2012: «una ráfaga de luz el 21 de diciembre»

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Jesús Sepúlveda.*

Conocí a Felipe Koh Canul hace siete años en el café Naranjo de la ciudad de Querétaro, México. Entonces planéabamos una revista literaria que nunca llegó a puerto.[1] En agosto de 2009 volví a encontrarme con Felipe y nos volvimos a sentar a la sombra de la misma hilera de árboles ficus cuyos troncos han engrosado notoriamente.

Felipe Koh Canul (1938) sigue teniendo la misma calidad humana con que lo conocí. Su gentileza y hablar pausado parecen no haber sentido los embates del tiempo y su conversación sigue siendo amena e informada, mientras recuerda su vida entre las milpas y los mágicos aluxes (aluches) que habitan el Mayab.

Originario de Maxcanú, Yucatán, Koh Canul no ha abandonado su idioma materno como lengua literaria, traduciendo él mismo sus obras del maya al castellano. Autor de La milpa / Col (1995), Palabras íntimas (1997), Raíces / Mootdo´ob (1997), Xtabentum (1999) y Huéspedes canoros (2004), Felipe Koh Canul es hoy por hoy uno de los poetas mayas con mayor presencia en el México hispanoparlante.

Licenciado en literatura española y diplomado en lengua alemana, Koh Canul ha ejercido como profesor normalista toda su vida. A principios de la década del sesenta participó en el Grupo Moderno de Teatro Experimental de Mérida, y a mediados de los sesenta integró el elenco del Teatro Experimental de la ciudad de México. En 1985 paticipó, junto a otros escritores, en la fundación de la Asociación de Escritores Queretanos.

Lo que sigue es la continuidad de una conversación iniciada en 2002 en el café Naranjo, uno de los sitios más emblemáticos del Bajío mexicano.

–Una de las características de la llamada literatura menor que apuntan los franceses Deleuze y Guattari es su carácter de minoría lingüística. Esta misma condición le transfiere una dimensión política a la literatura. Sin ser lo político una preocupación tuya per se, hay una implicancia política al escribir en mayense. ¿Qué me podrías decir al respecto? ¿En qué sentido movimientos de liberación como el de los zapatistas podrían acercarse a tu sensibilidad?

–Si hay una implicación política al realizar mi trabajo en lengua maya de Yucatán. Lo digo así, porque hay 28 más, que forman la familia lingüística maya y cada una tiene sus características específicas y se calcula que 6 millones de hablantes las usan como código de comunicación. La intención de mi trabajo es concientizar a los mayahablantes y a los hispanohablantes que mi lengua materna tiene una gran capacidad para comunicar lo que piensa y lo que siente el hombre, como cualquier lengua moderna.

"Todo mi trabajo poético es bilingüe (maya y castellano), y comunico en él uno de los valores culturales del pueblo maya y de su cosmovisión.

"Lo referente a los movimientos de liberación, como el de los zapatistas, son, pues,  cercanos a mi sensibilidad como ser humano. Más si se trata de un pueblo autóctono, que tiene derecho a la libertad y a vivir en paz. Lo que se pide es que las leyes le otorgue y respete sus derechos".

–El intimismo ha sido una corriente importante en la poesía moderna. El poeta ruso Sergei Esenin fue acusado de intimista por sus pares bolcheviques durante los primeros años de la Revolución Rusa. A Esenin lo conocimos en lengua castellana por Jorge Teillier y Gabriel Ibarra. De algún modo ese intimismo está presente en la poesía lárica de Jorge Teillier, a quien tú conociste. ¿De qué modo sientes que ese intimismo es parte de tu propio quehacer poético y en qué sentido tu poesía se acerca al sentido del lar teillieriano?

–Bueno, yo nací y crecí en un ambiente natural, mi entorno infantil fue de gente rural maya, rodeado de árboles y campo. Conocí animales silvestres y atendí domésticos en mi casa. Todo esto te integra a una vida familiar.

