Una verdad realmente inconveniente en el norte

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Saúl Landau.*

“La primera década del siglo XXI es la más cálida de la historia, según muestran nuevos valores de temperatura publicados el jueves por la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio (NASA)… 2009 fue el segundo año más caliente desde 1880, cuando comenzó la medición moderna de la temperatura. El año más cálido fue 2005. Todos los demás años más cálidos de que se tienen noticia ocurrieron a partir de 1998, dijo la NASA”.[1]

Las temperaturas globales variaron debido a los cambios en los ciclos de calentamiento y enfriamiento de los océanos. “Cuando promediamos la temperaturas en cinco o 10 años para minimizar esa variabilidad”, dijo el Dr. James E. Hansen, director del Instituto Goddard para Estudios del Espacio de la NASA, uno de los climatólogos más renombrados a nivel mundial, “hallamos que el calentamiento global continúa sin amainar”.
(John M. Broder NY Times, 21 de enero).

En el documental La verdad inconveniente, Al Gore –¿lo recuerdan?– advirtió que los gases de invernadero y otras fuentes de hidrocarburos se incrementarían y amenazarían la vida futura en el planeta. Después de emitir este reto fílmico, Gore aconsejó a los ciudadanos que reciclaran y compraran autos de mejor rendimiento.

¿Inconveniente? ¿Qué tal si cerramos la mayoría de las fábricas que escupen humo en todo el mundo, lo que contribuye muy poco a la salud global? ¿O abandonar los altísimos edificios de oficina que requieren calefacción y aire acondicionado las 24 horas toda la semana?

Los embotellamientos del tránsito son cada vez más inconvenientes. ¿Qué tal si los eliminamos cerrando las plantas de fabricación de automóviles y camiones en China, Brasil, la India, así como en Occidente y Japón? ¿Y si vemos los tubos de escape como escopetas cargadas con vapores mortales apuntando a la atmósfera común?

Suburbios estadounidenses convenientes con casas particulares individuales implican conmutar diariamente, dos o más garajes y chimeneas. ¡Qué comodito! ¿Qué harían Hollywood, la TV y los publicitarios sin esta gente “feliz” para usarlos como modelos en la venta de productos de entretenimiento, todo lo cual requiere de la contaminación como parte de su proceso de producción?

Piensen lo inconveniente que sería la vida sin McDonald’s, Burger King, Carl’s Junior o cualquier otra cadena de comida rápida. En cambio, piensen en no más vacas pedorreantes (metano) hacinadas como sardinas de cuatro patas en corrales al aire libre. Oh, me da nauseas.

Las bases y la rutina de la vida industrial moderna –el contexto del legendario sueño norteamericano– presupone el consumo perpetuo, más y más productos mejorados tecnológicamente como símbolos de prosperidad e incluso de identidad. Estados Unidos han exportado este “sueño” a la mayor parte del mundo por medio de sus filmes y programas de televisión.

Pero estos productos de “entretenimiento no contienen señales de advertencia, como las de las cajas de cigarrillos: este producto causa graves daños al medio ambiente; las futuras generaciones padecerán de un medio ambiente no sostenible.

La mayoría de los líderes políticos enfrentan un reto que se niegan a reconocer: tomar el control del cambio climático desbocado –junto con las capas de hielo que se derriten emitiendo más gases de hidrocarburos. Para realizar esta tarea hercúlea, deben abandonar la conveniencia, la presunción incuestionable de que las grandes corporaciones son los medios y el fin de las políticas.

Cuando el ya retirado Fidel Castro reflexionó sobre esta situación o el presidente de Bolivia Evo Morales habló del tema, The New York Times y sus equivalentes en otras grandes capitales les dieron muy escasa o ninguna cobertura. ¿Material no conveniente? Castro dijo (en entrevista con el autor) en septiembre pasado que el mayor crimen de los exiliados de derecha “fue el robo de las elecciones del 2000, porque esto retrasó el movimiento ambientalista en 10 años”. Se refería a los votos emitidos por individuos no ciudadanos de los EE.UU. y a la intimidación a los contadores de votos por grupos de matones en algunas circunscripciones electorales del Sur de la Florida.

Después de recuperarse de su fracasada campaña presidencial, Gore, usando su acceso a los medios masivos, envió un primer mensaje de alarma. En diciembre pasado, la canciller alemana Angela Merkel fustigó a los que dudan del calentamiento global. Ella dijo: Sin embargo, por lo que sabemos, nunca ha habido un incremento tan rápido de la temperatura como la pronosticada por la ciencia hoy. Anteriormente, había dicho, “Las plantas y los animales tenían la oportunidad de adaptarse a los cambios durante miles de años”. Ya no es así.

Ella expresó su preocupación por la gente que reside en áreas costeras, las cuales son las más vulnerables ante el calentamiento global que hace subir rápidamente el nivel del mar”. Hizo un llamado “a un uso sensato de valiosos y limitados recursos, como el gas natural y el petróleo”. Recordó al público que “en 2050, nueve mil millones de personas vivirán en la Tierra. No funcionará sin un uso conservador de los recursos”.
(Bild am Sonntag, 16 de diciembre de 2009).

El discurso del Estado de la Unión del presidente Obama al Congreso evitó verdades realmente inconvenientes. Sus electores (consumidores, no ciudadanos) pudieran no querer recortar la producción y el consumo, las dos sangres gemelas de las economías del mundo. En su lugar, Obama alardeó de cómo él y el Congreso rescataron a las industriales automovilísticas productoras de empleos y contaminación.

Es conveniente referirse piadosamente a la “tecnología verde”, pero los vehículos menos tragones de gasolina aún emiten compuestos contaminantes.

En 2009, los poderosos se reunieron en Copenhague para demostrar una timidez patética, si no criminal. Solo los manifestantes demostraron saber que comprendían lo que estaba en juego; pocas de sus preocupaciones llegaron a las primeras planas o a las principales noticias de la TV. En su lugar, los titulares subrayaban la violencia y el caos, la apelación a los peores gustos de los consumidores. ¿Quién quiere enfrentar el “inconveniente” reto al que se enfrentan los humanos acerca del futuro del planeta?

[1] En el sistema de medición del tiempo utilizado en Estados Unidos la primera década de este siglo comenzó en 2000, y comprende, consiguientemente, los años 2000 a 2009.

* Cineasta, miembro del Instituto de Estudios para Políticas, EEUU.
Sus filmes en DVD pueden obtenerse por medio de roundworldproductions@gmail.com
En http://progresosemanal.com

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