Venezuela, un destino marcado

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Que Hugo Chávez aceptara el referéndum ya fue una victoria para la oposición. El capital y quienes lo representan siempre disponen de infinitas posibilidades para hacer valer sus actos omnipotentes. Es impensable que Chavez pueda resistir mucho más una presión tan fuerte como la que le hacen y le harán las fuerzas económicas nacionales e internacionales.

Basta recordar con cuánta osadía se desarrolló la invasión a Irak, los falsos pretextos, los argumentos e imposturas entre bambalinas y las atrocidades cometidas -sin remordimientos- para deducir que mejor destino no le queda al gobierno de Chavez o a quien imite sus pasos.

La victoria del ‘no’ en Venezuela, por tanto, tiene todos los visos de una victoria efímera. No obstante su valor es grande, porque permite realimentar con un poco de oxígeno a los movimientos sociales latinoamericanos, en la esperanza de que otros acontecimientos puedan ejercer una influencia positiva para que los sectores populares logren el «pedacito de paraíso» tan soñado.

Lo cierto es que esta victoria retrasa o cierra las puertas de una intervención militar a cuba, y permite reafirmar, aún sea por un corto plazo, la política exterior de Kirchner respecto de la Casa Blanca y el FMI; ayuda, además, a dejar al desnudo las maniobras de Bush y su corte de empresarios -empezando por los banqueros de la Reserva Federal, verdaderos constructores del neo imperio del siglo XXI.

Indiferentes al proceso del referéndum, los medio de comunicación ya comenzaron su trabajo de demolición. Las informaciones brindadas por los titulares de los mayores medios de comunicación -y especialmente la estación CNN con informaciones cada pocos minitos, anunciaron con marcada inexactitud que «Chavez se proclamó victorioso». En realidad no fue Chavez quien se proclamó victorioso, fue el Consejo Nacional Electoral, compuesto por gente de la oposición y de «chavistas» quienes declararon la victoria del ‘no’ en Venezuela.

Esta inexactitud en transmitir la información instala en la cabeza de los «informados» que el presidente venezolano tiene actitudes dictatoriales y tuerce los resultados a su favor cuando la realidad es exactamente lo contrario.

La oposición siempre tuvo, merced a su inmenso poderío económico, la inmensa mayoría de los medios de comunicación para documentar la distorsionada seudo realidad de los hechos. Y ahí están las campañas contra un presidente que, simplemente, busca calmar -aun con errores- el hambre que padecen millones de venezolanos excluidos de participar en la película, distribuida por la Casa Blanca, que se llama «Globalización», que promete un mundo mejor pasando por encima de los cadáveres de quienes no tuvieron las mismas oportunidades.

La batalla continuará

fotoA dos días de la votación del referéndum venezolano, The Economist abre los nuevos fuegos. Señala -con curiosa «objetividad periodística» el 17 de agosto- que la legalidad del acto electoral permite que la «incompetente» Revolución Bolivariana prosiga su marcha (www.economist.com/agenda/displayStory.cfm?story_id=3102178).

Se diría que los «formadores de opinión», la mayor parte de los cuáles se han convertido en aparatos de resonancia de los centros de poder, ignoran que el mundo entero está a favor de los gobiernos que tengan actitudes más humanas y comprensivas hacia las clases menos favorecidas que no consiguieron superar los obstáculos que hacen a su pobreza.

Las sociedades del mundo entero están en contra de la opresión, de la destrucción masiva y de los métodos colonialistas disfrazados de «liberación de un pueblo». Nadie le preguntó al pueblo iraquí si quería ser liberado. Una pequeña muestra de eso se pudo percibir en la apertura de los juegos olímpicos donde la delegación más abucheada fue la de los EEUU, seguida de la de Israel, mientras que la más aplaudidas fueron las de Irak y de Palestina.

Que la letra con sangre entra, decían los viejos profesores afectos a la regla y el cachetazo. Después de Afganistán parece que la lección fue comprendida de otro modo, y ya muy pocos quieren volver a esas aulas que convierten al terror en la miseria de quienes lo ejercen.

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