"De Esenin, recuerdo haber leído uno de sus poemas: Confesión de un golfo, en el que hace referencia a la laguna donde jugaba de niño, cerca de la casa paterna, recordando a sus padres, sus animales domésticos y los charcos de otoño cuando se mojaba los pies. En fin, se refleja en el poema su vida familiar infantil y esa felicidad que le causa recordar que jamás golpeó la cabeza de un animal, para concluir diciendo: "son nuestros hermanos menores".

"Cuando se ha vivido así, es difícil olvidar esa vida. En el caso de de mi trabajo poético, creo que se hace presente el intimismo en mi libro Palabras íntimas, en el que se plasma la vida íntima de la pareja.

"En lo referente al lar teillieriano, siento que me aproximo a él con mi libro Huéspedes canoros, en el convivo con la naturaleza desde los días de mi niñez y trato de recuperar la vida del Mayab. Hay nostalgia por todo lo que se aprendió y se vivió en el pueblo natal. Teillier tampoco se escapa de esa nostalgia, se siente al leerse, por ejemplo, su poema Cuando todos se vayan. Allí nos dice: "y en el pueblo no tendré nada que hacer / sino echarme luciérnagas a los bolsillos / caminaré sin prisa por las calles / invadidas de malezas".

"Recuerdo que Teresa R. Stojkov llamó a Teillier el poeta de la tierra".

–En el mundo maya los cuatro vientos sagrados tienen una intención, un color y un motivo: el viento Este es rojo porque allí nace el sol y comienza el día; el Norte es blanco, lugar del invierno, del descanso y de los descarnados; el viento Oeste es negro porque allí cae la noche y se hunde el sol; y el viento Sur es amarillo que tiñe el verano que nos consuela.

"Tu bello libro La milpa es una tetralogía que hace referencia a este mundo cardinal, invocando a los dioses como en el Popol Vuh. Pero también hay un sentido de temporalidad. Los ciclos de la naturaleza tienen una cadencia que traduce el tiempo humano y ecológico como en los Cuatro cuartetos de Eliot. ¿Por qué elegiste tal camino para este libro, qué lo motivó y cuál fue su génesis?"

–Bueno, yo provengo de familia campesina maya y tuve la fortuna de tener un padre culto, asiduo lector de la historia de México y de la historia universal. El cultivó la tierra en forma rudimentaria, como la mayoría de los campesinos mayas contemporáneos. Yo aprendo los quehaceres de la tierra con mi padre y otros campesinos con quienes él convivía.

"En sus pláticas fui entendiendo poco a poco la existencia de un mundo esotérico y cómo concebían la cosmogonía propia de la etnia maya. También entendí a través del tiempo que todo era sagrado: el fuego, el agua, el viento y la tierra. En el tiempo hay momentos sagrados, por ejemplo, el mediodía, justamente cuando el sol está en el cénit para el pensamiento maya. A esa hora todo está en equilibrio, el espíritu del hombre, la naturaleza y el universo mismo.

"Todo lo anterior podría decirse que es la génesis de mi libro Col/La milpa. En lo referente al trabajo de Eliot, vemos que el tiempo siempre está presente, lineal y continuo. En mi trabajo el tiempo es circular, quizá sea la diferencia que hay entre los dos trabajos".

–En la cosmogonía maya el número nueve simboliza la abundancia. En cada cosecha se ofrendan los nueve primeros elotes (mazorcas de maíz o corontas de choclo) a los dioses por haber hecho posible la vida. Me imagino que tú creciste dentro de esta cosmovisión. Cuéntanos cómo fue tu infancia y cómo tal percepción del cosmos se distancia de la visión del resto de México, digamos, por ejemplo, del Bajío queretano.
 
–Para el campesino maya, de ayer y de hoy, existen en los seres vivientes y cosas inanimadas, energías positivas y negativas, que pueden influir en la vida del hombre. Los campesinos mayas guardan un gran respeto a los dioses y hacen sus ofrendas con fervor profundo y cumpliendo estas dos cosas: respeto y ofrenda; así sus cultivos de maíz y otros se logran abundantemente. Los nueve elotes son para agradecer a las deidades el logro del alimento. Luego son asados en las brasas y colocados en un altar improvisado en la milpa.

