Uruguay se defiende del cigarrillo

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Max J. Castro.*

Desde el 1º de marzo, el país se convirtió en el primero de América Latina libre del humo del tabaco; se prohibe fumar en bares, restaurantes y lugares públicos. Philip Morris, la tabacalera más grande del mundo presentó una demanda contra el Estado Uruguayo. Las ganacias de Philip Morris duplican el PIB del país. En la actualidad el gobierno anuncia que profundizará su lucha contra el tabaco.

La semana pasada en Punta del Este, Uruguay, en una reunión de 172 naciones organizada por la Organización Mundial de Salud (OMS) de Naciones Unidas, la comunidad mundial de la salud logró una serie de fuertes golpes contra las gigantescas compañías tabacaleras que cada vez buscan mayores ganancias y menos regulaciones fuera de Estados Unidos.

Después de décadas de negar los hechos científicos que demuestran inequívocamente los dañinos efectos para la salud del cigarrillo, gastar millones de dólares para cabildear con políticos y utilizar tácticas implacables para intimidar a los que critican a la industria, las compañías tabacaleras sufrieron su primera derrota significativa en 1964, cuando el Cirujano General (secretario de Salud Pública) de Estados Unidos emitió un informe (El Hábito de Fumar y la Salud: Informe del Comité Asesor al Cirujano General, ver <a href="http://profiles.nlm.nih.gov/NN/Views/Exhibit/narrative/smoking.html">aquí<a/>), que de manera concluyente vincula el tabaco con el cáncer y otras enfermedades que provocaban en los fumadores una tasa de muerte 70 por ciento mayor que en los no fumadores.

Aunque el reportaje, que fue un hito, no provocó que los norteamericanos dejaran de pronto de fumar en masse, sí tuvo un impacto inmediato en la conciencia nacional e internacional. Como recuerda Luther L. Terry, por entonces Cirujano General, el informe “tuvo el efecto de un bombazo en el país. Fue noticia de primera plana y artículo principal en todas las emisoras de radio y TV en Estados Unidos, y en muchos países”.

“El Hábito de Fumar y la Salud: Informe del Comité Asesor al Cirujano General”, fue también el ímpetu necesario para la larga y aún existente tendencia hacia tasas decrecientes del hábito de fumar en Estados Unidos. Sin embargo cuarenta y seis años más tarde y después de haberse realizado incontables reclamaciones judiciales, campañas y leyes, se estima que 435 000 norteamericanos mueren cada año a consecuencia de enfermedades relacionadas con el tabaco. Eso supera con mucho las 85 000 muertes al año debido al alcohol, 30 622 a resultas de suicidio, 26 347 provocadas por accidentes automovilísticos y 20 308 por homicidio.

Debido al número de víctimas que el hábito de fumar aún provoca en Estados Unidos, entre 1964 y 2010 este país se convirtió en un mercado en decadencia para los gigantes del tabaco. Mientras que en el frente nacional continuaba luchando contra nuevas regulaciones, atrayendo a nuevos fumadores por medio de promociones dedicadas a la juventud y manipulando los niveles de nicotina para reforzar la adicción y hacer más difícil abandonar el hábito a los fumadores, la industria tabacalera comenzó a comercializar agresivamente su producto fuera de Estados Unidos, en especial en las “economías emergentes” de Asia, África y Latinoamérica.

La estrategia ha obtenido un éxito significativo. Las ventas de cigarrillos en todo el mundo están aumentando dos por ciento al año. Si esta tendencia continúa provocará decenas de millones de muertes en las próximas décadas.

Los peligros demostrados del tabaco, subrayados en los informes del Cirujano General de EE.UU. en 1964, finalmente desembocaron en distintos tipos y grados de regulación de la publicidad de tabaco, y en la prohibición de fumar en lugares públicos en un creciente número de naciones. En algunos países, se incrementó el impuesto al tabaco para desestimular la compra. Sin embargo, como demuestra globalmente el continuo aumento de las ventas, estas medidas no han sido suficientes para impedir un amenazante desastre de salud pública a medida que la adicción a la nicotina conquista todos los rincones del planeta.

