Violencia Doméstica (V). – EL SILENCIO Y LA INVISIBILIDAD

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993, el artículo 1° de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de la Asamblea General de las Naciones Unidas, define como violencia de género:

«…Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada».

Con su declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, la Asamblea consolidó la acción en pro de los derechos humanos de los Estados Miembros.

Las investigaciones hasta ahora realizadas indican que este es un problema que existe en todos los estratos socioeconómicos y modelos culturales. Se ha elaborado una tipología de la violencia contra la mujer en las que se considera, entre otras categorías, la doméstica, en el lugar de trabajo, en las instituciones educacionales y la violación –como forma extrema de ésta–.

Las acciones emprendidas para eliminar este flagelo, que alcanza magnitudes significativas, ha comprendido la creación de hogares refugio para las mujeres maltratadas y sus hijos, la capacitación de mujeres policías para atender denuncias de mujeres golpeadas y en varios países existen ya iniciativas legales y leyes destinadas a prevenir, castigar y erradicar la violencia de género con énfasis en la doméstica.

Es en este campo, donde adquiere mayor importancia la aplicación de políticas con un enfoque integrado y una conceptualización amplia de los derechos humanos. De acuerdo con experiencias realizadas en países desarrollados, si además de una atención inmediata no se proporciona a las mujeres capacitación para el trabajo y acceso a un empleo, un contenido educacional que le devuelva la autoestima, servicios de salud que incluyan la atención psicológica, guardería para sus hijos y, en general, los medios que le aseguren una vida digna y el respeto a sus derechos, difícilmente podrán superar la situación vivida y terminaran acogidas en forma permanente a las casas de refugio, y éstas, debido al costo que representan en ningún país y menos en América Latina y el Caribe, pueden constituir mas que apoyos temporales para enfrentar problemas de este tipo.

ONU: Incremento de la violencia
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La violencia dentro del hogar es la más grave que sufren las mujeres en América Latina, Estados Unidos y varios países de Europa occidental, de acuerdo al informe presentado por Radhika Coomaraswamy –relatora especial sobre la violencia contra la mujer de la Organización de las Naciones Unidas, en la 59ª Sesión de la Comisión de Derechos Humanos, reunida en Ginebra, recientemente.

Recalcó la relatora que los índices de violencia doméstica de las mujeres estadounidenses pueden compararse con aquellos que se registran en la India, aunque se manifieste, por razones culturales, de maneras distintas. Advirtió que la violencia en general –en sus distintas manifestaciones– también ha aumentado, así como las violaciones sexuales de las que son víctimas.

Coomaraswamy aludió también a situaciones en que se vulneran los derechos humanos de las mujeres con la justificación de prácticas culturales o religiosas. Refirió casos en los que se desconoce su autonomía sexual, son agredidas por no obedecer a sus maridos, asesinadas por actos supuestamente reñidos con la moral o mutiladas como parte de actos tradicionales o rituales religiosos.

Advirtió también la relación entre el tráfico de mujeres y el fenómeno de la migración femenina, que no cesa de aumentar debido, en gran medida, a que se piensa que ellas pueden conseguir más fácilmente trabajo, por ejemplo como empleadas domésticas.

«El vínculo entre la crueldad y la pobreza, que hasta ahora no ha sido suficientemente considerado por quienes pueden actuar y tomar decisiones a favor de las mujeres, –sostuvo Coomaraswamy, quien insistió en la necesidad de analizar las causas– económicas sociales de la violencia que sufren particularmente las mujeres».

Explicó: «a diferencia de hace 10 años, cuando ésta problemática era invisible, los avances logrados permiten mantener un cierto optimismo, aunque aún quede mucho por hacer: Todos los gobiernos han adoptado políticas en esta década, programas o leyes, pero ha llegado la hora de pasar a una segunda fase, que es la aplicación de las normas. En cada país se han diseñado políticas, implementando programas y realizando actividades que han permitido volver visible el referido fenómeno».

Observó: «en general, los Estados no están cumpliendo con sus obligaciones internacionales de prevenir y castigar eficazmente las diferentes manifestaciones de la violencia doméstica. Es necesario, desarrollar sistemas a nivel nacional, regional e internacional para vigilar eficazmente la implementación de las normas internacionales. No ha habido capacitación eficaz de la policía o del poder judicial o campañas a nivel comunitario. El aumento en la incidencia de la violencia doméstica puede ser reflejo de la mayor conciencia entre las mujeres que son abusadas de que no tienen que soportarlo».

La situación

La violencia contra las mujeres y las muchachas es un problema universal de proporciones epidémicas, pero su costo humano a menudo resulta invisible. Por lo menos una mujer de cada tres del mundo ha sido golpeada, obligada a practicar el sexo u objeto de otro tipo de atropellos a lo largo de su vida. El que comete el abuso suele ser alguien que conoce la víctima.

