2009, el mundo trágico

Teódulo López Meléndez*

Mientras más miro hacia el 2009 más tragedia veo. El mundo parece aproximarse hacia una provisionalidad que todo lo abarca, trabajos interinos, ingresos provisionales, seguridad momentánea, frustración apenas apaciguada por salidas temporales.

Las crisis económicas tocan el estómago y desatan los descontroles, pero siempre subyacen debajo de ellas una inconformidad política y un agotamiento de las formas de gobierno. Las crisis económicas son crisis políticas. Las crisis políticas son crisis de hartazgo, de impotencia y de desesperación.

Lo sucedido en Grecia ha sido despachado con la prontitud de unas protestas por la muerte de un adolescente a manos de la policía. Es mucho más que eso. Se trata de un cansancio de la juventud griega que puede extenderse como pandemia por toda Europa. Las razones económicas están a la vista: desempleo, bajos salarios y servicios sociales deficientes, pero más allá hay un hartazgo de la conducción política. La juventud griega exige ser escuchada y aunque con marcadas diferencias con la juventud francesa del famoso mayo, arrasa a su paso los símbolos visibles del status, desde el parlamento hasta los bancos comerciales.

Recurren a Internet y a los teléfonos celulares que son la nueva manera de encender y dirigir las protestas no sólo en su propio territorio sino en acciones por toda Europa. Ya lo dijo alguien, la tecnología está ahora al servicio de la turba y la turba puede ser buena o mala, espontánea o dirigida, destructiva o partera. La sociedad europea se fragmenta y es profundamente  simbólico que haya sido en territorio griego donde la desesperación haya tomado la calle para dejarle saber a los políticos europeos que en el 2009 pueden enfrentar un estallido de proporciones incalculables.

Estados Unidos atraviesa unos días entre la ilusión y el miedo. La ilusión la encarna el presidente Obama con un mensaje de renovación del espíritu norteamericano y una promesa de reencuentro. El miedo está representado en la pavorosa crisis económica y en la posibilidad de que la violencia latente tronche la esperanza por momentos adquirida.

Los nombramientos de Obama apuntan a un gobierno inicial de centroderecha –de otra manera no podía ser– que le ocupará quizás los dos primeros años de su mandato. Deberá poner orden en lo económico, en una preocupación agravada con el desempleo que vendrá y en la caída en la desesperación de quienes vean perdidos sus puestos de trabajo y sus viviendas y deberá enfrentar la presencia militar estadounidense en el mundo, el terrorismo que hará de las suyas y la conversión de la sociedad en una donde se violan los derechos civiles y se distorsiona el espíritu jurídico y de libertad, desde el cáncer que representa la prisión de Guantánamo hasta la evidente inconstitucionalidad de normas que han hecho de los Estados Unidos una sociedad más represiva desde el 11 de septiembre.

El calentamiento global produce huracanes donde no los había, sequías en otras partes, grandes lluvias que desbordan los ríos e inundan sembradíos y viviendas, calores insoportables e inviernos de congelación. He seguido con especial atención la cumbre sobre el tema celebrada en Polonia y he firmado la carta de presión que la organización Avaaz ha dirigido al trío de gobiernos renuentes a ceder, en especial el italiano de Berlusconi. Quizás la reunión de Obama con Al Gore para discutir el tema indique que el nuevo gobierno de Wáshington se apresta a tomar medidas  y tal vez el documento final de la cumbre polaca indique un poco de esperanza.

El proceso de destrucción del planeta lo sentimos también en Venezuela. Nuestro clima tradicional ha dejado de serlo. Ahora vivimos lluvias copiosas que producen grandes desastres. No hemos percibido con exactitud que el uso indiscriminado de energía está tocando a su fin. Mientras los grandes glaciares se fracturan y se reducen crecen los niveles del mar y algunas de nuestras islas –las que marcan territorialidad– están amenazadas y algunas de nuestras ciudades vecinas al mar pueden entrar en peligro. La inmensa población que vive en los cerros será la victima, habrá deslaves y tragedias y una vez más comprobaremos la ineficacia para dar vivienda digna a nuestros pobladores más pobres.

No soy un pesimista, más bien tiendo a lo contrario, a confiar en la potencialidad creadora del hombre en estos tiempos en que el humanismo ha entrado en desuso. Creo que dividir al mundo entre optimistas y pesimistas es tan dañino como dividirlo en extremistas de izquierda y de derecha o tan inútil como separar en apocalípticos e integrados a los que miran el fenómeno de los "massmedia", tal como en su momento lo hizo Umberto Eco. Creo, por el contrario, que debemos mirar al mundo y a nuestro país con los ojos de la claridad y de la conciencia.

Como realidad global estamos en problemas sin que la humanidad tome plena cognición de que ha terminado un período de bonanza y que entramos no sólo en uno de perplejidades económicas sino también de perplejidad filosófica, todo sin que se entienda a perfección que marchamos hacia sociedades multiculturales integradas donde las peculiaridades sobreviven en medio de  (y en) un mundo intercomunicado y posible de solidificarse en la convivencia.

Este siglo nos está diciendo que no entramos, como en ocasiones anteriores, en el esplendor de la razón, de la religiosidad o del estallido de neovanguardias que vengan a transformar nuestra concepción de la palabra y del arte.

Este siglo nos está diciendo que entramos en un tiempo de aprietos, de grandes reacomodos, de terribles dificultades de lo humano. Hasta tal punto ha llegado nuestro desvarío que podríamos atrevernos a hablar de un reacomodo cultural global, de una posibilidad latente de repensar lo humano o de hundirnos en el caos de la irresolución.

Tal vez este 2009 que nos anuncia tragedia nos conceda el asomo del pensamiento, pues es en él donde el hombre ha encontrado las maneras de alzarse de sus caídas. Tal vez sea más que un oráculo la crisis griega que nos ha hecho estos días arrugar el ceño y reflexionar sobre nuestro destino.

Las imágenes corresponden a trabajos de Goya.

* Escritor, periodista.

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