Balotaje argentino, entre el miedo y la «oleada»

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A dos semanas de la segunda y definitiva vuelta electoral,  el sciolismo explota el “miedo” que puede provocar un futuro gobierno de Macri y el macrismo se fortalece en la confianza de una continuidad de la “oleada” manifestada en las recientes elecciones. Oficialismo y oposición se preparan, en la Justicia y los Organismos de Control, con vista a lo que se viene después del 10 de diciembre.

Estamos entrando a la recta final de este poblado año electoral. Dentro de dos semanas los argentinos estaremos eligiendo a nuestro futuro Presidente. Es el acto de participación política más importante que tenemos a mano, dentro de esta limitada democracia que nos hemos ganado.

Estaremos decidiendo, ni más ni menos, que el nombre de quien gobernará el país durante los próximos 4 años.

Es la primera vez que usaremos el mecanismo de la segunda vuelta o balotaje para elegir Presidente. Hasta ahora hubo dos oportunidades en las que se tendría que haber utilizado pero, por diferentes circunstancias, ello no ocurrió.

Una fue al final de la dictadura encabezada por el General Agustín Lanusse, en 1973. Éste lo había instaurado dentro de su plan para irse convocando a elecciones. Allí, si ningún candidato obtenía más del 50% de los votos, habían previsto una segunda vuelta. La fórmula Cámpora-Solano Lima, del FREJULI, reunió el 49,56% de los sufragios. Ante la exigua diferencia con el 50% requerido el gobierno de Lanusse decidió proclamar ganador a Cámpora, sin segunda vuelta.

Macri y Scioli, expectatntes
Macri y Scioli, expectatntes

La otra oportunidad, para usar el balotaje, fue en el 2003. Para esa época estaba prevista la segunda vuelta, sobre la base de lo acordado en la Reforma Constitucional de 1994. Allí se estableció que correspondía hacerlo si el candidato victorioso no reunía más del 45% de los votos o el 40% y 10 puntos de diferencia sobre el segundo. En esa elección, el binomio Menem-Romero obtuvo el 24,45%, seguido por otro que tenía como candidatos a Kirchner/Scioli, que reunió el 22,24%, por lo que correspondía realizar el balotaje. Esa segunda vuelta no se llevó adelante dado que Carlos Menem y Juan Carlos Romero renunciaron, por ello Néstor Kirchner fue proclamado Presidente.

En esta oportunidad todo parece concluir que habrá segunda vuelta. Ya estamos asistiendo a esta novedad de realineamientos de fuerzas y voluntades individuales en torno a los dos nombres que continúan en carrera. Puestos frente a la campaña actual es bueno considerar los aspectos centrales de la misma.

Macri y el miedo social

Es sabido que el imaginario colectivo –con bastante asidero en la realidad- lo ve a Mauricio Macri como el “niño rico”, criado en “cuna de oro”, un empresario poderoso, en síntesis: una expresión lisa y llana del poder económico. Ese es el punto débil de un candidato que tiene que reunir más de la mitad de las voluntades que en pocos días más irán a las urnas a poner su voto. Tal vez sea por eso que estas primeras dos semanas de campaña electoral estuvieron cargadas de una propaganda negativa contra el candidato de CAMBIEMOS. Algunos dirigentes del oficialismo, como el propio Aníbal Fernández, pusieron el tema en blanco sobre negro sosteniendo que no hay una campaña del miedo, lo que pasa es que Macri produce miedo.

Por momentos da la impresión que todo el kirchnerismo hubiera acordado, en el área donde cada uno tiene incidencia, en señalar de qué modo ese sector sería perjudicado por un gobierno macrista. Así es como aparecieron los malos augurios, en materia de salud, educación, vivienda, planes sociales y otras variadas cuitas, para el supuesto que triunfe Macri. Se puede decir que esa metodología fue el eje de campaña en estas primeras dos semanas. En los últimos días Daniel Scioli se ha inclinado por empezar a girar ese eje y comienza colocar sus propias propuestas en el centro del debate.

