrumadores.

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