Marco Enríquez-Ominami: Venezuela “es una democracia en problemas, asediada”

Grabó varias sesiones de entrevistas con él, tanto para «Al fondo, a la izquierda» -el documental que acaba de estrenar en países europeos-, como para una película sobre ese país. No cree que haya una dictadura y dice que «a Salvador Allende lo sometieron a un asedio, a una difamación y amenazas bien parecidas a lo que pasa en Venezuela. Los actores son bastante los mismos, como Estados Unidos».

Tuvo el working title de “Hasta la victoria y más allá”, pero al final le dejó “Al fondo, a la izquierda”. Cuenta que, mientras ya lo estrenó en Alemania, Austria, Bélgica y Francia -ayer, martes 19, lo pasaron por la televisión de ese país- él y los productores están estudiando cómo y cuándo hacer debutar en Chile su nuevo documental, que ausculta sobre las razones de la cadena de derrotas de la izquierda latinoamericana. Podría ser en agosto; de momento tiene claro pasarlo primero en “un liceo grande y otra en una población”, dice.

Para la producción entrevistó a los ex presidentes Dilma Rouseff (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Pepe Mujica (Uruguay) y al mandatario Evo Morales (Bolivia).

Pero se dedicó especialmente al caso de Venezuela y Nicolás Maduro, con quien estuvo en cámara varias horas: asegura que hacia mediados de año espera lanzar otro documental, centrado exclusivamente sobre ese país.

Sobre el título y los fracasos de la izquierda, explica “que estamos bastante relegados en preferencias electorales; salvo excepciones, hemos perdido todo. Pero al mismo tiempo, como dice Rafael Correa, la izquierda es más fuerte: hoy es más del 30% ó 40% y antes era cerca del 20% en el mundo. Las ideas progresistas son más robustas. Pero hay una ola de derecha y una derrota con distintas causas en cada país. En todas partes la izquierda no logra encarnar el cambio, mientras la derecha ha encarnado -espero que no siga haciéndolo- para los pueblos una promesa de cambio más atractiva que nosotros”, enuncia.

-¿Qué otra conclusión política sacó de este trabajo?

-La izquierda es víctima de su éxito. Cuando reduces la pobreza, la gente quiere más, y el que llega a la clase media, tiene aspiraciones de clase media, muy distintas a las de los más pobres. Otra posibilidad es que la derecha cambió de estrategia, y una parte de ella ha hecho un uso bastante obsceno de sus redes de poder y medios de comunicación. Esto es un péndulo y los únicos que saben la respuesta de cuándo le toca a la derecha y cuándo a la izquierda son los pueblos; esa esa la respuesta un poco más cínica.

-¿Cuánto tiempo le dedicó a estar con Maduro y grabarlo?

-Estamos haciendo varias películas, son varios documentales, y este es uno. Tomó dos años de trabajo, se montó en tres países. La otra es una película entera sobre Venezuela, que se estrena, espero, en el invierno. Maduro va a aparecer también, pero yo no saldré en cámara entrevistándolo: será un retrato de la lucha de clases, del combate ideológico, de los problemas económicos, de salud. Va a durar, al menos, dos horas.

-¿Cuántas veces estuvo con él?

-Muchas veces. Creo que es un líder que está asediado, que tiene total conciencia de su responsabilidad en el derrumbe petrolero; hace una autocrítica sobre eso en el documental.

-Sí, dice que “nuestros expertos petroleros fracasaron”. ¿Hizo alguna autocrítica política?

-Ya lo verás, se va estrenar pronto. Las entrevistas dan cuenta de un viejo dilema, y las referencias a Allende están muy presentes. El dilema de muchos de los líderes de izquierda en América Latina es vivir como revolucionarios y vivir como demócratas. El problema es que son democracias financieras, bancarias, en que esos sistemas controlan nuestas democracias, y Maduro representa lo opuesto: esta idea de una democracia popular, de un movimiento social, de una lucha de clases.

“Maduro no es Allende ni Noriega”

En el fragmento que ha hecho circular, Maduro cuenta que ha enfrentado “en el 2015 2016 una guerra económica brutal comercial interna de contrabando y acaparamiento, parecido a los modelos que le aplicaron a Salvador Allende”. Solo ahí lo nombra al menos tres veces. ¿Es comparable Maduro a Allende? ¿Solo algunas circunstancias? ¿O no hay parangón posible?

-Maduro no es ni Allende ni (Manuel) Noriega. Allende no contaba con las Fuerzas Armadas.

-Pero no es el único descriptor. Hay otras circunstancias. También está el carácter, el estilo. A muchos socialistas los ha ofendido que se les compare.

-Lo raro es que a los socialistas no les haya ofendido defender a Pinochet en Londres. Esa molestia es oportunista; el estómago lo tienen frágil ahora, pero no lo tuvieron para nombrar a Cheyre en el Servel.

-Ya. Mi duda es si para usted son o no comparables Maduro y Allende.

-Sí, pero esa es mi respuesta.

