Mujeres que mueren al dar vida –IV–

793

Gisela Ortega*

En América Latina y el Caribe, quince mil  mujeres –a raíz de su embarazo o derivado de complicaciones en el parto y posparto– perdieron la vida en 2005, seis mil fallecimientos menos de la estimación correspondiente a 1990, lo que significa una reducción del 28 por ciento de la tasa de mortalidad comparada con la de ese año. Hoy es de 130 por cada 100.000 nacidos vivos. No obstante, las cifras indican que no se cumplirá la meta trazada en el Objetivo del Milenio fijada para 2015.

El promedio regional encubre enormes diferencias entre los países. Mientras que las estadísticas señalan que en Bahamas, Barbados y Chile es una de las más baja del mundo en desarrollo (16), la  tasa de defunciones maternas de Haití es sumamente alta (670).

Lo mismo se aplica al riesgo de morir por causas relacionadas con la maternidad. El promedio de la región es una muerte en 280, pero el mayor riesgo lo corren las mujeres de Haití –una en 44– y el menor, las de Barbados –una en 4.400–. Los trastornos hipertensivos son la causa principal de mortalidad materna en la región; que pueden reducirse supervisando, simplemente, la presión arterial antes y durante el embarazo.

Algunos de los países más grandes de América Latina y el Caribe no tienen referencias comparables sobre tendencias de los nacimientos asistidos por profesionales calificados. El equivalente más próximo –el porcentaje de mujeres que tienen a sus hijos en una clínica u hospital– no incluye los partos que tienen lugar en los hogares con asistencia de personal especializado. El 86% de las madres dan a luz en un centro sanitario, un aumento notable con respecto al 73% a mediados de la década de 1991/80.

En 10 de los 21 países que cuentan con información, más del 90%  dieron a luz en un centro de salud. Solamente en Guatemala y Haití, menos de la mitad  tienen a sus hijos en una clínica o en un  hospital. La calidad de la atención plantea serios problemas en naciones como Guyana, que pese a tener un alto nivel de asistencia calificada durante los nacimientos registra una alta  tasa de mortalidad materna (TMM).

A pesar de la falta de datos comparables sobre asistencia especializada durante los  nacimientos en la región, encuestas efectuadas en algunas naciones han demostrado disparidades considerables en este indicador.

Las mujeres del medio urbano de Guatemala tienen más del doble de probabilidades que las  del ambiente rural de contar con ayuda calificada durante el alumbramiento; en Haití las que viven en áres urbanas tienen como mínimo, tres veces más probabilidades. En Bolivia, Honduras y Perú, la situación del 20% de las  más pobres es particularmente desventajosa.

Mientras que los datos de la mayoría de las demás regiones indican que parte de las mujeres de las zonas rurales que requieren parto por cesárea no tienen acceso a ella, la información de América Latina y el Caribe muestran que este procedimiento quirúrgico se realiza en demasiadas ocasiones. La Organización Mundial de la Salud advierte que una tasa de nacimientos por este método superior al 15% podría carecer de justificación médica y, según algunas investigaciones tasas más altas se han asociado con mayor mortalidad y morbilidad maternas.

En las zonas rurales de la mitad de los países que disponen de datos, la tasa de cesárea es del 15% por lo menos. Pero en el medio rural de Haití, es del una cada cien partos, lo que significa que el acceso a atención obstétrica de emergencia es insuficiente.

En general, los niveles de atención prenatal son altos. El 94% de las mujeres consultan por lo menos una vez con un profesional sanitario calificado durante el embarazo, lo que representa la cobertura más alta del mundo en desarrollo. De los 32 países que tienen información, solamente ocho presentan niveles de cobertura inferiores al 90%.

En las naciones que disponen de encuestas sobre tendencias se han observado importantes avances en los últimos años; mientras que hacia 1995 el 82% de las mujeres embarazadas asistieron por lo menos a una visita prenatal, hacia 2005 lo hizo el 95%. Menos mujeres asisten a las cuatro visitas prenatales recomendadas, como mínimo, pero en los 13 países de lo que se  tienen testimonios, la mayoría utilizan estos servicios. La calidad de la atención prenatal, sin embargo, es una esfera que necesita mejorar.

La tasa de uso de anticonceptivos es alta, ya que los utilizan el 70% de las mujeres casadas o en unión libre de 15 a 49 años. Solamente en siete de los 30 países con referencias, menos de la mitad de las mujeres usan algún método anticonceptivo. Costa Rica tiene la tasa más alta del mundo (96%).

Las cifras de un subconjunto de naciones indican que el uso del anticonceptivo en América Latina y el Caribe se relaciona más con la educación de la mujer que con la capacidad económica de su familia o con su lugar de residencia.

En esta región, la fertilidad se encuentra por encima del nivel de reemplazo. La tasa total de fecundidad es de 2.4(hijos por mujer) y en los países considerados individualmente oscila desde 1.5 en Barbados y Cuba hasta 4.3 en Guatemala.

La maternidad precoz es frecuente: en seis de los nueve países en que existe documentación confiable, por lo menos el 20% de las mujeres entre 15 y 49 años informaron que fueron madres antes de cumplir los 18 años. Las altas tasas de nacimientos entre las adolescentes contribuyen a la mortalidad materna en la región; universalizar el acceso a los anticonceptivos y la planificación de la familia debería contribuir a reducir este problema.

Fuente: UNICEF
La imagen de apertura corresponde a una obra del maestro pintor Guayasamín.

*Periodista.
 El capítulo anterior de este informe se encuentra aquí.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.