Juan Antonio Sanz - publico.es
Moscú advierte a los aliados de Kiev por los ataques a blancos estratégicos de Rusia, justo cuando la OTAN fragua un rearme histórico con el peligro ruso como excusa.
La negociación de un armisticio para detener la guerra de Ucrania parece más lejana que nunca. Los ataques ucranianos del domingo pasado a las bases de la aviación estratégica rusa han dado un vuelco a la situación. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado una tregua con Ucrania y así se lo ha indicado directamente al mandatario estadounidense, Donald Trump. Los planes de paz del líder republicano han fracasado y, tras esos ataques ucranianos, su hoja de ruta de negociación tiene, si cabe, menos posibilidades de prosperar.
En su caótica estrategia, la alternativa que le queda ahora a Trump, tras amenazar este jueves con más sanciones a Rusia y también a Ucrania si no acceden a parar la guerra, una tarea harto imposible, es animar a sus aliados europeos a rearmarse y comprar a EU esas armas, en este doble juego en el que la Casa Blanca no quiere enfadar mucho al Kremlin, pero lo utiliza como bestia parda para fomentar el militarismo en Europa.
En Bruselas, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, afirmó ufano horas antes que «en cuestión de semanas» la OTAN se comprometerá a un gasto en defensa del 5% del PIB, con un 3,5% destinado al gasto militar puro y un 1,5% a elementos relacionados con la industria militar y las infraestructuras. Aunque Hegseth no se refiriera a la “amenaza” rusa, ésta es el mejor de los argumentos de sus socios europeos para justificar el rearme en la OTAN y la Unión Europea.
En la hecatombe desatada por la destrucción de bombarderos estratégicos rusos con simples drones ucranianos, Moscú ha mostrado toda su ira contra los aliados europeos de Kiev, a quienes ha acusado de complicidad con aquellos ataques y de azuzar la contienda. Moscú tiene en la mirilla la implicación de la inteligencia de algunos países de la OTAN en esta y otras operaciones secretas ucranianas en territorio ruso.
También ve como una amenaza directa la inquietante alianza en el marco de la OTAN y la Unión Europea (Ue) entre Alemania y Polonia, dos países que apuestan por liderar el rearme en Europa a las puertas de la Federación Rusa, con Ucrania como inacabable elemento de pugna con Moscú.
EU exige un 5% del PIB en gasto militar para la OTAN
Estas advertencias rusas llegan en un momento delicado, con la OTAN hinchando pecho este jueves en esa reunión ministerial en Bruselas a pocos días de la cumbre de La Haya el 24 y 25 de junio, y con Trump presionando a sus socios en la Alianza Atlántica para que disparen hasta ese 5% del PIB su gasto en defensa, una apuesta que tiene cada vez más defensores en el bloque militar.
Aunque hay mucha disparidad en la OTAN sobre la capacidad para asumir ese gasto, los países europeos de la Alianza más belicistas en estos momentos, liderados por Londres, Berlín y Varsovia, no van a desaprovechar la oportunidad que les ofrece el miedo a Moscú para azuzar a los más reacios a comprar armas con las partidas hoy día dedicadas a gastos sociales en Europa.
Rusia, el pretexto del rearme
En este panorama, el rechazo ruso a un alto el fuego en Ucrania viene de maravilla a los belicistas occidentales como el mejor de los pretextos para que los países más beligerantes de la OTAN aboguen por disparar sus presupuestos militares y arrastrar al resto de socios aliados.
Pero las amenazas formuladas por Putin no son baladíes, incluso cuando se desconoce el alcance de la eventual respuesta de Moscú a la oleada de drones ucranianos que destruyeron una decena de bombarderos nucleares rusos. El ejército del Kremlin ha acelerado sus avances en los diversos frentes de batalla, especialmente en el norte, en la región de Sumi, donde ya ha sentado una cabeza de puente que podría servirle para lanzar una ofensiva a gran escala este verano que sepulté definitivamente los esfuerzos para lograr un armisticio.
El Kremlin confirmó este jueves que en la conversación telefónica mantenida por Putin y Trump esta semana, el líder ruso comunicó al estadounidense que Moscú está obligado a tomar represalias contra Ucrania por esos ataques con un centenar de drones contra varios aeródromos de la aviación estratégica rusa el domingo pasado. También acusó a Kiev de la voladura de dos puentes ferroviarios, en las regiones de Briansk y Kursk, y del intento de destruir el puente de Kerch, que une la península de Crimea con Rusia.
Según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, los presidentes ruso y estadounidense reiteraron que es necesaria una reunión bilateral entre ambos líderes para abordar el conflicto de Ucrania. Eso sí, la posibilidad de la cumbre a tres bandas que reclama el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, queda totalmente descartada. La guerra toma así la delantera a las cada vez más neblinosas conversaciones de paz, por mucho que Trump siga insistiendo en ellas.
En unas declaraciones realizadas este miércoles, Putin acusó a Ucrania de realizar estos ataques «terroristas» en vísperas de la reunión que el lunes tuvo lugar entre rusos y ucranianos en Estambul. Tales acciones iban, “sin lugar a dudas, dirigidas a torpedear el proceso negociador”. Putin rechazó una eventual tregua de treinta días, como demanda Zelenski, pues ello solo llevaría a que «se atiborre al régimen con armamento occidental, para continuar la movilización forzosa y preparar otros actos terroristas similares a los cometidos en las regiones de Briansk y Kursk».