-Al margen de eso, ¿qué convicción tiene usted sobre ese pretendido paralelo?

-La cantidad de noticias falsas que se hacen sobre Venezuela las viví en la Unidad Popular. De mi papá dijeron una cantidad de cosas locas que nunca se probaron. A Salvador Allende lo sometieron a un asedio, a una difamación y amenazas bien parecidas a lo que pasa en Venezuela. Los actores son bastante los mismos, como Estados Unidos. También filmamos las marchas, a la oposición. ¿Puede haber un Guaidó en Cuba, en China, en Arabia Saudí, en Chile?

“Estoy fuera de la política, pero tengo visiones muy ácidas. Para efectos del documental, veo en Venezuela una democracia en problemas. Una economía mucho más que en problemas, asediada. El documental muestra que hay fuerzas en disputa, luchas de clases, y hay una opinión severa de la comunidad internacional sobre el gobierno de Maduro”, sigue.

-“Democracia en problemas, asediada”. ¿Ese es su concepto de lo que existe en Venezuela? ¿Para usted no existe una dictadura allá?

-Los dos documentales demuestran que es una democracia en serios problemas.

-Ya. Para usted, ¿hay o no una disputa sobre quién es el presidente, Maduro o Guaidó? ¿No hay uno de facto y uno de derecho?

-¿Cuál es el eslogan de Xi Jinping para ser reelecto? Ninguno, porque no hubo elecciones. Se trata de una agenda politiquera que busca derrumbar a un movimiento social asediado. La contradicción no es la que me planteas: la injerencia norteamericana hay que condenarla sí o sí. No se puede estar al lado de Trump. No hay matices en la dignidad de un pueblo con su destino.

-Maduro le dijo: “Si hubiéramos sido débiles, comprables, o halagables, o nos hubiéramos querido portar bien como la izquierda cobarde del continente, seguramente los gringos ya se hubieran aprovechado de todas nuestras riquezas”. Cuando dice “cobarde”, usted le dice algo inaudible. ¿Qué le dijo? ¿Está de acuerdo con que la izquierda del continente, incluyendo la chilena, es cobarde?

-No recuerdo lo que le dije. No estoy llamado a pronunciarme sobre cada frase que dijo cada uno.

-Ya, pero no es para dejarla pasar.

-No es sobre él ni esa entrevista, que tampoco fue la única. Pero sí estos cinco líderes tienen en común que la izquierda está enfrentada a problemas distintos. Y uno de ellos fue que quienes se enfrentaron al capitalismo, se enfrentaron a fuerzas muy reactivas.

-¿Irá nuevamente a entrevistarlo a Venezuela?

-Me queda una grabación. Estamos discutiendo eso con los productores, si es que nos queda una o no. Estamos editando lo que llamamos “La Batalla de Venezuela”, el otro documental, y no tenemos claro que tengamos que volver a grabar. Estamos montando la otra película, que puede durar hasta tres horas. Este documental dura 52 minutos. Está en algo inspirado en “La Batalla de Chile”, de Patricio Guzmán.

-Me imagino que se han preguntado cuánto tiempo le queda a Maduro. ¿O no?

-Nuestros equipos estaban allá el 23 de enero (día en que Juan Guaidó se autoproclamó). Si estamos grabando, es porque creemos que es un momento trascendente. Este sábado no vamos a estar grabando, aunque me habría gustado estar en la frontera. No creo que tengamos que volver, pero los productores creen que sí. Hay que ver, porque esto es muy dinámico, y el proceso de la lucha entre ellos es uno en filmación.

“Llevo tres años firmando en una comisaría”

-Dice que ya no está en la política. ¿Ya no vuelve? ¿No será nuevamente candidato? ¿Cerró esta etapa? ¿Le sigue quedando el sabor amargo del Caso Soquimich?

-Estamos haciendo también un documental sobre el Papa Francisco, el de Venezuela, y otro más sobre el que no puedo dar muchos datos. Me han invitado a conferencias y otras ofertas. Por ahora no tengo previsto volver a la política, no no estoy ni tengo pensado volver. Estoy orgulloso de haber puesto ideas que, en buena parte, triunfaron en educación pública, en recursos naturales. Estoy feliz de eso, pero creo que por ahora se cerró una etapa muy importante de mi vida. No veo ni en el corto ni el mediano plazo ningún regreso a la política.

“Sobre lo otro: el 2015 comenzaron a investigarme. Estoy en el quinto año, investigado hasta la médula. Llevo tres años firmando en una comisaría: siendo totalmente inocente, ya he cumplido una parte de una condena increíble. No hay nada. No voy a volver a la política, pero no me arrepiento de la lucha que dimos, de la manera en que lo hicimos, del combate que dimos”, reflexiona.

-¿Por qué no hace un documental de la derrota en Chile?

-Ya hice uno, pues. El de “Los héroes están fatigados”

-Me refiero a uno que explique qué pasó para que los gobiernos de Michelle Bachelet le entregaran dos veces el poder a la derecha.

-(Ríe) Estoy de acuerdo. A lo mejor podría ser.

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