En 2002 el Consejo de Europa declaró que la violencia contra las mujeres era una situación de emergencia de salud pública y una causa importante de fallecimiento e invalidez de las mujeres de 16 a 44 años.

Un informe del Banco Mundial estimaba que la violencia contra las mujeres era una causa tan grave de muertes y discapacidades entre las mujeres en edad reproductiva como el cáncer, y una causa mayor de mala salud que los accidentes de tráfico y el paludismo juntos. Un informe de 2003 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades calculaba que los costos de la violencia de una pareja íntima sólo en los Estados Unidos superaba la cifra de 5.800 millones de dólares al año: 4.100 millones de dólares en servicios médicos y atención sanitaria y casi 1.800 millones de dólares pérdidas de productividad.

El temor y la vergüenza siguen impidiendo que muchas mujeres hablen de su situación, y la recopilación de datos suele ser insuficiente e incoherente. Incluso en países que disfrutan de una paz y prosperidad relativas, muchas mujeres viven en un estado de constante inseguridad.

Circunstancias

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De acuerdo con los trabajos realizados por la Organización de las Naciones Unidas, la violencia contra las mujeres se da en todas las regiones y naciones y es en gran parte invisible. La policía de países de todo el mundo afirma que muchas víctimas de violación no denuncian el delito. A menudo las naciones que informan de la incidencia de la violencia son los que están haciendo todo lo que pueden para contrarrestarla.

En la República Dominicana los informes indican que en el caso de violencia contra las mujeres los agresores son las actuales o antiguas pareja de las victimas en un 40 a 68 por ciento de los casos. En Georgia se ha comunicado que el 50 por ciento de las familias sufren alguna forma de violencia doméstica. En la India las estadísticas indican que 14 mujeres son asesinadas por la familia de sus cónyuges cada día.

Según un informe de 2002 de la Organización Mundial de la Salud, estudios realizados en Australia, Canadá, Israel, Sudáfrica y los estados Unidos, apuntan que del 40 al 70 por ciento de las mujeres asesinadas lo han sido por sus parejas, habitualmente en el contexto de una relación abusiva. La OMS informa que en el Reino Unido el 40 por ciento de las víctimas de homicidios de mujeres son asesinadas por sus esposos o novios.

Una investigación realizada en Suecia puso al descubierto que un 70% de las mujeres habían experimentado alguna forma de violencia o abuso sexual. Las estadísticas de los Países Bajos anotan que unas 200.000 mujeres son objetos de violencia cada año por sus compañeros.

En Botswana 6 de cada 10 mujeres son golpeadas, mientras que en Moldavia el 31% de las muchachas de 16 a 19 años han sufrido, según los informes, violencia sexual.

En Turquía expertos de las Naciones Unidas, han señalado que el matrimonio forzado, la violencia doméstica y la negativa a derechos reproductivos contribuyen a los suicidios de mujeres y niñas en el sureste y este del país. Yakin Erturk, relatora especial sobre violencia contra la mujer de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señalo que las autoridades en muchas ocasiones no implementan leyes que protegen a la población femenina.

La experta informó –al finalizar una visita reciente de 10 días a Turquía– que diversas formas de violencia son utilizadas deliberadamente contra las mujeres turcas. Indicó que esa nación forma parte de todos los instrumentos internacionales fundamentales de los derechos humanos y sus leyes nacionales ofrecen igualad y derechos para las mujeres y enfrentan la violencia en su contra.

«Sin embargo, en la práctica las autoridades en muchas ocasiones carecen de la voluntad de implementar esas leyes y amparara las mujeres. Factores personales, familiares y sociales están interrelacionados en el fenómeno», advirtió Erturk.

«Encontré que el orden patriarcal y la violación de los derechos humanos, son muchas veces factores que van acompañados con los matrimonios forzados y a edad temprana, la violencia y la negociación de los derechos reproductivos», y agregó: «presiones adicionales surgen debido a que las mujeres tienen que navegar entre las múltiples demandas impuestas por el orden tradicional y el rápido cambio socio económico en el contexto de la urbanización y la migración interna (…) Las mujeres turcas tienen que enfrentar la pobreza, el desplazamiento y la ambigüedad creada por las tensiones políticas experimentadas frecuentemente en la región».

América Latina. Algunos datos

Panamá.
El 80% de los 691 casos de violencia doméstica que se reportaron de enero a abril de este año 2006, tiene como víctima a las mujeres; el 15% corresponde a menores y el 5% a hombres, afirmo Vilma Batista Pinzón, Fiscal de Familia del Tercer Distrito Judicial, de la República de Panamá, quien señaló: «Estamos registrando un significativo incremento de casos de violencia intrafamiliar respecto al año pasado, pero esto pudiera responder a que la comunidad esta tomando conciencia de la gravedad de este problema social, que atenta contra la institución doméstica».