Es difícil saber el efecto de este tipo de campaña. Solo se lo podrá comprobar en el momento que se saquen y abran los sobre puestos en las urnas, el próximo 22 de este mes.

Macri con Rodríguez Larreta, ¡su sucesor en Buenos Aires?
Macri con Rodríguez Larreta, su sucesor en Buenos Aires

Scioli y el temor a la oleada macrista

En los medios políticos y particularmente dentro del propio sciolismo, aunque intenten disimularlo, circula una perspectiva cargada de malos presagios electorales. Se trata del temor a que la tendencia expresada el 25 de octubre sea parte de una “oleada” difícil de contener. Una “oleada” que según la opinión de varios oficialistas “no la vimos venir”.

Todos tenemos la experiencia, observada en alguna laguna, río o costa marítima, que las olas se diluyen en la playa pero luego de cumplir el ciclo de su recorrido. Esta “oleada” estaría fundada en una variedad de causas difíciles de cambiar en los cortos tiempos de esta campaña. En la tesitura de estas consideraciones, habrían contribuido a su formación: un cierto “hartazgo” o “cansancio”, más que sobre los contenidos de sus políticas, acerca de los modos de comportamiento del oficialismo y una desconexión entre las bondades expuestas en el discurso y una realidad que no condice con el mismo.

Ante esa situación se requería un “golpe de timón” para fortalecer la exigua diferencia alcanzada el pasado 25 de octubre y aprovechar que ya no existe un “salvavidas de plomo” como lo fue la candidatura de Aníbal Fernández. La mayoría de los gobernadores exigieron ese drástico giro cuando se encontraron con Scioli y Carlos Zanini, en Tucumán. El candidato presidencial no quedó convencido de los argumentos de sus colegas y –por el contrario- siguió apegado al cristinismo que lo había ungido candidato. Da la impresión que, en los últimos días está intentando algunos gestos (“no voy a negar ni la inflación, ni la pobreza”) que marcan diferencias con lo que el gobierno viene diciendo y haciendo. Como veremos más adelante, hay otras actitudes que van en la dirección opuesta. Esa metodología no parece la mejor para que los valiosos 2,5 puntos a favor, que recogió hace dos semanas atrás, puedan ser sostenidos a aumentados

Toda la actitud y gestos desde el 25 a la noche fueron inversos a los mencionados números, que lo favorecían. Un oficialismo dando toda la apariencia de una derrota catastrófica y una oposición que –a pesar de estar abajo en los números- lucía victoriosa. En realidad lo que había sido fuertemente derrotado era el discurso triunfalista y cargado de autoelogios, producto de la abultada propaganda oficial. Ello sirve para mantener y enfervorizar a los propios pero no para convencer a quienes tienen dudas o están en otras veredas.

De estas consideraciones surge una duda que late en el corazón del sciolismo. No están seguros que, “La Cámpora” y el núcleo duro que rodea a la Presidenta, estén convencidos de la necesidad de trabajar por el triunfo de Scioli. Piensan que, tal vez, les interese más mantener los ejes del actual discurso y poder confrontarlo con las futuras acciones de un gobierno macrista que tener que asumir las dificultades que podría tener la continuidad con el sciolismo. No hay que olvidar que Scioli quiere gobernar y “La Cámpora” piensa en volver.

Justicia y organismos de control: más claves del futuroAR CRIS congreso

Esta semana pasada hubo novedades, con vistas al futuro, en dos áreas de singular importancia: La Justicia y un organismo de control, la Auditoría General de la Nación (AGN).

Es sabida la importancia que tiene el sistema judicial, lo dicho tiene valor desde el punto de vista institucional y personal. Sobre buena parte del elenco actualmente gobernante pesan diversas acusaciones penales. Vale recordar que dos de los últimos presidentes: Fernando de la Rúa y Menem siguen desfilando por despachos judiciales y que este último –inclusive- estuvo detenido por un cierto tiempo.