"Los mayas piensan que las deidades son esencias y como tales pueden consumir la esencia de los elotes. Viví esta cosmovisión en Maxcanú, Yucatán, mi pueblo natal, cuando asistía a las ceremonias que hacían los sacerdotes mayas. En los estados propiamente de la altiplanicie mexicana, de Querétaro, México e Hidalgo, que son habitados por masahuas, otomíes y nahuas, hay ligeras variantes con respecto a la cosmovisión de los mayas. En estos pueblos, el maíz ocupa un lugar preponderante".

–En el mundo indoamericano la tradición oral es de suma importancia. Los abuelos transmiten la sabiduría a las nuevas generaciones encargadas de guardar y continuar la memoria. Tú hablas de los legendarios hombres del Mayab como ancestros sabios que enseñaron  a cultivar el sustento. ¿En qué sentido la tertulia de los martes y jueves en el café Naranjo o las clases en el aula pueden reproducir cierta tradición oral de carácter urbano? ¿Qué valor le asignas, por lo mismo, a la conversación y al arte de hablar? ¿Qué piensas de la oraliteratura?

–La tradición oral urbana en la ciudad de Santiago de Querétaro se da en la gente sencilla. En la tertulia de los martes y los jueves del café Naranjo se habla muy poco de esto. He observado que en la tradición oral urbana de esta ciudad se trata más de la época de la conquista y de la época colonial de México. De la parte prehispánica se habla y se rescata poco.

"La oraliteratura, pienso, es vital para la vida y el rescate de la memoria de un pueblo. Por fortuna, en Querétaro, algunos autores la trabajan. Es vital practicar la conversación y el arte de hablar y llegar de manera plena a desarrollarla. De nada le sirven varios grados académicos a una persona si es torpe para comunicarse. Es, propiamente, su carta de presentación ante la sociedad".

–En El factor maya José Argüelles describe la cuenta larga del Tzolkin como un ciclo de la galaxia que dura 5.125 años. Al final de cada ciclo –dice Argüelles– la galaxia pasa por un haz de luz como si fuera un faro cósmico. Tal tránsito tiene un tremendo impacto en la vida del planeta y en la conciencia humana. Muchos creen que el 21 de diciembre de 2012 se cumplirá tal ciclo. ¿Crees que la humanidad se acerque al término de dicho ciclo y que dicha fecha marque efctivamente el naciemiento del sexto sol maya? Si fuera así, ¿qué implicancias tendría ello?

–Los pueblos mayas de Mesoamérica desde la antigüedad han creído que nuestro mundo ha sido antecedido por varios universos aniquilados por cataclismos. Para los pueblos autóctonos del altiplano mexicano, ha habido cuatro soles, antes del nuestro, por tanto éste es el quinto universo.

"Lo que nos describe José Arguelles coincide con varios autores altamente calificados respecto a esa ráfaga de luz que recibirá la galaxia el 21 de diciembre de 2012, lo que causará un gran impacto en el planeta y por consecuencia en el pensar y sentir del hombre.

"Los mayas de Yucatán creen que tres mundos han sido destruidos por diluvios sucesivos y que lo mismo ocurriría con el nuestro. Para los mayas sería el quinto sol y para los del altiplano mexicano, el sexto.

"Se piensa que los cambios que traería este impacto, es que el hombre se autoanalice, como ser pensante, y que cambie su actitud ante la naturaleza porque no le ha tenido respeto. Vemos el calentamiento global, los incendios forestales y el descongelamiento de los polos, etc.

"Los mayas piensan que el hombre debe evolucionar individualmente, desarrollar más su sentido del amor para alcanzar una paz interior que le permita armonizarse con la galaxia. Vivir una nueva era de amor, luz y sabiduría".

[1] En aquella goleta navegaban también el poeta Leslie Dolejal, Manuel Cruz, escritor y editor, Luisa Alarcón, profesora de la Universidad Autónoma de Querétaro y, tangencialmente, Teresa Azuara, escritora, traductora y tallerista.
  
* Escritor y profesor en la Universidad de Oregón, EEUU.
 

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