En muchos países relativamente pobres, como Indonesia –actualmente el quinto mercado de cigarrillos en el mundo–, prácticamente no existen regulaciones para la publicidad del tabaco o para la comercialización y venta de cigarrillos a menores de edad. En algunos países, fumar cigarrillos, especialmente las marcas norteamericanas de mayor venta, aún se considera un símbolo de status o de modernidad. Además, a menudo los gobiernos tienen un incentivo por no hacer nada mientras aumenta el uso del cigarrillo. Funcionarios del gobierno indonesio dicen que anualmente ingresan $2,5 mil millones, solo por parte de Philip Morris.

La gravedad y alcance global del problema provocó la “Convención Marco del Control del Tabaco” en 2003, un acuerdo internacional que en los últimos siete años ha sido ratificado por 170 países, entre los cuales no se incluye Estados Unidos. (George W. Bush firmó el tratado, pero nunca lo presentó al Senado; la administración Obama dice que espera presentarlo al Senado en 2011.)

La reunión de la pasada semana en Uruguay se hizo con el objetivo de trabajar en un tratado que obligara a las naciones a tomar medidas basadas en evidencia, con el fin de reducir el hábito de fumar. Esto sucede teniendo de fondo una reclamación judicial pendiente contra el minúsculo Uruguay por parte de Philip Morris International, la mayor compañía de cigarrillos del mundo. La compañía, que tiene ventas anuales que son el doble del Producto Interno Bruto de Uruguay, asegura que las nuevas y duras regulaciones del pequeño país acerca del envoltorio de cigarrillos son irrazonables.

Pero el ataque contra Uruguay, que podría costar al país decenas de millones de dólares, no es un incidente aislado, sino parte de una campaña de amplio alcance por parte de las dos mayores compañías tabacaleras, Philip Morris y British American Tobacco, para rechazar la tendencia hacia medidas anti-fumar en muchos países, incluyendo enormes mercados como Brasil.

El resultado de la reunión en Punta del Este fue una sonada victoria para la salud pública y una derrota decepcionante para las grandes tabacaleras. La industria del cigarrillo había estado luchando con especial denuedo para evitar una prohibición a agregar a los cigarrillos sabores tales como chocolate, fresa y muchas otras sustancias. Estos aditivos atenúan la aspereza del humo del tabaco y por tanto hace más fácil que los jóvenes adquieran el hábito. Pero los países reunidos en Uruguay el pasado fin de semana recomendaron que los países restrinjan o prohíban aditivos de sabor.

El fiero ataque de las compañías tabacaleras a la prohibición de los aditivos está basado en investigaciones que demuestran que la gente comienza a fumar cuando es joven. Las compañías tabacaleras saben que su mayor oportunidad se encuentra en un punto del ciclo de vida en que la gente es más susceptible a la preocupación por ser aceptados por sus iguales y por rebelarse contra la autoridad. Pero debido que los cigarrillos son muy adictivos, lo que puede comenzar como una experimentación en los adolescentes a menudo se convierte en un hábito mortal de toda la vida.

El grupo de 172 naciones también acordó apoyar a Uruguay en su defensa legal contra Philip Morris International; establecer un grupo de trabajo para desarrollar orientaciones para imponer impuestos al tabaco con el fin de reducir el consumo; brindar financiamiento continuo a la convención de control del tabaco (que actualmente tiene sus cuentas en rojo); recomendar que los programas para dejar de fumar sean financiados por el sistema de salud nacional; y alentar a los gobiernos para que entrenen a expertos que ayuden a más fumadores a dejar el hábito.

La propaganda proselitista de las grandes tabacaleras y sus aliados hacen énfasis en el enorme costo de las nuevas regulaciones y prohibiciones, y apuntan en especial al único grupo que pueda sufrir por estas: los pequeños agricultores de tabaco en países pobres. En realidad, cualquier beneficio o dificultad económicos incurridos por estos grupos empequeñecen ante el colosal costo humano, social y económico de la adicción al tabaco.

La conferencia de Uruguay en 2010, al igual que el reporte del Cirujano General en 1964, es un hito en una larga lucha contra aquellos cuyo único propósito es generar el máximo de ganancias sin importarles las consecuencias para la vida y salud humanas.

* Periodista.

http://progreso-semanal.com

 

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