¿Hay una política exterior argentina, o sólo adhesión a EU e Israel?

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Cruces diplomáticos con varios gobiernos, apoyo incondicional a otros y realineamiento internacional con estados Unidos y la OTAN. En realidad, ¿cuál es la política exterior del gobierno argentino? En estos meses de gestión ha sumado varios traspies y peleas, encabezadas (casi) siempre por el libertario presidente Javier Milei.

Se peleó con el presidente español Pedro Sánchez, tuvo un duro cruce diplomático con Brasil por los golpistas bolsonaristas que pasean por Buenos Aires y tienen pedido de captura por la justicia de ese país, pero el momento épico fue pasar de decir que no se negocia con “comunistas” y yendo el 4 de julio a pedir disculpas a China, para que no peligren los millones del swap.Milei se reunió con Xi Jinping al margen de la cumbre con la intención de abrir mercados - LA NACION

El sitio estadounidense de análisis político, económico y militar The National Interest no tiene dudas: «El presidente Javier Milei ha virado la política exterior Argentina en una dirección proestadounidense, pro OTAN». Con Javier Milei volvemos al primer mundo, pero como los peones de las potencias mundiales, resume Diego Sacchi.

Milei parece haber retornado a la Teoría del Realismo Periférico que sostenía que los países periféricos sólo pueden desarrollar una política exterior autónoma pagando altos costos, y lo mejor era aceptar la subordinación a las potencias globales.

Hoy ese alineamiento lleva a la Argentina a ser uno de los pocos países que apoyan a Israel en el mismo momento que ese país lleva a cabo un genocidio en Gaza. En la búsqueda de revivir las “relaciones carnales” de los años 90, en nombre de estar “del lado de la libertad” se alineó con Washington y la OTAN en la guerra en Ucrania y apoya los acuerdos con EU para construir un puerto en Tierra del Fuego, punto estratégico para el acceso bioceánico de las fuerzas norteamericanas.

Javier Milei asumió en el G-20 de Brasil que es posible ejecutar una política exterior disruptiva, pero siempre respetando los ritos de la diplomacia. Además, el Presidente comprobó que es casi un paria en América Latina, que su discurso geopolítico es escuchado en el G-7 (Estados Unidos, Francia y Japón, por ejemplo) y que el mundo árabe fundamentalista ya colocó su nombre en la lista negra por su defensa irrestricta de Israel.

Pero aprovechó el foro global para mantener su propia agenda presidencial: se entrevistó con Xi Jinping, Kristalina Georgieva y Narendra Modi, quienes tienen relaciones políticas y económicas con la Argentina.

Milei tiene pésima relación con ciertos mandatarios de América Latina. El pensamiento crítico presidencial es condenado por Lula, Gustavo Petro, Claudia Sheinbaum y Gabriel Boric, que participaron en la Cumbre del G-20. Los cuatro mandatarios soslayaron a Milei, y se presentaron como un supuesto balance de poder a la entente Donald Trump-Milei.Presidentes latinoamericanos hacen equipo en la cumbre del G20 | El Informador

En los primeros seis meses de su presidencia Javier Milei realizó varios viajes al exterior, logró una presencia internacional mediática y varios cruces diplomáticos. Sin agenda oficial, aprovechado para sacarase fotos con personajes como Elon Musk, Donald Trump y sumando “premios” de organizaciones de extrema derecha.

Milei considera que la ONU perdió su sentido original y que está en manos de una élite decadente que no sirve para resolver los diferentes conflictos globales. Desde esta perspectiva, el jefe de Estado retiró a la Argentina de la Conferencia sobre Cambio Climático en Bakú, ordenó que se rechazaran ciertas iniciativas vinculadas a la mujer y las redes sociales, y votó en contra de una resolución de la ONU que protegía a los pueblos originales.

El presidente avaló el comunicado final del G-20, cuando Brasil filtraba a los medios locales que eso no iba a suceder, y dejó asentadas sus diferencias respecto a la guerra en Ucrania, el conflicto en Medio Oriente y la propuesta de cobrar un impuesto a los “súper ricos”.

La adhesión de Milei al documento, disociando la Agenda 2030, fue rescatado por los países del G-7 (Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Japón), que encuentran al presidente un aliado firme (o un peón) en América Latina.

El G-7 dudaba de Milei respecto a su apoyo al tratado de Cambio Climático, un asunto clave para esas naciones democráticas y con muchísimo peso en la economía global. Si el presidente había retirado la delegación argentina de la Conferencia de Bakú, porqué continuaría apoyando el Acuerdo de París, que establece un marco normativo para combatir el Cambio Climático.

Al respecto, el nuevo canciller Gerardo Werthein, quien sustituyó a Diana Mondino, expulsada por votar en Werthein no viajará al Vaticano a la ceremonia por los 40 años del Tratado de Paz y Amistad con Chile – frente a CanoNaciones Unidas contra el embargo de EU a Cuba, terminó con las especulaciones: “La Argentina no ha decidido salir del tratado de París”, dijo. Sobre Mondino, “Le costó el puesto a los 30 minutos”, afirmó Milei.

«Yo había definido que mi alineamiento en el mundo era con EU e Israel: no podés ir a una votación en la que todos los países quedan de un lado y Estados Unidos e Israel quedan del otro. Y nosotros teníamos que estar ahí, no del otro”, subrayó el mandatario.

Argentina fue uno de los 187 miembros de la ONU que el 30 de octubre se manifestaron a favor de poner fin al embargo económico sobre la isla, que fue impuesto por Estados Unidos en 1960 luego de la revolución que encabezó Fidel Castro y la nacionalización de propiedades pertenecientes a ciudadanos y corporaciones estadounidenses.

La actuación de Mondino al frente de la cancillería tuvo otros sobresaltos: tuvo que borrar un comunicado sobre las Islas Malvinas tras desatarse un escándalo por identificarlas como “Falklands”, denominación que le dan los ingleses al archipiélago en el Atlántico Sur que es objeto de una disputa por su soberanía con Gran Bretaña.

Pese a que se engalana de «ir a fondo», al parecer, hay peleas que el Gobierno nacional prefiere no publicar. Así lo confesó Gustavo Petro, quien aseguró que durante el G-20, en el que Colombia fue invitada, tuvo un contrapunto cuando Javier Milei daba gala de su capitalismo a ultranza: en el momento que Milei describía que el accionar individual es la base para lograr el progreso, Petro lo cruzó para decir que la humanidad solo avanza ayudándose a sí misma.

Gustavo Petro aseguró que peleó con Javier Milei en el G20, pero la delegación argentina lo escondió«La delegación argentina, a la cual le entregaron los videos de su intervención, la escondió, no la publicó. Algo no les gustó de lo que pasó allí», remarcó.

En marzo pasado el Gobierno colombiano ordenó la expulsión de diplomáticos de la Embajada de Argentina en Bogotá, en respuesta a las reiteradas ofensas de Milei a Petro, a quien tildó de «asesino terrorista».

Esa medida, revocada semanas después, fue el colofón de una serie de ofensas del mandatario argentino, que en enero de este año también llevó al Gobierno de Colombia a llamar a consultas a su embajador en Buenos Aires, Camilo Romero, luego de que Milei dijera que Petro «es un comunista asesino que está hundiendo» al país.

 

* Sociólogo  y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista seniordel Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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