En dos publicaciones recientes, cada una con su perfil distintivo y su propia argumentación, se concluye en la necesidad de emprender un proceso de negociación diferente al seguido hasta ahora en Venezuela. Esto con el propósito modificar los términos del conflicto y construir un terreno común y un futuro viable para los distintos actores.
Más allá de los simples acuerdos electorales, se postula la importancia de elaborar una visión compartida de país y el establecimiento de un esquema de convivencia donde la alternancia en el poder no represente una amenaza, ni a nivel personal ni en términos de movimientos políticos. Los textos en cuestión son “Un Pacto por el Futuro de Venezuela”, de Francisco Rodríguez, y el artículo “La capacidad de Biden para presionar a Maduro es limitada”, de David Smilde.


La presencia de tensiones geopolíticas no niega la existencia de conflictos internos, pero es indispensable comprender las motivaciones y particularidades específicas de cada uno. Pasar por alto esta realidad no permite la identificación de salidas viables.
Las tensiones, tanto internas como externas, se entrelazan, lo que impulsa la necesidad de abordar ambas dimensiones simultáneamente en la búsqueda de soluciones. Este enfoque integral es indispensable para lograr avances en la resolución de los conflictos.

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