Trump insiste en que desconocía el ataque ucraniano
Tal y como indicó Yuri Ushakov, asesor del Kremlin para política exterior, Trump le insistió a Putin que desconocía los planes ucranianos para atacar los aeródromos estratégicos rusos. «Los estadounidenses no habían sido informados de antemano», dijo Ushakov, corriendo un velo sobre las sospechas que crecen en la inteligencia rusa sobre la participación o al menos la connivencia de los aliados de Kiev en la OTAN en la operación, EU incluido. De momento, al Kremlin le conviene dejar a Washington aparentemente fuera de sus sospechas, que está centrando más en países como el Reino Unido.
El ataque contra cuatro bases estratégicas rusas, dos de ellas en el norte ártico y Siberia, finalmente no ocasionó el daño anticipado por Kiev. Los 117 drones destruyeron una decena de aeronaves militares, entre bombarderos estratégicos y aviones espía, y no las 41 que se atribuía Ucrania.
Pese a todo, la audacia de la Operación Telaraña y sus pormenores supusieron una bofetada a la supuesta invulnerabilidad de las bases militares rusas más alejadas del frente de batalla ucraniano. Y su impacto fue lo suficientemente significativo como para que Putin decidiera hablar por teléfono con Trump y confirmarle que se acabó para Moscú el juego de las treguas y los inocuos encuentros con los ucranianos.
Tal y como prometió el portavoz del Kremlin, «hará todo lo que haga falta para esclarecer este crimen». Tal advertencia no estaba dirigida contra Kiev, cuya responsabilidad bélica es evidente, sino contra los aliados de Ucrania que pudieron haber suministrado inteligencia militar y cartografía satelital para llevar a cabo la acción.
Parece poco verosímil que EU desconociera esta operación, sobre todo porque el propio Zelenski indicó que los preparativos comenzaron hace un año y medio, es decir, con Joe Biden al frente de la Casa Blanca. En cualquier caso, que Trump no conociera los detalles de la Operación Telaraña no significa que en ella no intervinieran otras potencias, en concreto Gran Bretaña, cuya inteligencia militar es tan proactiva o más que la estadounidense en la guerra de Ucrania.
De momento, el viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, reclamó esta semana a EU y el Reino Unido un compromiso para detener «esta nueva espiral de la escalada» militar y, «con sentido común», asumir «el significado de la estabilidad estratégica». Riabkov estaba aconsejando así a Londres y Washington que no jugaran con fuego.
Moscú apunta al Reino Unido
En todo caso, Riabkov centró su atención en aquellos que el Kremlin considera como auténticos perpetradores del ataque. «Por parte de Kiev no existen límites, al igual que por parte de los patrocinadores de Kiev, incluyendo Reino Unido, y yo mencionaría también a otros guerreros europeos, que hacen todo para sabotear cualquier posibilidad de llegar a una solución pacífica a esta situación», aseveró el viceministro.
«En el peor de los casos, [los británicos] podrían ser cómplices de los preparativos de estos ataques», dijo Riabkov, antes de añadir ominoso que Rusia no descarta ningún tipo de respuesta. «Todas las opciones están sobre la mesa», advirtió.
Y recordó que los ataques tuvieron lugar el 1° de junio, en vísperas de la segunda ronda de negociaciones ruso-ucranianas en Estambul. Los ataques hicieron imposible un acuerdo de mínimos y solo se llegó a un consenso para un nuevo canje de prisioneros de guerra.
La posibilidad de que el Pentágono participara de alguna forma en esos ataques contra objetivos militares estratégicos rusos no fue descartada por Moscú en las primeras horas tras los ataques. Pero la mirada se ha dirigido después hacia Reino Unido e incluso Alemania, que, con su nuevo canciller, Friedrich Merz, se ha erigido en el país portaestandarte de la carrera armamentística en la Ue.
Alemania busca alianzas con Reino Unido y Polonia
En el marco de las reuniones de la OTAN, los ministros de Defensa de Alemania y Reino Unido, Boris Pistorius y John Healey, respectivamente, subrayaron en Bruselas su apuesta para entregar sin pausas más ayuda militar a Kiev. Pistorius fue concreto: el apoyo del nuevo Gobierno alemán a Ucrania «seguirá siendo una prioridad».
Alemania prepara un paquete de ayuda militar a Ucrania por 5.000 millones de euros que ayudarán a fabricar misiles de crucero de largo alcance en el propio país en guerra y a comprar proyectiles de artillería, misiles antiaéreos y armas ligeras, entre otras adquisiciones.
Para reforzar esta apuesta militarista alemana, este miércoles los ministros de Exteriores de Alemania y Polonia, Johann Wadephul y Radoslaw Sikorski, apuntaron en Berlín el esbozo de un pacto bilateral de defensa. «El ataque ruso a Ucrania ha conmocionado los fundamentos del orden de seguridad europeo y nos obliga a repensar nuestra seguridad», justificó Wadephul.
Este jueves, en su visita a Washington, el canciller alemán suplicó a Trump ayuda para detener a Moscú. Por lo visto, la «seguridad» reclamada por Berlín para Europa ha de pasar sí o sí por la confrontación directa con Rusia mientras ignora todas las lecciones del pasado.
* Periodista y analista en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de prensa, profesor universitario y cooperante en Bolivia.
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