Ahora, ante la inminencia de un cambio de gobierno, esta cuestión vuelve a tener relevancia. Desde las esferas oficiales se vienen instrumentando una serie de medidas procurando evitar que esta situación se repita respecto de los actuales funcionarios.

Hay que tener presente que por razones institucionales, que no descartan los temas personales, el gobierno fracasó en el intento de producir fuertes modificaciones en el sistema judicial. No lo pudo hacer con la denominada “democratización del Poder Judicial”, pero sí había tenido éxito en una reformulación del Consejo de la Magistratura lo que le otorgó una importante influencia sobre el conjunto del sistema. El gobierno también había logrado (junio de 2015) la sanción de la Ley (N° 27.145) de Subrogancias (suplencias). Esa norma le permitía convertir en jueces, con una mayoría parlamentaria, a abogados con menos exigencias que las anteriores designaciones y –en algunos casos- sin que contaran con el concurso respectivo. Esa norma había sido complementada con un Reglamento dictado por el Consejo de la Magistratura a instancias del oficialismo.

El miércoles pasado la Suprema Corte declaró la inconstitucionalidad de la mencionada Ley y anuló el citado Reglamento. Esa medida deja sin efecto la designación de 50 jueces subrogantes, quienes podrán seguir en su cargo por 3 meses. Hasta que se dicte la nueva ley los jueces suplentes se elegirán por sorteo entre los jueces jubilados. Algunos de los magistrados desplazados tenían incumbencia en causas de mucha repercusión pública: Hotesur, la absolución del ex Presidente De la Rúa, factura truchas vinculadas a Lázaro Báez, el Memorándum con Irán, entre otras.

La Ayditoría General de la Nación (AGN) es un organismo de asistencia técnica del Congreso, creado por la Reforma Constitucional de 1994. Produce dictámenes para el Poder Legislativo sobre la legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la administración pública. El nombramiento de su Presidente está regulado en la propia norma constitucional (Art. 85) donde se establece que lo designará el partido de la oposición con el mayor número de bancas en el Poder Legislativo Nacional. Está pendiente de aprobación la norma legal, prevista en la Reforma de 1994, sobre la forma de integración del resto de sus integrantes y la reglamentación sobre su funcionamiento.

En el marco de esos vacíos legales esta semana se produjo un incidente dado que la bancada oficialista de la Cámara de Diputados logró aprobar la designación de los 2 miembros de esa Cámara que se integrarán, en nombre del bloque mayoritario, al Directorio de la AGN. A tales fines fueron designados, con una cuestionada metodología, 2 dirigentes de “La Cámpora”: Julián Álvarez, actualmente Secretario de Justicia y Juan Forlón, quien se venía desempeñando como Presidente del Banco Nación. Ambos asumieron sus funciones ese mismo día. Desde la oposición cuestionaron que tal designación lo haga una Cámara cuya composición está a punto de modificarse y que el procedimiento tampoco fue el que correspondía.

Más allá de esas cuestiones hay otra consideración para hacer: El gobierno, al promover a estos funcionarios, deja una señal confusa porque se autocuestina su continuidad en la próxima administración. Desde otro punto de vista, si damos por supuesto que sigue creyendo en esa continuidad queda claro que duda que la próxima composición del bloque respete la voluntad de Cristina, que fue quien propuso a estos nombres.

Por último, se sabe que la mayor parte de los actuales gobernadores le pidieron a Julián Domínguez, Presidente de la Cámara de Diputados, que no avanzara en tales nombramientos porque debilitaban a Scioli. Sin embargo, al final de ese agitado día, fue el propio Scioli el que le solicitó que siga adelante con este trámite. Una vez más quedó atado a la decisión presidencial.

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