Según las cifras que maneja la Policía Técnica Judicial de ese país, en los primeros meses de 2006 se han presentado 1.811 por violencia doméstica en todo el territorio.

Teresita Yaniz de Arias, fundadora de la Fundación para la Promoción de la Mujer –Funda-mujer– advirtió que el tema de la violencia familiar se ha convertido en un problema de salud pública en Panamá: «Sabemos ya que en las familias en donde ocurren estas situaciones de violencia contra la mujer, también se abusa y se maltrata a los niños».

Dijo además que en los primeros cuatro meses de este año Funda-mujer ha brindado apoyo y asesoría a 81 mujeres mientras que el año pasado en el mismo período 73 mujeres solicitaron ayuda.

Cuernavaca, México.
En Cuernavaca un 35% de las mujeres sufre violencia doméstica, el 19% algún maltrato y en el 8% de ellas las agresiones son sexuales, reveló un estudio efectuado por el grupo de Jóvenes Católicos por el Derecho a Decidir, informó Diana Acosta Rancel, directora de la mencionada asociación, señalando que en la entidad los adolescentes inician su vida sexual entre los 17 y 19 años, sin embargo un altísimo porcentaje de ellos no usan ningún tipo de protección para su salud, como tampoco anticonceptivo.

Cuba.

La permanencia de criterios culturales machistas lleva muchas veces a la mujer cubana a mantener en silencio la agresión de la que es víctima en su propio hogar y, entre profesionales de la salud y de otras instituciones que puedan influir en el tema, está muy difundida la idea de que la violencia contra la mujer es asunto privado.

Marta Núñez, de la Cátedra de la Mujer en la Universidad de La Habana: «los estereotipos, parcialidades o juicios de valor sexistas son difíciles de deshacer».

En escasas oportunidades los médicos de familia, que cubren alrededor de 120 hogares en cada barrio, canalizan acusaciones por violencia doméstica, excepto que se trate de menores o ancianos, porque no se sienten acreditados para «meterse entre marido y mujer».

En 1997 se creó el Grupo Nacional para la Prevención y Atención a la Violencia Familiar. En la base de la constitución del grupo estuvo la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la mujer, adoptada en 1979 por las Naciones Unidas y que Cuba ratificó en 1980.

El Grupo esta coordinado por la Federación de Mujeres Cubanas, organización que reúne a más de 3.5 millones de mujeres de todo el país, cuenta con 185 Oficinas de Atención a la Población, 175 Casas de Orientación a la Mujer y la Familia en el país, donde profesionales impartes cursos de orientación y adiestramiento.

Entre 1995 y el 2005, acudieron a esas instituciones de base 25.239 personas con diferentes inquietudes. De ese total sólo 133, es decir, l.9% se refirieron a violencia doméstica, lo mismo contra la mujer que contra otro miembro del núcleo familiar. Muchas de las mujeres que se deciden a denunciar a sus agresores, retiran después la denuncia y el culpable no puede ser procesado.

«Ese estado de cosas ha variado ligera pero favorablemente», señala Sonia Beriturvide, dirigente de la FMC. «Crece la cantidad de mujeres que plantean un problema y buscan ayuda. Muestra de ello es que en 1998 solo hubo 75 informes, en el 2002 subieron a 329 y en el 2005 fueron 333 casos, los trasladados a algunas de nuestras instalaciones».

Las investigaciones sobre violencia intrafamiliar realizadas por los grupos multidisciplinarios promovidos por la FMC en municipios de la capital cubana, en provincias completas o sólo en áreas de ellas, basan su trabajo no sólo en la violencia ejercida contra la mujer, sino además la que pudiera existir sobre menores de edad, ancianos y personas con discapacidad.

De acuerdo a los estudios, la violencia psicológica es la más frecuente –infravaloración, chantaje emocional, etc.– y, virtualmente, la de carácter sexual no es reconocida por las mismas mujeres.

Muchos profesionales de las instituciones que pueden influir en el tema–desde la policía, los tribunales hasta el personal de salud– tienen insuficiente o total desconocimiento teórico-metodológico sobre el problema. Por ello, los programas para prevenir y atender a las víctimas no son eficientes.

Honduras

«La muerte es una de las consecuencias más reprochables de la violencia contra las mujeres», señala un estudio del Centro de Derechos de Mujeres (CDM), una organización no gubernamental que vela por los derechos de las mujeres.

Aunque ha habido defunciones de agentes y la Policía Preventiva tiene la línea de emergencia confidencial número 144 para las mujeres agredidas, en la práctica los funcioinarios no están bien preparados para aplicar la ley contra la violencia en el hogar, señala el centro.

