Miguel D’Escoto: «Salvaguardar el bien común de la Tierra y la Humanidad»

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ALAI*

El presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas, Miguel D’Escoto Brockmann, inauguró el miércoles 24 de junio, en Nueva York, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis financiera y económica mundial y su impacto sobre el desarrollo, con un discurso sobre "La actual crisis financiera y económica mundial a la luz del bien común de la tierra y de la humanidad".

El encuentro, llamado también del "G192", reúne a altos representantes de los gobiernos del mundo para explorar soluciones, no solo a la crisis económica y financiera, sino al conjunto de crisis que amenazan a la humanidad y al planeta.

Afirmó D’Escoto: "Los retos de las diferentes crisis están todos interconectados y nos obligan a nosotros, representantes de los pueblos de la Tierra, a proclamar nuestra responsabilidad unos hacia los otros y a que juntos, con gran esperanza, busquemos soluciones incluyentes."

El ex canciller nicaragüense advirtió: "No es humano ni responsable construir una Arca de Noé que salve solamente al sistema económico imperante dejando a la gran mayoría de la humanidad a su propia suerte, sufriendo las nefastas consecuencias de un sistema impuesto por una irresponsable, aunque poderosa minoría."

Al prevenir que hemos llegado a la última frontera, D’Escoto subrayó la necesidad de buscar un modelo sostenible de vivir. Dijo:

"El egoísmo y la codicia no se pueden remendar. Tienen que ser sustituidos por la solidaridad y eso, obviamente, implica un cambio radical. Si realmente lo que queremos es una paz estable y duradera, debemos estar absolutamente claros que debemos ir más allá de controles y correcciones del modelo existente y crear algo que apunte hacia un nuevo paradigma de convivencia social.  (…) Hemos construido una economía globalizada. Ahora es el momento de crear una política y una ética globalizadas a partir de las muchas experiencias y tradiciones culturales de los diferentes pueblos".

Este reto, según el oresidente de la Asamblea, implica incorporar la óptica que viene de las ciencias de la Tierra, según las cuales está insertada dentro de un vasto y complejo cosmos en evolución.  "Esta concepción contemporánea se compagina con la ancestral visión de la Humanidad y de los pueblos originarios para los cuales la Tierra siempre fue y es venerada como madre", subrayó, añadiendo: "Lamentablemente, a raíz de nuestro excesivo consumo y despilfarro, la Tierra ha ultrapasado ya en 40% su capacidad de reposición de los bienes y servicios que generosamente nos ofrece".

De esta óptica debe nacer una nueva ética planetaria del bien común, cuya primera afirmación, según D’Escoto, consiste en proclamar y salvaguardar el bien común de la Tierra y de la Humanidad; se trata de bienes que no pueden ser apropiados privadamente por nadie y deben servir a la vida de todos, de las presentes y de las futuras generaciones y de la comunidad de los demás seres vivientes.

Estos bienes fundamentales serían: la propia Tierra, la biósfera de la Tierra –especialmente el agua, los océanos y los bosques–, los climas del planeta y la propia humanidad como un todo.  Respecto a esta última, D’Escoto plantea como indispensable la abolición de las armas nucleares por completo, no simplemente reducción o no proliferación.

Estrategias frente a las crisis

A la luz de estos principios éticos, el presidente de la Asamblea puso a consideración cinco estrategias de salida a las actuales crisis, con miras a sentar las bases para lo que llama una biocivilización:

"Primero: la utilización sostenible y responsable de los escasos recursos naturales. Esto implica superar la lógica de la explotación de la naturaleza y fortalecer la relación de respeto y de sinergia.

"Segundo: devolver a la economía su debido lugar en el conjunto de la sociedad, superando la visión reduccionista que la hizo el gran eje estructurador de la convivencia humana. La economía debe ser respetuosa de valores y no fuente de valores; debe ser vista como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos sobre el planeta.

"Tercero: generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres para que sea un valor universal y verdaderamente una democracia sin fin.

"Cuarto: forjar un ethos mínimo desde el intercambio multicultural y desde las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos, a fin de que puedan participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y de la Tierra y en la elaboración de nuevos valores.

"Quinto: potenciar una visión espiritual del mundo que haga justicia a las búsquedas humanas por un sentido trascendente de la vida, de la labor creativa de los humanos y de nuestro corto tránsito por este pequeño planeta".

Asimismo, D’Escoto nombró cinco principios éticos para mantener viva la realidad dinámica y en construcción del bien común de la humanidad y de la Tierra: el respecto, el cuidado, la compasión, la responsabilidad universal y la cooperación.

Para concluir señaló la profunda convicción de que el escenario actual no es de tragedia sino de crisis:  "La tragedia termina mal con una Tierra devastada pero que puede continuar sin nosotros. El actual dolor no es el estertor de un moribundo, sino el dolor de un nuevo parto". Y recordó a los representantes de los gobiernos que "para poder aprovechar las oportunidades que la actual crisis nos presenta, tendremos que deponer actitudes egoístas.  Estas, en verdad, sólo buscan preservar un sistema que, supuestamente, beneficia a una minoría y claramente tiene nefastas consecuencias para la inmensa mayoría de los habitantes del planeta".

(Texto completo del discurso de Miguel D’Escoto aquí).

* Agencia Latinoamericana de Información.

http://alainet.org
 

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