2007, el año del control. – SEGUIMIENTO DE «PRODUCTOS», PAGAR PEAJE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En España parten con el llamado «chip lácteo». Leche Pascual instalará una ficha (chip) de radiofrecuencia en los envases –el packaging– de sus productos fabricados en su planta catalana a partior del 2007; el objetivo de la tecnología consiste en rastrear el recorrido de cada uno a lo largo del proceso de distribución y venta; el chip de marras en su etapa experimental se adosará a los cartones de leche pasteurizada para uso doméstico y tiene una vida útil indefinida.

La novedosa estampilla, que se conoce universalmente por su sigla RFID (del inglés radio frequency identification, que en castellano quiere decir identificación por radiofrecuencia– es un método de almacenamiento y recuperación de datos remoto que usa dispositivos denominados etiquetas (o tags) RFID. La etiqueta en cuestión es un dispositivo semejante a una estampilla, que puede ser adherida o incorporada a un producto, animal o persona. En el caso de seres vivos incluso bajo la epidermis.

Las etiquetas – o tags– disponen de mínimas y en la práctica invisibles antenas cuya función es recibir o enviar datos por radiofrecuencia. Las hay, grosso modo, activas y pasivas. Las primeras requieren de alimentación eléctrica, son más complejas y en cierto modo interactúan con su fuente, las segundas son meros dispositivos de información que pueden ser rastreados.

El alcance de estos chips o fichas varía de pocos centímetros a kilómetros, dependiendo tanto de su carga eléctrica y potencia instalada como de la fuente que recoge los datos.

En España por ahora alrededor de medio centenar de fabricantes se disponen a utilizar en el futuro inmediato este sistema de control. El presidente de la asociación de empresarios, Juan José Guibelalde, «el consumidor va a ser el primer beneficiado» por ese sistema, puesto que las estampillas brindarán información relevante sobre un producto a lo largo del tiempo: fabricación, compra, variaciones de temperatura a la que ha sido sometido un alimento, etc…

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Los dispositivos que se instalan en los parabrisas de los automóviles para «facilitar» y «ganar tiempo y comodidad» cundo se urilizan viaductos que cobran peaje son RFID; también se usan sobre vehículos para rastrearlos en caso de robo.

Cabe señalar –y no se trata de la manifestación de alguna teoría conspirativo-paranoide– que estos chips, además de brindar al receptor los datos que capte en el envase de un determinado producto, puede emitir –o grabar– otra información, esta vez sobre los hábitos del comprador, consumidor o usuario, tala como lo hjacen –con otra tecnología– las famosas «galletitas» (cookies) que invaden la computadora de quienes navegan por la red.

En un enorme porcentaje el «correo basura» que taponea su servicio de mensajería electrónica proviene del tráfico comercial ilegal de datos privados que recolectan las dichosas galletitas cuando lee usted un diario comercial electrónico, compra vía internet, ingresa a un foro, responde alguna encuesta o simplemente curiosea un portal comercial o estatal.

(La organización Llavors ofrece –gratis– más información sobre este tecnología en sus eventuales aplicaciones extracomerciales; Llavors puede ser visitada aquí).

Tecnologías para la transmisión secreta de datos e informacion, para escuchar sin que el escuchado lo advierta, para seguir la ruta de un vehículo, incluido aviones, etc… no son nuevas y se vienen utilizando desde por lo menos luego de terminada la I Guerra Mundial. El RFID tiene la particularidad de que establece sin posibilidad de error la identidad, esto es: las características propias y únicas de un producto o sustancia puestos en un envase o de un animal, incluyendo la del humano, se se lo implanta bajo la piel.

Hay etiquetas no mayores de cuatro milímetros por cuatro milímetros y tan finas como un cabello. Se han realizado y realizan implantes en seres humanos, por ahora, por ejemplo, para servir de medios de pago en reemplazo de la tarjeta de crédito, para acceder a determinados lugares, en vez de lectura de huellas dactilares o pupilas. O para el seguimiento de pacientes.

Suelen llamarse éstos «verichip». El Baja Beach Club en Barcelona (España) utiliza un verichip implantable para identificar a sus clientes VIP, que lo utilizan para pagar su consumo. El departamento de policía de Ciudad de México ha implantado el verichip a unos 170 de sus oficiales de policía, para permitir el acceso a las bases de datos policiales y para poder seguirlos en caso de ser secuestrados.

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Fuentes
Europa Press
urtica@listas.nodo50.org
Llavors D’Anaquía
Prensa europea.

Más información:

www.spychips.com/index.html
www.rfidkills.com
Wikipedia (en castellano).

En Piel de Leopardo puede leerse Biometría: el nuevo espionaje «personalizado» aquí.

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