El CDM en su estudio La violencia contra las mujeres en Honduras revela que las capacitaciones a la policía dejan una duda muy grande: «cuando en el momento de aplicar la ley prevalece el criterio de los funcionarios y se omite actuar en defensa de los derechos de la mujer (…) La violencia que enfrentan las mujeres hondureñas es poco visible, es tolerada y distorsionada por la sociedad en su conjunto y el Estado no asume compromisos reales para su atención».

En los primeros cinco meses de 2006, el Juzgado de Violencia Doméstica en Honduras ha ingresado 3.138 denuncias. La cifra que maneja el Ministerio Público es de 3.146 acusaciones en 2005 y en estos meses de 2006 ya hay 1.801 víctimas, informo el vocero Melvin Duarte, señalando que cada día hay entre 20 a 30 agresores detenidos, incriminados en violencia doméstica.

Venezuela.
Las estadísticas oficiales recogen que cada 10 días muere en Venezuela una mujer a manos de su pareja. En el mes de enero, de 2006 fallecieron ocho mujeres a consecuencia de la violencia doméstica. En 2005, se informó sobre 35 mujeres muertas a manos de sus maridos. El problema no sólo se limita a las alarmantes estadísticas –y la poca confianza en las instituciones agrava la situación–, porque de cada 100 mujeres afectadas solo 10 informan el caso ante las instancias competentes, cuando las condiciones que están viviendo son graves.

«Es preocupante, por ejemplo que de nueve mil casos que han sido presentados a la justicia, sólo 1.500 han llegado a los tribunales», afirma la abogada Isolda Salvatierra, señalando: «Algo ocurre allí. Y el organismo responsable es la Fiscalía General de la República para dar una respuesta rápida y garantizar ese derecho a la vida de las mujeres»

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«Las organizaciones no gubernamentales que trabajan en este sentido también apuntan una larga lista de ofensas contra la mujer, que no se limitan al maltrato físico, sino a la violencia emocional, la psicológica, y las agresiones físicas que en la mayoría de los casos las dejan incapacitadas. Es muy frecuente que las mujeres embarazadas soporten golpes por parte de sus parejas, y malogren sus embarazos o tengan hijos con problemas o dificultades mentales a causa de la agresión sufrida durante la gestación», expresa Marisol de la Rosa, directora del Centro de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela, indicando: «Por eso la demanda básica para las instituciones responsables es la de unificar criterios y estrategias para intentar solucionar los crecientes índices de violencia contra la mujer».

«De hecho en Venezuela no se tiene un registro oficial de las mujeres afectadas», dice Marisol de la Rosa, «De las organizaciones que existen a nivel nacional cada una lleva sus estadísticas y ese es uno de los graves problemas que hay superar: el sub registro. Se estima que solamente se conoce el 10% de lo que esta sucediendo realmente con el problema, y eso es algo donde todas las instituciones deben hacer un esfuerzo porque mientras no se visibilice realmente la situación continuaremos como sociedad perpetuando la violencia doméstica».

En Estados Unidos
Una mayoría de adultos en Estados Unidos, considera que la violencia doméstica es un grave problema en ese país, y esa percepción esta extendida entre las mujeres, según un sondeo de la firma Harris Interactive.

Un 63% de los encuestados estima que se trata de un problema «muy grave». Un 72% de las mujeres consultadas considera que la violencia doméstica es un «asunto muy serio» en EEUU, mientras que un 54% de varones coincide con esa impresión.

Alrededor de un 79% de estadounidenses afirma haber visto u oído en el último año algo relacionado con la violencia doméstica, y ocho de cada diez adultos asegura haber obtenido esa información a través de la televisión. Además, un 85% de los entrevistados cree que es un acto de violencia doméstica, el que un individuo fuerce a su pareja a mantener una relación sexual, y un porcentaje similar estima que un hombre o una mujer que abusa de su pareja es más probable que también maltrate a niños.

Alrededor de la mitad de los examinados –un 48%– siente que las víctimas que no abandonan una relación abusiva comparten algo de la culpa de que eso se produzca, aunque un 34% de adultos no esta de acuerdo con esta conclusión.

Los interrogados se muestran divididos en cuanto a si la violencia doméstica es mas frecuente en hogares pobres, y mientras que un 38% estima que no es así, un 32% esta de acuerdo con esa visión.

Un 68% cree que proveer a las víctimas de violencia doméstica y a sus hijos de lugares de acogida es de extrema importancia, así como proporcionarles asesorías y servicios legales. La directora ejecutiva de la organización National Domestic Violence Hotline, Sheryl Cates, señalo en un comunicado que los resultados revelan una mayor concienciación social sobre la gravedad del problema, pero subrayó, «la realidad es que queda aún un largo camino por recorrer» para cambiar la percepción pública sobre ello.

El artículo anterior de la autora sobre este grave asunto puede leerse aquí.

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* Periodista.

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